El Teatro del Maggio Musicale Florentino ha programado la trilogía más popular de Verdi, Trovatore, Traviata y Rigoletto, a precios populares para dar a conocer al gran público estas óperas verdianas, verdaderas obras maestras de la lírica.
Ha comenzado esta propuesta con Il Trovatore, ópera de una gran exigencia vocal y musical que se ha saldado con un gran éxito. El equipo del teatro florentino dirigido por Cristiano Chiarot y con su titular musical Fabio Luisi ha construido un reparto importante que demuestra el conocimiento de la partitura y su sensibilidad musical.
Il Trovatore es una ópera que requiere cuatro grandes para sus cuatro roles protagonistas. Si esto no es así la ópera se cae y es lo que viene ocurriendo en tantos teatros que la programan. No ha sido este el caso. Sorprende que en el cartel anunciador aparezca en primer lugar el personaje de el Conte di Luna. yY no es de extrañar porque la gran figura lírica del cast es el magnífico barítono Massimo Cavaletti que debutaba el papel frente a los otros tres ases que ya lo llevaban rodado: Piero Preti como Manrico, Jennifer Rowley como Leonora y Olesya Petrova como Azucena.
Con estos artistas sí se puede montar un Trovatore según lo quería Verdi y el éxito estaba asegurado como así fue.
Massimo Cavaletti es un gran cantante, pero sobre todo es un extraordinario artista que sabe imprimir a sus personajes todo un plus de sensibilidad, apostura, recursos escénicos y una capaciad de transmitir con el gesto insuperable. Respecto a su voz estamos ante un artista monumental como lo demuestra no solo en Il Trovatore sino también en cuantos múltiples roles que ha ido cantando por el mundo. Voz grande, uniforma, plena de musicalidad y recursos, capacidad increíble para los matices y colores, pianos sorprendentes y una extensión del grave al agudo que no decae en ningún momento. Su actuación fue sobresaliente, arrancando grandes aplausos y bravos en su maravillosa aria “Il balen del suo sorriso” que inicia con una frase que en Cavaletti es toda una muestra de intenciones de lo que va a venir después: «Tutto é deserto». Realmente sobrecogedora.
Piero Pretti se mostró perfectamente adecuado al rol protagonista. Voz verdiana, brillante, lírico dramática y con grandes recursos. La tan esperada aria de “La pira” la resolvió sin problemas. Jennifer Rowley cantó una Leonora exquisita, de bellísimo timbre, capacidad para apianar de forma asombrosa, plena de armónicos y una definición del personaje de gran altura. Finalmente, Olesya Petrova perfiló una Azucena a la que no estamos acostumbrados y de eficacísimo resultado. Su voz de mezzo no es oscura: uniforme de arriba abajo, poderosa de medios sin las exageraciones habituales. Realmente es una Azucena que conmueve.
El resto de los cantantes estuvo a la altura requerida redondeando una representación vocalmente impecable.
El maestro Fabio Luisi ofreció una versión maravillosa por el cuidado a las voces, las sutilezas, el magnífico sentido de la partitura verdiana que acompaña a las voces. Siempre pendiente de los cantantes y la escena llevando a la orquesta de forma magistral con unos pianissimi sobrecogedores. Verdi se habrá sentido orgulloso.
Otra cosa fue la producción escénica. Si la utilización del espacio escénico fue totalmente acertada, no se puede decir lo mismo de la escenografía. Un total error firmado por Francesco Micheli. Como ejemplo la entrada del coro de gitanos y Azucena. La gitana aparece en un trono similar a los palios de las vírgenes de la Semana Santa española, vestida elegantemente y acompañada por una multitud de cofrades. Todos muy bien vestidos y adornados con collares y cadenas relucientes. Este absurdo se repite en las sucesivas apariciones. Leonora no muere en escena. Marcha hacia el fondo lentamente.
El público aplaudió con generosidad a los cantantes, orquesta y coro, que estuvo también sensacional, y una parte importante del público dedicó un sonoro abucheo a la producción escénica. Justo.
Francisco García-Rosado