Il Barbiere di Siviglia se torna oscuro y monstruoso en Cremona

Il Barbiere di Siviglia Por Bernardo Gaitán

Cuenta la leyenda que el 20 de febrero de 1816, noche en que se estrenó Il Barbiere di Siviglia en el Teatro Argentina de Roma, fue un completo fracaso. El tenor rompió una cuerda de la guitarra durante la serenata, el bajo se cayó y sangrando de la nariz terminó su aria, la gente abucheaba… incluso un gato negro atravesó el escenario. Función más desastrosa no pudo haber, salvo probablemente la del 10 de octubre en el Teatro Ponchielli de Cremona.

Il Barbiere di Siviglia – Teatro Ponchielli de Cremona                                                       (c) Alessia Santambrogio 2021

Un conjunto de malas decisiones hicieron de uno de los títulos más representados y amados del repertorio mundial, un martirio para cualquier apasionado del belcanto. El concepto dark-gótico ideado por Ivan Stefanutti fue un homenaje a la popular serie de televisión The Addams Family que por momentos caía en lo burdo e incomprensible. Por ejemplo, el reinventado personaje de Ambrogio como una gigante botarga de monstruo de peluche que deambulaba por el escenario haciendo gags dignos de entrar en la categoría de ‘comedia de pastelazo’. Momentos de vacío total como la mítica cavatina de Figaro ‘Largo al factotumunida al duetto ‘All’idea di quel metallo’ donde, literalmente, por casi 15 minutos no pasa nada en escena, a pesar de que el barbero describe con lujo de detalle su tienda o las actividades que realiza para ganarse la vida. Unos gatos callejeros que bailan rock y tocan instrumentos como en una banda mientras Lindoro interpreta la serenata ‘Se il mio nome saper vos bramate’ resultan ofensivos para las intenciones del Conte. O el  molesto e innecesario humo escénico que, además de incomodar a los asistentes por su olor, hacía ruido a cada expulsión, algo que se evidenciaba aún más gracias a la impecable acústica del teatro. Y ni hablar del personaje de Don Basilio caracterizado íntegramente como el Abuelo de La familia Monster, tan injustificable como lo demás. El concepto oscuro y misterioso podría ser una ingeniosa idea, pero está fuera de lugar y resulta caprichoso en una comedia tan blanca, ágil y descriptiva como es el Barbero.

Il Barbiere di Siviglia – Teatro Ponchielli de Cremona                                                       (c) Alessia Santambrogio 2021

Pero la parte musical es lo verdaderamente aberrante de esta producción. A la batuta, el joven director Jacopo Rivani, quien a pesar de tener estudios rossianianos y haber asistido al mismísimo Alberto Zedda en este mismo título, propuso una lectura completamente alejada de la partitura original. Unos tempi ridículamente veloces en las partes lentas hacían que los pasajes donde Rossini pedía presto o vivace se oyeran prácticamente igual. Es musicalmente inconcebible que Bartolo interprete con el mismo golpe de metrónomo ‘Quando mi sei vicina’ que el Allegro vivace ‘Signorina un’altra volta quando Bartolo andrà fuori’ de la segunda parte de su aria. La incomodidad de los cantantes era evidente, pues no lograban completar bien las frases por la velocidad de las melodías -y ni hablar del sillabato– mientras que los soporíferos recitativos eran inversamente proporcionales, lentos y sin ninguna cualidad histriónica.

Parecía que el corno estaba leyendo la partitura a primera vista por la cantidad de errores; sobre todo en el ‘Piano, pianissimode Fiorello o en la icónica y célebre obertura. La orquesta de I Pomeriggi Musicali di Milano pasaba del forte al fortissimo sin acercarse jamás a los piani.  A pesar de la nula existencia de matices -característicos en la escuela de Zedda- es de reconocerle a la orquesta que siguió siempre los aberrantes tiempos de Rivani, aun en los pasajes más difíciles como el quartetto ‘La testa vi gira’ o en el ‘Temporale’ que fue lo único verdaderamente loable de las 3 horas de música.

Il Barbiere di Siviglia – Teatro Ponchielli de Cremona                                                       (c) Alessia Santambrogio 2021

Afortunadamente, el joven cast, a pesar de las ocurrencias escénicas y los absurdos requerimientos musicales, dio lo mejor de sí y puso algo de remedio a la noche. La mejor fue la mezzosoprano Chiara Tirotta, quien interpretó a Rosina; su ágil voz corrió por el teatro con potencia y coloraturas limpias. Su enamorado Lindoro fue interpretado por el joven tenor Matteo Roma, quien tiene unos muy bellos, discretos y timbrados sobreagudos. Al igual que Tirotta, la limpieza de sus coloraturas junto con su aspecto físico hicieron de él un Conde d’Almaviva muy creíble. El único inconveniente de Roma es que no interpretó el aria final ‘Cessa di più resistere’.

El barítono Gianni Luca Giuga interpretó un Figaro sin pena ni gloria. Cumplió con todo lo que está escrito en la partitura pero no robó la función como normalmente sucede. De igual manera Alberto Comes encarnó a un Don Basilio entonado pero gris y sin trascendencia. Mientras que la Berta de Tiberia Monica Naghi fue de lo mejor que escuchamos; las variaciones de ‘Il vecchiotto cerca moglie’, atrevidas y ágiles, fueron un caramelo muy apreciado.

El ‘gato negro’ de esta función fue la indisposición de Diego Savini, quien debería haber interpretado el fundamental rol de Don Bartolo, pero como evidentemente la producción no contaba con un suplente o cover para el papel, Savini caracterizado del anciano tutor hizo la parte actoral en el escenario (sin voz) mientras desde un palco Enrico Maria Marabelli cantaba el rol vestido todo de negro. El terrible desequilibrio entre ver a un personaje haciendo fonomímica por una parte y escuchar la voz por otro lado sin un correcto lip-synch fue un fuerte distractor tanto para el público como para el elenco. Un grave error de la producción de OperaLombardia pues un papel tan importante como Bartolo, que está prácticamente todo el tiempo en el escenario, no puede quedar sin un understudy de protección; el resultado fue un torpe Bartolo que no tenía la fuerza escénica ni vocal que demanda el rol por la improvisación del momento.

Il Barbiere di Siviglia – Teatro Ponchielli de Cremona                                                       (c) Alessia Santambrogio 2021

Por su parte el coro, dirigido por Massimo Fiocchi Malaspina, tuvo un óptimo desempeño, siempre precisos, unidos y entonados. Y no puedo terminar sin mencionar que el diseño de luces del ingenio de Fiammetta Baldiserri ayudó a concebir mejor la idea de Stefanutti, quien además de la regia firmó una escenografía de altísima calidad y unos vestuarios muy ad hoc con su concepto, que equilibraban la pobre dirección escénica. La producción -parafraseando al propio Rossini en el final del I Acto- se resume en que: Mi par d’esser con la testa in un’orrida fucina, dove cresce e mai non resta, delle incudini sonore l’importuno strepitar (Me parece estar con la cabeza metida en una horrible herrería, donde crecen y no se detienen los sonoros yunques y el estrépito molesto).

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Teatro Amilcare Ponchielli de Cremona, 10 de octubre de 2021. Il Barbiere di Siviglia, de Gioachino Rossini. Il Conte d’Almaviva – Matteo Roma, Don Bartolo (Escena) – Diego Savini, Don Bartolo (Voz) – Enrico Maria Marabelli, Rosina – Chiara Tirotta, Figaro – Gianni Luca Giuga, Don Basilio – Alberto Comes, Fiorello – Pierpaolo Martella, Berta – Tiberia Monica Naghi, Ambrogio – Federico Pinna, Ufficiale – Pietro Miedico. Dir. musical – Jacopo Rivani. Dir. Escénica y vesturario  – Ivan Stefanutti. Iluminación – Fiammetta Baldiserri. Orquesta de I Pomeriggi Musicali di Milano. Coro OperaLomardia. Mtro. Del Coro – Massimo Fiocchi Malaspina.