‘Hadrian’ Rufus Waingwright Por María Pardo
Tras una primera ópera (Prima Donna, 2009), que pasó sin pena ni gloria, el músico canadiense Rufus Wainwright regresó, con más experiencia y enfoque, a la composición operística. Sobre un libreto del dramaturgo Daniel McIvor ha compuesto una ópera de cuatro actos y con una duración de casi tres horas que narra la relación amorosa entre el emperador Adriano y el joven Antínoo. La obra se estrenó en Toronto, en una producción de la Canadian Opera Company en 2018, y esta nueva propuesta escénica viajará al Festival de Perelada.
Waingwright quiere reconectar la ópera con nuestra época, volver a la popularidad que gozó antaño, utilizando la melodía, la armonía y las emociones puras (el amor) de una manera contemporánea para el público de hoy. Sin embargo el uso y abuso de todos los recursos compositivos y sobre todo la superposición de ellos terminan emborronando una música que podría llegar más directamente a los oyentes actuales. ‘Hadrian’ Rufus Waingwright
La propuesta semiescénica firmada por Jörn Weisbrodt, a la sazón esposo de Waingwright, se apoya en la proyección de imágenes del fotógrafo Robert Mapplethorpe (1946-1989) y en el movimiento de los cantantes y de algunos elementos corpóreos (atriles, sillas) de manera ingeniosa, convirtiéndolos en dinamizadores del transparente espacio escénico.
El desempeño de la Orquesta Titular del Teatro Real, bajo la dirección del estadunidense Scott Dunn, mostró una vez más su ductilidad, al igual que el Coro Intermezzo, con fuerza y empaste que no dejan de sorprendernos. ‘Hadrian’ Rufus Waingwright
La disposición de los cantantes ha sido clave en el mejor desarrollo y comprensión de la obra. Agrupados por su función en las escenas con respecto a Adriano, hicieron gala del dominio de sus capacidades musicales y vocales. La música no es fácil y tuvieron que luchar contra el exceso de la inexplicable amplificación del sonido de la orquesta, que en muchas ocasiones hacía inaudibles sus intervenciones, sobre todo en el caso de Berna Perles en el rol de Lavia en el primer acto. Alexandra Urquiola, la mezzosoprano que estrenó esta obra en el papel de Plotina y que reemplazó a Ainhoa Arteta, hizo un estupendo trabajo, a la par que el tenor Alejandro del Cerro como Trajano. Thomas Hampson (Hadrian) nos ofreció un emperador más que convincente en su rol de enamorado del joven Antínoo, aun a pesar de que es heterosexual en sus preferencias íntimas. Su voz, ya afectada por la edad, resultó sobradamente válida y apropiada para su personaje.
El tenor Santiago Ballerini (Antinous), que sustituyó a Xabier Anduaga, mostró su voz brillante y bien proyectada y se llevó una gran ovación por parte del público. Pero quien se llevó la palma con diferencia fue la soprano Vanessa Goikoetxea (Sabina) que, tras momentos exquisitos como el de su aria del segundo acto, ya tenía a todo el teatro rendido a sus pies. El barítono Christian Federici (Turbo) fue un “malo” convincente y entrañable y el trío de senadores compuesto por el tenor Pablo García-López, el barítono Josep-Ramón Olivé y el bajo-barítono David Lagares consiguieron en sus intervenciones un empaste certero y autoritario, como si se tratase de una sola persona. Patricia Redondo interpretó un buen chiquillo y estuvo creíble en su rol.
Madrid. Teatro Real. 27 de julio de 2022. Hadrian. Música: Rufus Wainwright. Libreto: Daniel McIvor. Elenco: Thomas Hampson, Alexandra Urquiola, Santiago Ballerini, Christian Federici, Vanesa Goikoetxea, Alejandro del Cerro, Albert Casals, Pablo García-López, Josep-Ramón Olivé, David Lagares, Patricia Redondo. Coro y Orquesta del Teatro Real. Director de musical: Scott Dunn. Director de escena: Jörn Weisbrodt. OW