Gala 50 aniversario de la Asociación de Amigos de la Ópera de Madrid

El próximo martes el Teatro de la Zarzuela acogerá una gala extraordinaria que conmemora el 50 aniversario del nacimiento de la Asociación de Amigos de la Ópera de Madrid (AAOM). En ella participarán Celso Albelo, Mariola Cantero, Lola Casariego, Elisabete Matos, Marina Rodríguez-Cusí, José Julián Frontal y Juan Jesús Rodríguez, entre otras muchas voces españolas.

La Asociación, que tuvo como germen una reunión celebrada en 1962 en el Círculo de Bellas Artes con la presencia, entre otras personalidades, de la Duquesa de Alba -hoy su vicepresidenta de honor- y Joaquín Calvo Sotelo, venía a ocupar un importante vacío. «Madrid necesitaba ópera», afirma Manuel López Cachero, presidente de la AAOM, situada en la calle Mayor, a medio camino entre el Teatro Real y el de la Zarzuela.

Afición reprimida

Vinculado a la institución desde sus albores, López Cachero fue testigo de las dificultades a las que se tuvo que enfrentarse esta iniciativa cuando «un grupo muy reducido, encabezados por Ángel Vegas» quisieron hacer realidad su sueño: tener su temporada de ópera. El cierre del Teatro Real en 1925, y la dedicación casi en exclusiva del Teatro de la Zarzuela a ese género, no dejaba mucho margen. «En 1963 se podían escuchar los conciertos de la Nacional, se podían ver revistas, zarzuela… pero poco más». Sin embargo, y de manera soterrada, existía una gran afición a la ópera, «pero era una afición reprimida, no en el sentido político o social, sino cultural pues si querías escuchar ópera tenías que viajar fuera de España o a Barcelona y Bilbao. Los jóvenes estudiantes de entonces, como yo, que tenía 23 años, habíamos escuchado discos pero no habíamos visto ópera en vivo en Madrid».

Aquel grupo se «tropezó» con los gustos y aficiones culturales de la época. «Había una clara hostilidad contra el mundo de la ópera porque se decía que era un arte decadente, y además un culto al pasado. Esto último se decía en voz baja y se refería a la monarquía de Alfonso XIII». También existía «un problema económico, pues montar óperas era caro». El apoyo de Ministerio de Información y Turismo, con Manuel Fraga Iribarne al frente, fue decisivo para hacer realidad aquel sueño. Uno de los requisitos que se exigió al grupo para seguir adelante es que «se constituyera en asociación, para asegurar que las entradas se vendieran. Tenían miedo de que el teatro no se llenará, y se llenó».

El I Festival de Ópera, organizado por Lola Rodríguez Aragón, estaba formado por diez títulos, encabezados por «Tosca»,«Il trovatore», «La bohème» y «Don Giovanni», de los que se ofreció una sola representación. Este festival tuvo continuidad, y se transformó en temporadas. También se multiplicaron las actividades de la asociación (algunas se trasladaron al Real, cuando este fue reabierto en 1997), con conferencias y coloquios, cursos, becas para jóvenes cantantes, visitas guiadas en el coliseo madrileño (realizadas de manera gratuita por algunos de sus socios y por las que el Real ha recaudado más de un millón de euros), ciclos de cine (en la actualidad colabora con Cinesa y los Yelmo Cines, que transmiten las temporadas internacionales).

Objetivos cumplidos

Cicuenta años después, López Cachero asegura que los objetivos fundaciones se han cumplido: «El más importante ha sido el de contribuir a que se advierta que la ópera es una forma de arte, que puede o no gustar, pero que no supone una antigualla, que está viva». Un arte en el que es importante «la conjunción de la voz, la música y la escena».

Con 400 abonados en sus inicios, el pico más alto de asociados alcanzó los 5.000, que en los últimos años se han reducido en casi un millar. ¿La crisis? «Parece que en este país la crisis tiene la culpa de todo», señala con cierta ironía López Cachero, que ha sido testigo de la evolución de la ópera y de su público en Madrid. Tachados los miembros de la AAOM de conservadores por algunos sectores, su presidente no rechaza el adjetivo: «Se conserva aquello que se valora. No queremos que toda la ópera sea del pasado, pero tampoco que se olvide la del siglo XIX. Queremos que se haga de todo en proporciones adecuadas».