Il postino. Catán. Madrid

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Teatro Real de Madrid. 23 Julio 2013.

El Teatro Real cierra su temporada de ópera con esta ópera del mejicano Daniel Catán, que contaba con la presencia al frente del reparto de Plácido Domingo, sin duda el gran aliciente del título y más en Madrid. Lamentablemente, el gran artista madrileño (no me atrevo a llamarle tenor) hubo de cancelar en plenos ensayos al sufrir una embolia pulmonar como consecuencia de un trombo. Parece que la salud y la edad no respetan ni a Supermán.

El mejicano Daniel Catán ha sido uno de los pocos compositores de éxito en los últimos años, aunque no ha podido disfrutar mucho del mismo, ya que falleció hace un par de años. Cuatro son las óperas que compuso en su vida. Su primera obra fue un poco tardía, ya que La Hija de Rappaccini data de 1991, cuando Catán contaba con 42 años de edad. A ésta le siguieron Florencia en el Amazonas (Houston, 1996), Salsipuedes (Houston, 2004) y, finalmente, Il Postino (Los Ángeles, 2010), su última ópera.

Il Postino se basa en la película del mismo título de Michael Radford y es un homenaje al poeta chileno Pablo Neruda. El libreto es obra del mismo compositor y narra en una serie de escenas la vida del poeta en Italia en los años 50 y su relación con los habitantes del pueblo, especialmente con el joven cartero de la localidad. No estamos ante una obra maestra de la historia de la ópera, pero sí de una obra que se ve y escucha con agrado y facilidad, mucho más amigable que otras óperas modernas que hemos tenido que sufrir en los últimos años. La ópera tiene una primera parte – los dos primeros actos – de corte lírico y hasta romántico, mientras que el último acto, con el regreso de Neruda y la muerte del cartero comunista, adquiere tintes mucho más dramáticos. El estilo de Catánen en esta opera es un tanto post romántico, con profusión de diálogos en música y algunos duetos inspirados, con cierta semejanza a la línea musical de Debussy.

Il Postino fue escrita pensando en Plácido Domingo en la parte de Pablo Neruda y en sus características vocales, de modo que desde el estreno de la ópera la identificación escénica Domingo-Neruda hace que el hecho de que el tándem se rompa traiga consigo importantes consecuencias.

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El Teatro real nos ha ofrecido la producción escénica de Ron Daniels, que es la que se estrenó en Los Ángeles y que posteriormente ha viajado por distintos países, como Austria, Francia, Méjico y Chile. La producción se presta bien a las exigencias de la ópera, que es una sucesión de escenas breves, lo que se consigue a base de pequeños escenarios con elementos de atrezzo adecuados para cada uno de los ambientes. Escenografía y vestuario se deben a Riccardo Hernández y resultan adecuados a la trama y a la época de la misma. Buena la iluminación de Jennifer Tipton y hay que resaltar el importantes papel que tienen en la producción los videos de Philip Bussmann.

La dirección de actores está bien trabajada en todos los casos y el espectáculo escénico resulta agradable.

Para quien esto escribe lo mejor del espectáculo fue la dirección musical de Pablo Heras-Casado, que dirigió con gran conocimiento de la partitura y consiguió que el interés no decayera, lo que no es poco en una ópera moderna. Heras-Casado se ha convertido en una auténtica realidad en la dirección de óperas y espero que podamos encontrarlo con más frecuencia en los fosos de los teatros españoles. A sus órdenes estuvo una notable Orquesta Sinfónica de Madrid, sin duda hoy la mejor orquesta en foso de España tras la del Palau de Les Arts de Valencia. Buena actuación del Coro Inrtermezzo en sus breves intervenciones.

Vicente Ombuena tuvo que hacerse cargo del personaje de Pablo Neruda sustituyendo a Plácido Domingo. La papeleta era más que complicada y el valenciano podemos decir que ha salido más que airoso del trance. Dadas la circunstancias no cabía otra solución, ya que era el único que había cantando este rol, aparte de Plácido Domingo. De no contar con él y, teniendo en cuenta las fechas, no habría habido más remedio que suspender las representaciones o darlas en versión de concierto. Así pues, Vicente Ombuena solventó un muy grave problema al Teatro Real y lo hizo con más que decoro. Su actuación escénica fue muy convincente en todo momento, aunque vocalmente su instrumento poco tiene que ver con el de Domingo. Es una partitura muy central y Ombuena no es muy brillante ahí. No hay que olvidar que el valenciano lleva años haciendo papeles de comprimario en teatros de ópera españoles. El último personaje protagonista que recuerdo haberle visto fue el Faust en Irún.

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Vicente Ombuena y Cristina Gallardo-Domas

El personaje que da título a esta ópera es del Mario Ruoppolo, el cartero del pueblo, cuya importancia en la ópera es incluso superior a la del propio Pablo Neruda. Su intérprete fue el tenor Leonardo Capalbo, cuya actuación ha sido muy convincente en escena, aunque la voz no tenga mucha calidad y quede un tanto corto en los pasajes más dramáticos del último acto. Desde el estreno en Los Ángeles había sido Charles Castrovono quien daba vida a Il Postino y su voz tiene una calidad superior a la de Capalbo, aunque la composición escénica de éste sea tan convincente como la de su colega.

La soprano española Sylvia Schwartz me resultó una convincente intérprete escénica de Beatrice Russo, pero vocalmente la encontré insuficiente para el personaje, aunque el público no parecía compartir mi opinión. En la primera mitad de la ópera su voz de soprano ligera y de volumen muy reducido cumple bien con el personaje soñador y enamoradizo de la joven Beatrice, pero en el último acto su voz resulta totalmente insuficiente, siempre inaudible en los concertantes.

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Leonardo Capalbo y Sylvia Schwartz entre Víctor Torres y Nancy Fabiola Herrera.

La soprano chilena Cristina Gallardo Domas ha sido siempre la intérprete de Matilde, la esposa del poeta, y lo sigue haciendo francamente bien, más allá de que su voz ofrece signos de fatiga en cuanto la partitura tiende hacia arriba.

Muy adecuada la mezzo canaria Nancy Fabiola Herrera en el divertido personaje de Donna Rosa, que parecía sacado del programa Historias de la Frivolidad con las inolvidables hermanas Gutiérrez Caba.

Los personajes secundarios no pasaron de cumplir con su cometido. Eran Víctor Torres (Giorgio), Federico Gallar (El político Di Cosimo), Eduardo Santamaría (Padre de Mario) y José Carlos Marino (Sacerdote).

El Teatro Real estaba prácticamente lleno, con huecos evidentes tras el descanso. La reacción del público fue bastante tibia, con algunos bravos dirigidos a los tres principales protagonistas de la ópera.

La representación comenzó con puntualidad y tuvo una duración de 2 horas y 36 minutos, incluyendo un intermedio. Los aplausos finales no pasaron de los 4 minutos.

El precio de la localidad más cara era de 203 euros. En los pisos superiores los precios oscilaban entre 179 y 90 euros. En el piso más alto había localidades por 64 y 34euros. Supongo que quien compró entradas para ver al todavía hoy Supermán en escena estará decepcionado y con razón.

José M. Irurzun