Gregory Kunde cambia el escenario por la batuta en Valencia

Gregory Kunde cambia el escenario por la batuta en Valencia
Gregory Kunde cambia el escenario por la batuta en Valencia

El tenor americano Gregory Kunde ha cambiado de rol de cantante a director de orquesta para dirigir a los alumnos del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo del Palau de Les Arts de Valencia en un concierto dedicado al bel canto.

Con un Teatro Martí y Soler bastante lleno se ofreció un concierto dedicado a los tres tops del bel canto: Rossini, Donizetti y Bellini dentro de las actividades del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo del Palau de Les Arts de Valencia que complementa con la participación de sus miembros en las diferentes producciones de la Sala Grande dentro de la temporada.

Catorce jóvenes cantantes se encargaron de interpretar páginas muy conocidas de siete de las más representativas óperas del primo ottocento italiano en un programa que destacó por su variedad, dinamismo y calidad.

De cualquier melómano operístico español es conocida la increíble trayectoria de este tenor de Rochester , Gregory Kunde que en los últimos ha inundado todos los teatros de nuestro país con sus magníficas versiones que van desde el bel canto, hasta la gran opera francesa, las óperas reseñables de Verdi e introduciéndose ahora en el verismo.

Lo que es una novedad en nuestro país es verle la espalda y batuta en mano dirigir a otros cantantes. Es verdad que no es nuevo ya que desde hace más de tres lustros que dirige un coro en su ciudad natal junto con su esposa, y en 2011 dirigió y grabó en dvd la ópera de Donizetti, Maria di Rohan, en una producción del Festival de la ciudad natal del compositor.

El concierto se articuló en dos partes iniciadas con sendas sinfonías la primera de la Cenerentola rossiniana y la segunda del Don Pasquale de Donizetti.

En ninguna de ellas se pasó de una mera corrección sin llegar a alcanzar la gracia que estas partituras destilan, si bien se respetaron los tempos y climas diferentes de ambas piezas orquestales aunque en la segunda hubo problemas de balance entre las familias instrumentales y no mucha pulcritud en la articulación.

Comentar las trece piezas cantadas que compusieron el programa sería tedioso pero sería injusto no destacar algunas de ellas por la valía de sus intérpretes. Entre las sopranos destacaron Tatiana Irizarry con “una Voce poco fa” elegante aunque con unos agudos excesivamente abiertos y sobretodo Karen Gardeazabal con una magnífica interpretación de “Pronta io son” de Don Pasquale. Los tenores estuvieron bien servidos en las voces del ligero Emmanuel Faraldo con un muy cuidado “Principe più non sei” de La Cenerentola y Fabián Lara que levantó los aplausos tras una sentida “Furtiva Lagrima” de la que hizo una interpretación muy sentida y perfectamente cantada, dos tenores a tener en cuenta para estos papeles y repertorio. El bajo Alejandro López fue otro de los cantantes que marcó la diferencia y la profesionalidad en el concierto con su aria “Vi ravisso” de La Sonambula con un instrumento aterciopelado y un legato envidiable. Reseñar la mezzo Nozomi Kato en el aria central de La Favorita, así como la Lucia de de Federica Di Trapani. El resto estuvo correcto aunque alguno de ellos con grandes carencias técnicas que esperemos pueda subsanar para próximas ocasiones.

El público premió con aplausos cada intervención destacando los dos concertantes con que se cerraba cada parte del concierto y en el que todos los solistas corrían con la parte de coro igualmente.

Una iniciativa que se ha saldado con éxito de público pero que tal vez hubiera sido mejor aprovechar a Kunde como maestro de canto únicamente y dejar la batuta a otro director que pudiera trabajar más y con mejor resultado la orquesta. 

La defensa del arte, de la libertad, de la cultura, en definitiva de la dignidad humana y del respeto a la vida se puede y se debe hacer de muchas maneras desde el diálogo político, la justicia social, el respeto religioso, pero nunca desde la violencia indiscriminada de los atentados que han sufrido la gente de Bruselas, de ahí que el director artístico Davide Livermore pidiera comenzar el concierto con un minuto de silencio por las victimas de dichos atentados y diciendo que “Bruselas somos también nosotros”. La ópera y la música no ha de ser un puro entretenimiento sino un escenario del mundo, de su historia y de las preocupaciones y pasiones humanas.

Robert Benito

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