Con una gran gala de canto ha comenzado la parte de lírica de uno de los festivales más importantes de verano de Cataluña, el Festival de Peralada, que ha servido igualmente para conmemorar el treinta aniversario de una idea y maridaje feliz de generosidad privada y expresiones artísticas teniendo como epicentro la música y un gran subrayado en la ópera.
Con gran afluencia de público y personalidades del mundo político, empresarial y cultural del país se inició una gala de repertorio francés e italiano que prevista en principio en dos partes se amplió a tres ya que cada uno de los cinco solistas ofreció un aria de bis fuera de programa subiendo el nivel de la gala a un nivel mucho más intenso musicalmente.
Lo primero que hay que destacar es la calidad de los solistas, todos ellos en un momento brillante y consagrado de su carrera y que en su mayoría ya habían actuado en el Auditorio del Castillo en ocasiones anteriores bien en recital o en alguna representación operística.
Normalmente una gala lírica se reduce casi como una ópera barroca a escuchar aria tras aria y algún dúo con algún solo orquestal para que los cantantes y el público descansen de los decibelios vocales, pero en este caso y gracias al concepto escénico de Albert Estany se mezcló con un muy austero pero elegante homenaje a esos treinta años del festival con tres videos de Nov25Studio en el que de manera más insinuada que realista se hace memoria de una historia de amor a la música plasmada con testimonios e imágenes de estas tres décadas.
En el programa de mano figuraba como orquesta titular la OBC (Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Catalunya) pero realmente era una mezcla de miembros de la OBC, de la orquesta del Liceu, de la Sinfónica del Vallés y bastantes atriles de colaboradores externos que hizo que el sonido, precisión y expresividad de la mismos no fuera lo mejor de la velada. Somos conscientes de que una gala de este tipo se ensaya un día o dos y que el resultado a pesar de ser obras de repertorio estándar en su mayoría no lo son para estos instrumentistas con lo que hubo algunos resbalones más o menos disimulados pero otros verdaderamente escandalosos como en la romanza “No puede ser” de La Tabernera del Puerto de Sorozabal con la que tuvo que lidiar un Marcelo Álvarez en contra de una marejada modal por parte de algunos miembros de viento de la orquesta.
Tras una Obertura de Guillaume Tell con un celo solista no del todo afinado intervendría el barítono malagueño Carlos Álvarez en el aria de la misma ópera rossiniana “Sois immobile” donde mostró su gran fraseo en este reciente rol incorporado a su repertorio, para pasar a la extensa escena-dúo “Signore m’assista il cielo”de la última ópera verdiana con uno de los Falstaff de referencia de hoy día, Ambrogio Maestri y que demostraron ambos su merecida fama en estos roles de Ford y Falstaff mezclando lirismo con vis cómica en un predominio del texto al que la música verdiana sirve en suave guante para reforzar las intenciones de la dramaturgia shakesperiana.
Nuevamente el repertorio francés se escuchó en la timbrada voz del tenor argentino Marcelo Álvarez con el aria de Le Cid de Massenet “Ah Tout est bien fini…” en el que se apreció una cierta tendencia al ataque brusco del comienzo de ciertas frases y palabras rompiendo la línea necesaria de este vskyrepertorio y que se haría más patente en el dúo final “Vicino a te” de la Andre Chenier.
La música de Verdi cerró la primera parte con la obertura y el aria “Pace, pace mio Dio” de La Forza del Destino por la soprano Eva María Westbroek cuya interpretación fue equilibrada pero sin llegar al dramatismo que exige la partitura quedándose en una lectura un tanto superficial y chillona de la misma que mejoraría en el dúo citado anteriormente de Giordano.
La segunda parte comenzó con una fría obertura de Les Vêpres siciliennes que pecó más de volumen y rapidez que de tensión y musicalidad para pasar a uno de los momentos culmen del concierto con el dúo de Il Trovatore “Udiste? Come albeggi, la scure al figlio” con un Álvarez pletórico en la primera parte del mismo y algo cansado en la segunda y una inabarcable Sondra Radvanovsky que interpretaría a continuación uno de los Vissi d’arte de los mejores que un servidor a escuchado en directo cuidando las dinámicas sin dejarse llevar por crecendos gratuitos y sobre todo con un arte del decir de verdadera gran artista que cambiando de tesitura ofreció para cerrar el concierto en la parte de bises una inspiradísima y festiva versión de “I could have danced all night” del musical My Fair Lady.
Si los papeles cómicos son la gran baza de Maestri nos hubiera convencido su interpretación de “Nemico della patria” de Andrea Chenier si hubiera apostado más por el equilibrio sonoro que por conseguir el dramatismo con un volumen estertoreo que hizo perder enteros en su interpretación volviéndoles a ganar en su magistral interpretación nuevamente de su Falstaff en “L’Onore!Ladri!”
“Ebben! Ne andró lontana” de la Wally fue el bis con el que cerró de manera correcta su intervención la soprano holandesa Eva-Maria Westbroek tras su éxito el año pasado con su Desdemona en este mismo escenario.
Uno de los bises más aplaudidos fue la romanza de zarzuela y gran caballo de batalla de Carlos Álvarez “Los cantos alegres” de La del Soto del Parral de Soutullo y Vert partitura de gran dificultad por la duración y las exigencias de tesitura y de legato que pide y que en la voz esmaltada del barítono malagueño siempre es un placer escuchar.
Uno de las batutas en ascenso en estos momentos es el italiano Daniele Rustione que junto con Ambrogio Maestri debutaban en el Festival. Su prestación al concierto fue puro espectáculo, más de coreografía a la galería que de buen resultado musical. Como dijo alguien del público parecía más un Bisbal con batuta que un director de ópera. Su labor de concertación y equilibrio sonoro entre orquesta y cantantes estuvo conseguida, pero en ningún momento consiguió unos resultados más que correctos de la orquesta.
No sabemos si por ser año Shakespeare se incluyó la lectura de algunos textos del inglés por parte del actor mediático Ángel Llacer que aparecía en el programa como conductor pero cuya aportación no hacía sino rellenar huecos sin mucho sentido en la dramaturgia del concierto.
También hubiera sido deseable que ya que el conductor no explicaba nada de las diferentes arias hubiera sido deseable poner la letra daducida en el programa o sobretitulada
A pesar de todo lo referido la velada se movió en un ambiente de concierto de verano, de fiesta musical, de agradecimiento a tres décadas de trabajo bien hecho acabando con un brindís hablado hacia la persona y alma mater del Festival, Carmen Mateu de Suqué, y posteriormente con música con el “Libiamo” de la Traviata con solistas, orquesta y público en una interpretación de aniversario.
Felicidades y…..Per molts anys!!
Roberto Benito