Éxito La Nitteti Auditorio Por José Antonio Lacárcel
El Auditorio Nacional ha presentado una verdadera primicia en tiempos modernos: la ópera (en versión de concierto) La Nitteti de Nicolò Conforto (música) y del gran Pietro Metastasio (libreto), la cual viera la luz el 23 de septiembre de 1756 en el Teatro del Buen Retiro de Madrid para después caer casi en el olvido. La presentación corrió a cargo del grupo Nereydas, dirigido por Javier Ulises Illán, y las voces solistas de Nuria Rial, Ana Quintans, María Espada, Lucía Caihuela, Zachary Wilder, Paloma Friedhoff y Víctor Cruz, mientras que la recuperación de la misma se debe a José María Domínguez y a Javier Ulises Illán, del Instituto Complutense de Ciencias Musicales (ICCMU). Éxito La Nitteti Auditorio
A lo largo de tres horas, más o menos, el Auditorio Nacional se convirtió en el Teatro del Buen Retiro y llegamos a tener la sensación de que éramos privilegiados asistentes al estreno de la obra, con la regia presencia de Fernando VI y su esposa, la reina Bárbara. Aunque la mente soñadora, transportada por la energía de Nereydas, no pudo resistir viajar también hasta el real sitio de Aranjuez, con su hermoso palacio, con sus formidables jardines, con ese ambiente único que bien recrea las andaduras hispanas de los primeros Borbones. En pleno ejercicio imaginativo vivimos la experiencia cortesana que tuvo lugar allá por los finales del año 1756, cuando la música se debatía entre el último barroco y los albores del clasicismo. Muchos autores han calificado como preclásica a esta época. Y tenemos que evocar esos lienzos magníficos que dan fe, dejan constancia, de la vida musical en la corte española, cuando el nombre de Farinelli constituía algo así como el santo y seña de toda la actividad musical cortesana. Fueron estos reyes ejemplo de cultura musical. De hecho la reina consorte llegó a ser una muy buena clavecinista, discípula de Scarlatti, quien se trasladó a la corte española, como hicieron también Luigi Boccherini y el propio Niccolò Conforto, músicos de corte.
No hay muchos datos históricos sobre este importante compositor que nace en 1718 y que muere en 1793. El Dr. Martín Moreno señala en su Historia de la Música Española. Siglo XVIII, que el Conforto llega a Madrid el 14 de octubre de 1755, de la mano de Farinelli siendo su cometido el de director de la orquesta. Peña y Goñi apenas si presta atención a este autor, dedicando solamente una cita en una nota a pie de página en su obra La Música Dramática en España. Quien sí que se ocupa con un poco más de amplitud tanto de Conforto como de la ópera a la que nos estamos refiriendo es el historiógrafo y crítico musical Mariano Soriano Fuertes Piqueras, quien en su monumental obra Historia de la Música Española les dedica un párrafo en el que señala que «Metastasio escribió para estas fiestas musicales -se refiere al cumpleaños de Fernando VI- el drama lírico titulado Ninetti (sic) por cuyo trabajo recibió una crecida suma y un regalo (…)». Pero ahí termina toda la referencia que, en realidad, es al libretista ya que del músico solamente hace la siguiente referencia: «Caído en desgracia Corselli, al poco tiempo de la muerte de Felipe V, fue sustituido en la enseñanza de sus altezas reales por el maestro de capilla napolitano don Nicolás Conforto, y éste puso en música dicho drama”. De este compositor añade Soriano Fuertes: «De don Nicolás (sic) Conforto sólo sabemos que puso en música el drama que Metastasio escribió para la corte de España titulado Ninetti y que si este Conforto es el mismo de quien hace referencia Mr. Fetis en su Diccionario, escribió en Londres otra ópera nominada Antigono. No quedando de sus obras, que sepamos, sino la censura que hizo de la Llave de Modulación del P. Antonio Soler, en la cual, sobresale más el elogio que los conocimientos, siendo la más pobre entre las que de maestros españoles se insertan en dicho tratado».
Pido perdón por esta digresión historicista pero he querido situar a Nicolò Conforto, compositor que como queda patente tuvo una importancia en la corte de los Borbones y, que sin embargo, no es tomado en demasiada consideración por los historiadores posteriores. Sin embargo, por lo escuchado en el Auditorio Nacional me parece una notoria injusticia este desdén por cuanto que es un autor digno de mención y no creo que valga como excusa el que compone siguiendo muy fielmente los patrones de la época y sirviendo al gusto de quienes eran sus mecenas y protectores. Y es que La Nitteti, siendo una obra muy de su época, encierra unos valores musicales importantes, por lo que tenemos que felicitar a Nereydas, a Javier Ulises Illán y a José María Domínguez por la magnífica labor que han realizado rescatando esta partitura, poniéndonos en condiciones de conocer, escuchar y poder saborear un tipo de música que no está pasada, que tiene su vigencia, que llega al espectador, que puede conmover y hacer vibrar las cuerdas más sensibles de nuestro ánimo. Y corrobora todo lo que estamos escribiendo al respecto la respuesta sincera del público madrileño que acogió esta obra como lo que creo que es. Una verdadera joya, una delicia que nos habla de una época, pero que puede tener y tiene la vigencia de la verdadera obra de arte. Éxito La Nitteti Auditorio
La estructura de la obra es la básica en todo el teatro musical de la época. Unas oberturas – en esa época reciben el nombre de sinfonías-, arias da capo, recitativos, dúos y escenas de conjunto. No se sale de lo habitual y tradicional en esos momentos. Pero lo cierto es que Conforto se nos presenta como un músico con mucho oficio, muy inspirado, muy conocedor del género que trabaja y de los aristocráticos espectadores que va a tener. Argumentos exóticos que o bien nos hablan de dioses y héroes o sitúan la acción en lugares remotos, como es este el caso. Metastasio sitúa la acción de La Nitteti en un lejano y remoto Egipto y presenta una trama donde se dan la mano los amores, más o menos contrariados, las intrigas palaciegas, la fuerza de unas pasiones. Todo ello da pie a que el compositor lleve a cabo un trabajo de rica inspiración, ateniéndose a los cánones estéticos propios del tiempo en el que vive y de acuerdo con los gustos de su selecto público. La música tiene un refinamiento absoluto. Está muy bien estructurada, cuida que haya una lógica correspondencia entre una melodía muy clara y grata y un sentido rítmico, de un indudable dinamismo, muy de la música de entonces en claro contraste con el estatismo que suele producirse en la escena. La concatenación de recitativos y de arias contribuye a crear esa aparente dicotomía entre música y acción. El autor trata con gusto depurado las voces y utiliza todos los resortes que están en sus manos para dotarlas de una musicalidad, de una suficiente claridad para que se pueda entender adecuadamente el texto. Es por ello por lo que nos encontramos ante la obra de un músico capacitado, quizá no genial, pero sí lo suficientemente importante, capaz de conseguir unos logros que se mantienen en el tiempo.
La interpretación brilló a gran altura. El grupo instrumental Nereydas demostró suficiente solvencia interpretativa. Bien, formidablemente bien la afinación, no siempre fácil al emplear algunos instrumentos de época. Equilibrio absoluto entre las familias instrumentales, equilibro en la planificación sonora. Por ejemplo, cuando se utilizaba la percusión, ésta no interfería para nada en el buen desarrollo de los demás instrumentos, llegando al espectador con nitidez y claridad todo el mensaje que pensó y creo su autor. Una sorprendente limpieza en la ejecución. Tanto en conjunto como en solistas tuvimos la ocasión de escuchar y degustar a unos buenos instrumentistas, punto básico para el buen desarrollo, triunfal desarrollo de toda la velada.
Muy bien el capítulo de voces. Todas ellas a buena altura, aunque creo que es de justicia resaltar sobre todo a Ana Quintans, quien tuvo a su cargo interpretar un personaje un tanto poliédrico pero que siempre destaca por su especial dulzura, por el encanto que tiene el personaje. La intérprete nos ofreció una deliciosa Beroe en una lucha permanente entre el deber, la lealtad, y el amor. Fue dúctil esta soprano, como lo fue también Nuria Rial dando vida a un personaje quizá más ingrato, pero al que supo transmitir su indudable personalidad. Cantó muy bien, con mucho gusto, pendiente de dotar a su personaje de las virtudes que el compositor pensó para ella. También habrá que destacar a María Espada, que unió a su bien timbrada voz una personalidad arrolladora, haciendo creíble su personaje masculino. Tanto en arias, en recitativos, como en dúos, fue una continua demostración de buen hacer. El resto, todos ellos a muy buena altura, teniendo que referirnos a la labor, con su bonita y bien cuidada voz, del tenor Zachary Wilder, en un papel nada fácil pero que encerraba un gran abanico de posibilidades que el cantante aprovechó cumplidamente, y sobre todo tenemos que destacar a Lucía Caihuela, una cantante con buenas dotes interpretativas (como Espada, interpretó a otro personaje masculino de manera creíble) y que además es poseedora de una hermosa voz oscura y aterciopelada que maneja con una sólida técnica. Éxito La Nitteti Auditorio
Legítimamente satisfecho tiene que estar Javier Ulises Illán, que llevó a cabo un trabajo encomiable, dirigiendo y concertando a todos los intérpretes, cuidando de dar esa intensidad que la obra requiere y evitando que se cayera en la monotonía. Tres horas de buena música que pasaron muy rápidas y que provocaron el entusiasmo de un público muy receptivo, al que se le avisó del regalo que supondrá la grabación de esta ópera que nos habla del alto nivel artístico de la corte española del siglo XVIII, centrado en las figuras de Felipe V y Fernando VI y del nutrido círculo de grandes artistas de los que supieron rodearse. Enhorabuena a todos los intérpretes y quedamos a la espera de que se culmine esa grabación de La Nitteti que tan buen sabor ha dejado al público madrileño. Opera World
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Auditorio Nacional de Música, 7 de mayo de 2022. La Nitteti, con música de Nicolò Conforto y libreto de Pietro Metastasio, ópera en versión de concierto. Director musical: Javier Ulises Illán. Solistas: Núria Rial (Nitteti), María Espada (Sammete), Ana Quintans (Beroe), Lucía Caihuela (Amenofi), Zachary Wilder (Amasi), Paloma Friedhoff (Bubaste), Víctor Cruz (Noble egipcio). Nereydas. Recuperación histórica, estreno en tiempos modernos.