No parece que corren buenos tiempos para la lírica en Pamplona. De hecho, la oferta operística se ha visto claramente reducida en los últimos años. En lo que a Baluarte se refiere, esta temporada no ofrece sino un par de conciertos – eso sí, con grandes figuras, como Gregory Kunde y Juan Diego Flórez – y una ópera en concierto, que es a la que me referiré a continuación.
Es posible que I Capuleti e I Montecchi se haya ofrecido por primera vez en Pamplona, aunque hayan transcurridos casi 187 años desde que se estrenara en La Fenice de Venecia. No puedo asegurar que sea éste el estreno de la ópera en Pamplona, pero sí que no se ha visto en los últimos 100 años. Para una ocasión tan señalad el Baluarte ha decidido ofrecer un reparto de artistas locales ya consagrados, y la verdad es que estos Capuletos forales han volado alto.
Uno de los principales responsables del buen éxito del concierto ha sido Antonello Allemandi, que, si no me equivoco, era la primera vez que dirigía en Pamplona. Su lectura ha estado llena de vida, con tiempos muy adecuados y apoyando perfectamente a los cantantes. No han pasado dos meses desde que le viera dirigir La Cenerentola en Bilbao y la diferencia es notable. El único lunar que se le puede poner es que en algún momento en el segundo acto hubo algo de exceso de volumen sonoro por parte de la orquesta, especialmente teniendo en cuenta que las voces de los protagonistas eran un tanto reducidas. La Orquesta Sinfónica de Navarra tuvo una correcta actuación bajo su batuta. En cuanto a la parte masculina del Orfeón Pamplonés, creo que fue un error presentar nada menos que 42 coralistas. No es una ópera para hacer alardes corales y faltaron matices, sobrando volumen en más de una ocasión.
Como digo más arriba el reparto ofrecido presentaba a los tres cantantes navarros con mayor proyección en la actualidad y la verdad es que la actuación de las dos protagonistas principales hizo que el público disfrutara de una auténtica ópera belcantista muy bien servida.
Lo más destacado del concierto fue la actuación de Maite Beaumont en la parte de Romeo. Su adecuación al belcanto es indudable, como lo es la belleza de su voz, a la que hay que añadir un canto muy expresivo, dando sentido a todas las frases. Estamos ante una gran cantante, a la que únicamente le falta algo más de volumen para ser una intérprete excepcional. Aquí se encuentra en su elemento y no creo que la frecuentación de personajes como Carmen, que la ha cantado en escena, sea muy positivo para ella.
Sabina Puértolas lo hizo de manera convincente en la parte de Giulietta. Esta soprano ha tenido una evolución espectacular en los últimos años y hoy se ha convertido en una cantante asidua en grandes teatros de ópera en el mundo. Baste recordar que esta misma temporada ha cantado en el Covent Garden y que dentro de unos meses lo hará en el Teatro Real. Está en un gran momento, la voz es atractiva y corre bien por la sala, aunque no sea muy grande, y mostró además una buena química con Maite Beaumont.
El tercer cantante foral era el tenor José Luis Sola en la parte de Tebaldo, rol que venía de cantar el mes pasado en las representaciones escénicas de Oviedo. Cantó siempre con gusto, quedando un poco corto de volumen y teniendo el hándicap de que sus notas altas se estrechan más de lo que a él mismo le gustaría.
En los papeles secundarios el bajo brasileño Luiz-Ottavio Faria fue un adecuado Capellio, mientras que Lorenzo fue interpretado por el bajo asturiano Miguel Ángel Zapater, que sustituía a Arutjun Kotchinian. Su canto fue expresivo y un tanto basto.
El Baluarte ofrecía una entrada próxima al 90 % de su aforo. El público se mostró muy cálido con los artistas. A escena abierta se aplaudió con mucho fuerza los dúos de Romeo y Giulietta en el primer acto. En los saludos finales las mayores ovaciones fueron para Maite Beaumont, no faltando muestras de entusiasmo para Sabina Puértolas y para Antonello Allemandi.
El concierto comenzó con 5 minutos de retraso y tuvo una duración de 2 horas y 34 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 6 minutos. Cinco minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 44 euros, costando la más barata 24 euros.
José M. Irurzun