Gonzalo García, El primer bailarín del New York City Ballet, Gonzalo García, invitado por la CND para bailar en el Teatro Real Apollo y Concerto DSCH y, en La Zarzuela, Giselle
Por Cristina Marinero
Gonzalo García (Zaragoza, 1979) cumple 41 años el 30 de noviembre. Desde que tenía 15, no lo celebraba en España porque lleva más de media vida en Estados Unidos. Primer bailarín del New York City Ballet (NYCB) desde 2007, ingresó en la compañía fundada por George Balanchine y Lincoln Kirstein después de haber sido figura del San Francisco Ballet (SFB), donde entró en 1998, fue ascendido a solista en 2000 y a bailarín principal, en 2002.
La pandemia que asola el planeta, esta distopía que vivimos y que ha cerrado los teatros de Nueva York hasta la temporada 2021-2022, a él le ha traído un regalo: hacer realidad su sueño de bailar en el Teatro Real.
Invitado por quien ha sido su compañero y figura principal del NYCB, el hoy director de la Compañía Nacional de Danza (CND), Joaquín de Luz, García se presenta por primera vez en el magno escenario de Madrid con ella, del 19 al 21 de noviembre. En el programa del Teatro Real, que incluye White Darkness, de Nacho Duato, protagoniza Concerto DSCH (2008; coreografía de Alexei Ratmansky, sobre el Concierto para piano nº 2 de Shostakovich), el jueves 19, y Apollo (1928; coreografía de George Balanchine, sobre el ballet compuesto por Igor Stravinsky), el sábado 21, en la última función. Manuel Coves estará al frente de la Orquesta Titular del Teatro Real, con el pianista Luis Fernando Pérez como solista para interpretar a Shostakovich.
Gonzalo García es uno de los cuatro “Apolos” que bailarán en cada una de las cuatro funciones. En el estreno, lo protagonizará Alessandro Riga; el sábado 21, en la función de tarde, estará Yanier Gómez; y el viernes 20, será Sergio Bernal su protagonista. Bailarín de danza española –el academicismo de esta disciplina escénica incluyen ballet clásico como base para el movimiento-, Bernal, ha certificado con su interpretación de El cisne, en la coreografía de Ricardo Cue, que su preparación y talento también le posibilitan bailar este título neoclásico.
Nos confiesa Gonzalo García que “después de toda la vida buscando visados americanos, resulta que ha sido mi pasaporte español el que me ha ayudado a poder venir invitado por Joaquín y bailar en el Real. Ya pensaba que nunca iba a bailar en este teatro…”. Vino en septiembre para empezar a ensayar y se irá en navidades.
Porque las satisfacciones para Gonzalo García no terminan con la última función del Teatro Real ya que “el regalo de cumpleaños” se ha hecho más jugoso.
Y es que también bailará Giselle, en el papel de Albrecht, su protagonista masculino, junto a la bailarina Haruhi Otani, en las funciones que la CND ofrece del 9 al 22 de diciembre en el Teatro de la Zarzuela. Es el estreno de la versión de Joaquín de Luz del ballet compuesto por Adolphe Adam, sobre la coreografía original de Jean Coralli y Jules Perrot (1841), y con dramaturgia de Borja Ortiz de Gondra, situada en el romanticismo español e inspirada en la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer. Allí será el director César Alvarez quien se pondrá al frente de la Orquesta Titular de la Comunidad de Madrid, desde el foso.
Alumno de María de Ávila, encontró en su hija, la también bailarina y reputada maestra del San Francisco Ballet, Lola de Ávila, “a mi segunda madre”, afirma. Ella le llevó a un curso de la escuela de la compañía californiana en 1995 y, a partir de ahí, Gonzalo García emprendió la gran carrera como bailarín en EEUU que ahora disfrutaremos en España.
–El primer título en el que te veremos es Concerto DSCH, de Alexei Ratmansky, sobre el Concierto para piano, No. 2 en fa mayor, op. 102, de Dmitri Shostakovich, junto a Joaquín de Luz, con quien lo estrenaste en Nueva York, en 2008.
Sí! Entré en 2007 en el New York City Ballet y Joaquín ya llevaba varios años. Vino Ratmansky a montar Concerto…, su segunda pieza para el NYCB y tenía el tiempo justo. Yo lo conocía porque había trabajado en SFB con una versión de El carnaval de los animales, todavía estaba empezando como coreógrafo. Y nos eligió a Joaquín y a mí para esta creación. Es una pieza muy especial y muy personal porque la trabajamos directamente con él. A Joaquín le había admirado desde siempre y bailar en Nueva York a su lado fue genial. Estoy muy orgulloso de que seamos nosotros los que hayamos creado este ballet y que ahora lo traiga a España es muy importante, por la compañía y por el hecho de volver a bailarlo juntos.
-Y serás el Apollo que cierre las funciones del Real.
Es una pieza que nunca creí que iba a bailar. Pensaba que tenía que tener algo que no tenía. Y estaba de gira en Irlanda con SFB y el último día en Belfast, sacaron la tablilla para la semana siguiente y ponía García/Jacques D’amboise. Y cuando vino Jacques, uno de los grandes intérpretes de Apollo, para ensayar… Su visión del personaje tiene un aporte más dramático y me dijo que yo entraba en esa idea. Fue una experiencia muy importante porque es un ballet que puede parecer frío y D’Amboise lo baila con más carácter, le da esa magia. Una experiencia increíble. Lo he bailado mucho, con muchas bailarinas… Aunque en Nueva York tardé en bailarlo. Porque allí de la mañana a la noche “no te llevas el Mercedes”. Hay que trabajárselo, pero el que la sigue la consigue y es de mis ballets favoritos porque tiene cosas tan modernas. Me encanta Stravinsky y me gusta perderme en su narrativa de una manera tan contemporánea. Aquí bailaré con Giada Rossi, Haruhi Otani y Ana Calderón. La CND tiene muy buena energía, están trabajando como locos y se va a notar.
-Qué casualidad que cites a este gran bailarín norteamericano y “muso” de Balanchine. Porque te estaba viendo bailar en youtube y pensé “se parece a Jacques D’Amboise”, a quien, en España, quienes le conocen es por verle en la película Siete novias para siete hermanos (1954). Por edad, para muchos, y por lejanía, no hemos podido verle en vivo en Nueva York. Tiene 86 años, ¿qué tal está?
La verdad que está bien. Desde que empezó su organización, el National Dance Institute, se ha recorrido el mundo y enseña danza a miles de niños. Tiene su sede en Harlem con muchísimos alumnos. Está mayorcito, pero siempre ha sido una persona súper disciplinada y no va a parar hasta el final. Fíjate que yo no sabía quién era Jacques D’Amboise cuando lo leí en la tablilla por mi ensayo de Apollo. Y, ahora, cuando miro hacia atrás y me doy cuenta de que he trabajado con leyendas como él…
-Porque también has tenido de coach a Baryshnikov…
Sí y es muy especial. La mayoría de los bailarines tenemos una cosa muy visual. Es muy fácil copiar el movimiento. Y él es súper claro. El año pasado me hizo el coaching de Opus 19 / The Dreamer, de Jerome Robbins. Como Misha [apelativo por el que le llaman a Baryshnikov sus cercanos] se mueve contigo cuando te enseña en el estudio, estableces una conexión muy física. Siempre tienes que buscar el movimiento en tu cuerpo, eso sí. El no dice, “yo lo he hecho así y así hay que hacerlo”. Y no todas las estrellas son así.
-En esta invitación a Madrid, Joaquín de Luz, además de darte la oportunidad de bailar en el Teatro Real, te ha completado tu regalo de cumpleaños con Giselle.
Sí y es de mis clásicos favoritos. Tiene toda la poesía del mundo, es muy romántico y, a la vez, tiene un “algo” neoclásico. Trabajar en la versión de Joaquín y con bailarinas que lo van a bailar por primera vez es emocionante. Cuando hice mi primera Giselle como Albrecht fue con Tina LeBlanc, una gran bailarina americana. Ella ya tenía sus treinta y tantos años y dos hijos. Tina era quien me llevaba y yo tenía que subirme a su nivel. Ahora, con las bailarinas de la CND, como lo van a protagonizar por primera vez y tienen esa frescura, pues soy yo quien les ofrezco mi experiencia. Haruhi Otani, con quien bailaré, me encanta porque es muy obsesiva con el trabajo como yo. Nos metemos en el estudio horas y horas a practicar y practicar. Ha bailado Don Quijote pero, con este cambio de registro que supone Giselle, va a dar un cambio en su carrera.
-¿Qué estás saboreando más de este reencuentro con Joaquín de Luz, quien se retiró del New York City Ballet hace dos años, por lo que no bailabais juntos desde entonces?
Tenemos una amistad desde hace mucho tiempo, además de haber trabajado juntos, y siempre hemos mantenido el contacto. Ahora es muy especial y lo estoy saboreando todo porque nos vamos a menudo a cenar juntos para charlar, además de ensayar.
-El haber estudiado con María de Ávila, y con Lola de Ávila, te hace integrante de una saga de bailarines que viene del Teatro del Liceo de Barcelona. Ella bailó y estudió con Juan Magriñá (1903-1995); en el Liceo bailó y fue maestra (¡solo de mujeres!) Pauleta Pàmies (1851-1937), quien se había formado con Ricardo Moragas (1827-1899). Todos doctos en ballet clásico y en danza española.
El sello María de Avila es súper claro porque tiene esta cualidad de tradición, disciplina… Y su hija ha podido desarrollarse como maestra en el extranjero por lo que he tenido mucha suerte, primero por estudiar con “la jefa” y, luego, con mi segunda madre, Lola de Ávila. Y cuando, ahora, en la Compañía Nacional paso al estudio y éste se llama María de Ávila, pues es un reconocimiento importante. Ella está detrás de muchos de los bailarines importantes que se han creado en España: Víctor Ullate, Carmen Roche, Ana Laguna, Trinidad Sevillano, Arancha Argüelles…Me siento muy agradecido por haberla tenido de maestra y por la suerte que tuve de que su estudio estaba a cinco minutos de mi casa. Estaré en deuda con María forever.
-Ya has declarado en varias ocasiones que tu idea es retirarte como bailarín en 2022. ¿Es así o la vas a postponer?
Quiero mantenerla. Siempre he querido retirarme cuando esté todavía bien y no lo quiero alargar. Voy a seguir como maestro en la School of American Ballet [está contratado por esta escuela, pilar del New York City Ballet, que fundó Balanchine como primer paso para crear la compañía; de hecho, Gonzalo García sigue desde España dando clases a través de aplicaciones de video] y la compañía me ha propuesto un puesto como ballet master. Estoy preparándome con la Fundación Jerome Robbins para montar sus ballets, porque he bailado muchos. Además de lo que venga. A ver qué es lo que trae el futuro.
-Si vas a ser ballet master de las coreografías de Robbins, imagino que volverás pronto a Madrid para montar alguno. Seguro que Joaquín de Luz ya estará planeando cuál…
Sí. Y también quiere traer uno de Justin Peck [A sus 33 años, Alastair McCaulay, crítico del New York Times, dijo de él “es el tercer coreógrafo más importante de ballet clásico de este siglo”]. Le he dicho a Justin que ya le estoy haciendo el casting mientras ensayo ahora con la CND. Y me dijo que podría ser yo quien viniera a montarlo. Así que…