Fire Shut Up In My Bones de Terence Blanchard Por Carlos Javier López Sánchez
La Metropolitan Opera de Nueva York comienza su esperada temporada post-COVID con algo distinto. Fire Shut Up In My Bones de Terence Blanchard es una ópera en tres actos estrenada en 2019 en la Ópera de Saint Louis, con libreto de Kasi Lemmons sobre la biografía homónima del periodista Charles M. Blow. Una epopeya afroamericana que narra la búsqueda del amor y la felicidad del protagonista tras una infancia rota por la pobreza y el abuso.
Por primera vez en sus 138 años de historia, el MET pone sobre las tablas una ópera de un compositor negro. El director de la casa, Peter Gelb, apunta a un cambio de rumbo centrado en la diversidad para abrir una temporada de transición tras la pandemia, a la que no se le pueden pedir grandes cosas. No olvidemos que el MET jamás estuvo cerrado durante tanto tiempo. En su mensaje a los aficionados, Gelb identifica el retorno del MET con Charles Blow, el protagonista de la ópera y hace suyas sus palabras: “We bend, we don´t break” (Nos doblamos, pero no nos rompemos).

Un collage a caballo en entre el jazz y la música clásica
La ópera de Terence Blanchard tiene la frescura propia de los clásicos. Partiendo de la música clásica, el célebre compositor y aclamado trompetista crea un balance atractivo entre los preceptos de la lírica y las formas más libres del jazz. La música sigue un camino propio, en ocasiones abstraída del libreto, y dibuja un panorama musical original y creíble, netamente norteamericano. Las escenas se presentan inconexas, a modo de collage, y conforman un mural de postales sonoras que se asientan unas sobre otras construyendo un edificio musical robusto y elocuente.
La ópera de Blanchard no abraza la forma tradicional del género, sino que emplea estructuras del jazz y la banda sonora para no quemarse en un lirismo afectado que podría enturbiar la pureza del mensaje y el discurso de los protagonistas. Por ello, los dúos entre personajes, aunque bien trazados, no se desarrollan de manera exhaustiva; tampoco el coro alcanza nunca el arrebato lírico de la ópera tradicional, sino que aparece siempre supeditado al mensaje.
El libreto de Kasi Lemons es conciso, directo, certero a la diana de la humanidad de los personajes. Su adaptación de la novela Fire shut up in my bones constituye en sí una obra espléndida de concreción dramática y sensibilidad literaria. Cada personaje encuentra en el libreto un espacio semántico creíble en que desarrollar su mensaje sin dificultad, con el poder de la palabra precisa y la métrica justa. Sin duda, un gran trabajo de Kasi Lemons, que marca una referencia clara para los libretistas de hoy.

El viaje épico hacia la felicidad
Charles Blow cuenta en su biografía cómo su primo Chester abusó sexualmente de él cuando tenía tan sólo 7 años. Aquella experiencia marcaría su infancia y su juventud, y conformaría después su personalidad adulta. La vida de un niño negro en la Luisiana rural a mediados del siglo XX no era fácil. El menor de cinco hermanos, Charlie, busca desesperadamente el afecto esquivo de un padre mujeriego y ausente, y de una madre desgastada por el trabajo y las responsabilidades, incapaces ambos de mostrar cariño por su hijo.
La ópera une al Charlie niño (Walter Russel III) y al Charles adulto en escena (Will Liverman), y los hace cantar y moverse al unísono en ocasiones. Se crea así un viaje por la memoria íntima del protagonista cuyo paisaje es descrito con crudeza, sin caer en sentimentalismos.

El primer acto se centra en la infancia de Charles, interpretado en la edad adulta por el barítono Will Liverman, si bien los verdaderos protagonistas del acto son Latonia Moore en el papel de Billie, la madre de Charles, y el pequeño Walter Russel III, que encarna al Charles niño. Todos ellos cumplieron sobradamente con sus cometidos vocales y actorales. Destacaron la fuerza expresiva de Latonia Moore, la estilizada y bien timbrada línea vocal de Liverman y la proyección de Russel III, quien supo sobreponer su pequeño instrumento al foso del MET. Todo un logro a su edad.
Tras el descanso, los actos segundo y tercero narran la adolescencia y el paso de Charles por la universidad, respectivamente. El segundo acto nos parece el más flojo de los tres, aunque cuenta con momentos musicales importantes como el bautismo de Charles y el ballet que simboliza la adolescencia del personaje, marcada por miedos y dudas. También hay que resaltar el aria de Billie, que cierra el acto con una interesante nota lírica.

El acto tercero se abre con un espectacular step dance de los miembros de la fraternidad Kapa Alfa Psi, que fue el momento más celebrado por el público de MET. Como contrapeso dramático, a la danza le sigue una escena de las novatadas que Charles soporta al entrar en la fraternidad. En la universidad, Charlie conoce el amor y la pasión de la mano de Greta (Angel Blue), a quien confía la historia de su abuso, solo para descubrir que ella está comprometida con otro hombre. El trauma de la pérdida del amor recién encontrado precipita una explosión de rabia en Charles quien, al enterarse de que su primo Chester está en su casa familiar, decide regresar y cobrarse su venganza.
La soprano americana Angel Blue no solo es Greta, sino que también interpreta al Destino y la Soledad, personajes que encauzan y dan contexto psicológico al protagonista, sin intervenir en la acción. Se trata de un recurso sofisticado pero acertado, que recuerda a los personajes alegóricos de los oratorios de Händel. Angel Blue, ya una fija del MET, interpreta sus tres personajes en Fire Shut Up In My Bones con generosidad, sin agotar las posibilidades de un instrumento que no da señales de agotamiento.

Un clásico de la ópera norteamericana
En su emocionante alegato del tercer acto, Charles canta ‘I sway, I sway. I bend, don´t break. Now my life begins’, secundado en escena por coro y ballet. Es inevitable trazar la comparación entre la vida de Charles Blow y la historia de la comunidad negra en Estados Unidos, el racismo y el movimiento por los derechos civiles. El abuso y la pobreza, y los sentimientos de vergüenza y venganza que estos generan, son superados por la reconciliación y el deseo de vivir en libertad el orgullo de ser parte de la comunidad negra. La forja de una identidad libre que florece pese a la adversidad.
Todo ello está en Fire Shut Up In My Bones. Si la ópera es el género que enfrenta al espectador con los grandes temas de su tiempo, con una fuerza artística capaz de convertir el mensaje en categoría universal, la obra de Blanchard supera con creces el listón. Enmudecen aquí los pocos que critican a Terence Blanchard por no ajustarse más a los preceptos de la lírica clásica. La relevancia artística de Fire reside en que la obra de arte es más grande que el propio mensaje; con los elementos propicios para convertirse en un clásico de la ópera norteamericana.

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Metropolitan Opera de Nueva York, a 8 de octubre de 2021. Fire Shut Up In My Bones de Terrence Blanchard (2019), con libretto de Kasi Lemmons. Dirección Musical Kazem Abdullah. Orquesta y coro titulares del MET (Donald Palumbo, director). Dirección escénica: James Robinson. Coreografía: Camille A. Brown. Escenógrafo: Allen Moyer. Vestuario: Paul Tazewell. Reparto: Angel Blue (Destino, Soledad, Greta), Latonia Moore (Billie, madre de Charles), Will Liverman (Charles), Walter Russel III (Charles niño), Ryan Speedo Green (Tío Paul), Chris Kenney (Chester), Cierra Byrd (Bertha), Donovan Singletary (Pastor).Sección rítmica orquestal: Bryan Wagorn (piano), Matt Brewer (Bajo), Adam Rogers (guitarra), Jeff Watts (percusión).