Eugene Oneguin en el Teatre Principal de Palma

Eugene Oneguin en el Teatre Principal de Palma
Josep Bros, (izda), Fiorenza Cedolins y Antoni Aragón (centro) (acto II)

Traspasado el ecuador de la presente temporada en el Teatro Principal de Palma, Eugene Oneguin de Tchaikovsky, – una de las óperas más queridas y representadas del repertorio ruso-, se ha perfilado como el plato fuerte de la presente edición gracias a un elenco de altura, magníficos comprimarios, excelentes coros y esplendorosa batuta.

Si en el Otelo de la pasada temporada el escenógrafo Alfonso Romero apostaba por un barco en descomposición reflejando la decadencia del propio protagonista como si de un espejo se tratara, para este Eugene Oneguin decidió plantar un gigantesco árbol del que pendían 1500 cartas que se iban desprendiendo a base de los golpes emocionales que va sufriendo el trío protagonista a lo largo de la historia, hasta quedar totalmente deshojado, quizás en alusión al estado desapasionado de Tatiana en su matrimonio de conveniencia y la soledad y amargura del protagonista al final de la obra.

 Un reparto de auténtico lujo si exceptuamos la intervención en la noche del estreno del barítono norteamericano Lee Poulis en el rol titular, pues al parecer no se hallaba en las mejores condiciones vocales. Intentando salvar el tipo en la première con una actuación mediocre, acabó con la voz rota en la frase final que concluye el tercer acto con la consiguiente cancelación para el resto de las representaciones. Ya a partir de la segunda representación con la contratación de última hora del barítono ruso Vladimir Tselebrovsky, -voz homogénea y de bello timbre, aunque no muy voluminosa y con mejor apostura en escena que su predecesor- las cosas anduvieron por otros derroteros quedando el reparto totalmente compensado tanto en lo vocal como en lo escénico, pues todos lucieron un canto e interpretación de gran altura.

Eugene Oneguin en el Teatre Principal de Palma
Lee Poulis y Fiorenza Cedolins (acto II)

Fiorenza Cedolins hizo una recreación admirable de Tatiana. Supo dotar de la emotividad, melancolía y apasionamiento tan necesarios para un personaje romántico de tal calibre. Delicada y deliciosa al principio de la obra, sublime en la escena de la carta, uno de los puntos culminantes de la ópera y con inteligente temperamento al final de la obra cuando ya se nos aparece convertida en una madura y atractiva dama de la alta sociedad de contenida pasión.

Josep Bros estuvo antológico con un Lensky de gran convicción dramática. Un rol cantado de maravilla con un línea de canto perfecta y bellísima. La construcción del personaje es espléndida. El aria del segundo acto antes del duelo, de gran lirismo, emocionó por la delicadeza, nostalgia y tristeza de su interpretación. Dibujó un Lensky noble y apasionado.

Excelente interpretación vocal y escénica de Cristina Faus como la cálida y pizpireta Olga. Maria Luisa Corbacho, cantó con solvencia y solidez la cálida y afectuosa Larina, y Amelia Sierra resolvió con gran eficacia vocal y escénica una entrañable Filippievna.

En el aria del último acto, Stefano Palatchi, bajo de timbre contundente, supo dar solemnidad y grandeza al aristocrático y bondadoso príncipe Gremin y Antoni Aragón nos brindó un delicioso Mr. Triquet. Muy buenas y eficaces las intervenciones del coro.

Excelente lectura de Eugene Oneguin del director de orquesta José María Moreno. Con mano segura nos brindó una versión elegante, refinada, temperamental e intimista. Como siempre, acompañando muy bien a los cantantes y extrayendo sonidos esplendorosos de la orquesta.

Juan Carlos Reyes