Fabio Biondi, debuta con éxito su titularidad de director asociado en el Palau de les Arts con una ópera desconocida de Haendel, Silla, y en una propuesta escénica de Alessandra Premoli que ganó el aplauso del público por su calidad escénica y musical.
Si hay una cosa que es de agradecer en la temporada del Palau de les Arts de Valencia en los últimos tiempos es su apuesta por recuperar óperas del s.XVIII con una gran calidad dentro de las limitaciones de no hacerse en la Sala Grande sino en el Teatro Martí i Soler del complejo arquitectónico de Calatrava.
Hemos visto obras de Vivaldi, Marti i Soler, Mozart, etc y ahora le toca el turno al sajon G. F. Haendel que compuso este dramma per música en tres actos estrenándose en el Queen’s Theatre de Londres en 1713, hace poco más de trescientos años.
Bajo el nombre original de la ópera Lucio Cornelio Silla, abreviado en la publicidad se esconde una verdadera rareza que hace que esta sea la premier en España de esta ópera que hasta la década de los noventa no se había representado entera y fruto de una reconstrucción que trae el maestro Biondi a Valencia lo que engrandece más el esfuerzo y la originalidad de la programación de este teatro y de su director Davide Livermore, amante de este repertorio barroco como director de escena y como programador.
El dictador romano Lucio Cornelio Silla inspiró el relato de Plutarco sobre este poderoso personaje que fue muy atractivo para el mundo de la ópera ya que se conservan partituras inspiradas en este personaje de compositores tan famosos como Mozart y otros no tanto como Johann Christian Bach o Pasquale Anfossi.
Haendel se sirvió del libreto de su amigo el poeta Giacomo Rossi y si bien según las crónicas solo se represento una vez y gran parte del material musical se recicló en otra de sus óperas Amadis de Gaula, en Valencia pudimos gozar de esta música en su formato original para siete intérpretes de los ocho personajes de los que consta el reparto.
No sabemos si por imposición del teatro o por criterio propio Biondi optó sustituir las voces de los tres castratis escritos por Haendel por voces femeninas y por tanto papeles travestidos que supuso un esfuerzo de interpretación del que salieron airosas sus intérpretes.
Igualmente los criterios de interpretación fueron historicistas, si bien los instrumentos e instrumentistas fueron una selección de la Orquesta de la Comunidad Valenciana que cumplieron a parte de con calidad, con un gran entusiasmo sus partes destacando al celista Guirogui Anichenko qu supo sacar de su instrumento variados timbres haciéndonos pensar en violas de gamba en más de una ocasión.
A través de una única y límpida escenografía circular de Manuel Zuriaga que se desplazaba sobre si misma, cual pequeño anfiteatro-agora-foro, la acción se desarrolló con un gran ritmo y actualizando la puesta en escena sin causar ningún escándalo con un vestuario variado de Jose María Adame que iba desde guiños al manga, a los yuppies, y a elementos propiamente romanos junto con pañuelos de las Madres de Mayo.
La dirección de Biondi desde y con su violín fue magnífica, viva, ágil, variada, rica en matices y atmósferas, cuidando en todo momento las necesidades y a veces disimulando las carencias de alguno de los intérpretes.
La trama enrevesada de esta ópera se podría resumir en dos líneas como la mayoría de las óperas: Dictador que quiere aprovecharse de las mujeres ajenas con su poder y a través de la violencia ante la confusión y desesperación de amantes y amadas.
Esto temática tan actual fue interpretado por un reparto joven y entregado donde brilló la calidad y variedad de unas voces en su mayoría de esa magnífica experiencia que es el Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo.
Benedetta Mazzucato en el rol titular ofreció una gran prestación en este rol bastante largo y exigente destacando tanto el aria inicial “Alza il volo la mia fama” de carácter más lírico que contrasta con el aria de bravura del tercer acto “La vendetta è un cibo al cor”.
Claudio fue interpretado por Adriana Di Paola que ya desde su primera aria a dúo con la trompeta “Con tromba guerriera” demostró sus grandes capacidades para este repertorio. Los otros cinco intérpretes del cast pertenecen al mencionado Centro de Perfeccionamiento sin por ello estar en un nivel más inferior que las cantantes citadas anteriormente. Desde el doble personaje de Marte y Scabro interpretado por Michael Borth hasta la Celia de Nozomi Kato de timbre aterciopelado y muy buena proyección, el Lépido de Federica Di Trapani o la Metella de Karen Gardeazabal dieron versemblanza a esta historia y belleza a cada uno de los rectativos y arias de compleja dificultad unido a una notable prestación escénica.
Lo que es una lástima es que el esfuerzo de tiempo, dinero y energía de estas producciones propias del Palau de les Arts se queden aquí sin que lo puedan disfrutar otros públicos del país ávidos de música escénica barroca de calidad.
Robert Benito