Falstaff en Sevilla: la burla que no fue

Falstaff en Sevilla
Falstaff en Sevilla

El Teatro de la Maestranza acogió en su temporada el  Falstaff de Giuseppe Verdi, quizás la ópera más jocosa y desenfadada salida de su pluma. Esta obra, verdadero epílogo creativo del autor, está llena de circunstancias cómicas, equívocos y un ritmo trepidante tanto en lo argumental como en lo musical. Pedro Halffter fue el encargado de dirigir esta producción, llena de grandes aciertos tanto en el balance entre voces y orquesta como en el ajustado ritmo de cada parte.

Falstaff es una comedia de enredo en la que los personajes se relacionan a menudo en escenas corales de gran dinamismo, lo que requiere una claridad interpretativa y un alarde escénico acorde con dicha necesidad. En este sentido, la producción del Teatro del Giglio Showa de Japón y la dirección escénica de Marco Gandini resultaron muy apropiadas. El escenario, dividido en dos mitades, iba ocultando o mostrando sendos espacios conforme avanzaba la acción; esta pluralidad de escenas para el primer y segundo acto resulta muy conveniente para distinguir los espacios argumentales y psicológicos de la obra, aunque dificultaba la inmediatez de los cambios de parte, por momentos algo dilatados. El segundo y tercer acto, además, concluyen con una utilización completa del escenario que visualmente funcionó muy bien, sobre todo en los momentos de las burlas hacia Falstaff, al permitir el movimiento más multitudinario del coro y la figuración en torno a los protagonistas. El vestuario de época, colorido y llamativo, que concibe Simona Morresi completaba la puesta en escena, llegando a resultar especialmente efectista en el personaje de Falstaff y en la representación onírica de los habitantes del bosque.

Falstaff en Sevilla

En lo musical, hay que destacar la complejidad y exigencia de las partes vocales, que centra toda la carga en un desarrollo del instrumento vocal amplio y lleno de efectos expresivos.  Descargada de belcanto y  más cercana al verismo, esta partitura ahonda en las interrelaciones entre personajes, que a menudo conversan entre sí y urden las tramas que se entrelazan en el argumento: el intento de seducción de Alice Ford,  la traición de los criados de Falstaff, los celos del señor Ford, o las burlas que las comadres infringen a Falstaff, que tropieza dos veces con la misma piedra, incapaz de aprender de sus errores y movido por sus instintos más básicos. Aún así, el tono general de la obra es optimista, y la interpretación vocal estuvo sublimada por las dotes actorales del elenco.

Indudablemente, Kiril Manolov en el papel de Falstaff fue el centro de atención de toda la obra. Su voz profunda y bien definida, su capacidad de cambiar rápidamente de registro expresivo y sus bondades actorales se pusieron al servicio de uno de los personajes más carismáticos y burlones de Verdi. Son muchos los momentos en los que el barítono llenó la escena, pero quizás destaca su alegato al final del primer acto sobre el dinero y el honor que comienza con L’onore! Ladri! y evoluciona hasta la bella frase Devo talor da un lato, todo ello en un audaz diálogo con sus criados Bardolfo y Pistola, roles bien resueltos el tenor Vicente Ombuena Valls y el bajo Valeriano Lanchas. El elenco masculino se completa con el enamoradizo Fenton, que David Astorga resolvió con solvencia, y el burlado señor Ford, muy bien interpretado en lo musical y lo dramático por el barítono José Antonio López.

En lo femenino, las cuatro comadres de Windsor estuvieron muy oportunas, constituyendo un equilibrado cuarteto vocal. Quizás cabría destacar por su bondad vocal la soprano Natalia Labourdette en su papel de Nannetta, hija de Ford y enamorada de Fenton, que defendió el aria Sul fil d’un soffio etesio brillantemente. También gustó mucho el dinamismo que imprimió a su papel la mezzosoprano Elena Zaremba como Mrs. Quickly, alcahueta encargada de tentar a Falstaff.  Nicole Heaston como Mrs. Ford y Anna Tobella como Meg Page completaron el cuadro de actrices cantantes.

Las necesidades argumentales de poner en escena a los habitantes de Windsor hizo del Coro de la Maestranza un elemento fundamental en ambas burlas. Íñigo Sampil volvió a demostrar la buena preparación que realiza de la formación y la ductilidad de la misma para adaptarse a diferentes acciones y roles.

Finalmente, la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla evidenció en buen momento musical en el que está con una interpretación de la partitura fresca y llena de riqueza tímbrica y efectos rítmicos, necesarios para articular con dinamismo la trama. La experimentada batuta de Pedro Halffter y la buena sintonía con la agrupación se hicieron una vez más evidentes en una puesta en atriles de  Falstaff  brillante y audaz. Aunque la obra finaliza con un alegato de Falstaff sobre el engaño que todos sufrimos alguna vez, podemos afirmar sin lugar a dudas que el público asistente en la Maestranza no se sintió defraudado ni engañado en ningún momento con esta buena puesta en escena de la que fuera última ópera de Verdi, premiando la farsa con una prolongada ovación.

Gonzalo Roldán Herencia