
Dentro del ciclo Grandes voces el Palau de la Música Catalana se ha incorporado a la gira europea que Les Arts Florissants con su director titular William Christie y un elenco de sus cantantes habituales junto con el tenor mediático Rolando Villazón para interpretar la obra del joven Mozart Il Re Pastore
Es una suerte que haya instituciones que programen ópera de calidad más allá del Liceu en la ciudad de Barcelona complementando con títulos y estéticas allá donde el gran coliseo de las Ramblas no llega habitualmente como es la ópera barroca o títulos no tan habituales como el que nos ocupa o agrupaciones especializadas que se salen de los parámetros de una programación de temporada como los excelentes Les Arts Florissants y el carismático William Christie a la cabeza.
Lo que ya habría que cuestionar por parte de dichos programadores es la causa de una respuesta un tanto pobre por parte de la gente, ¿será por el día, por el título, por alguno de los solistas, por el precio, por el marketing realizado, por la coincidencia de otros conciertos igual de atractivos con directores mediáticos como Gardiner a los tres días? Todo un misterio que los responsables han de analizar para que una cita tan importante no pase desapercibida para los melómanos que llenan el Auditori o el mismo Palau en otras ocasiones ante ofertas similares.
Mozart tenía 19 años cuando compuso esta ópera, la última para la corte del Arzobispo de Salzburgo, con motivo de la visita del hijo menor de la Emperatriz a la corte de Salzburgo. No se trata de una temática nueva ya que está basada en un libreto de Metastasio para una composición de Giuseppe Bonno que a su vez se inspira en otra obra del poeta del renacimiento Torquato Tasso pero sí que nos sitúa en varios subrayados dentro del corpus mozartiano. Il Re Pastore por sus personajes nos acerca a la trama de cuarteto amoroso del Cosi fan tutte pero con la simplicidad de un relato de pastores muy bucólico y por otra parte es la visagra que abrirá a Mozart a la temática entre el amor y el deber que desarrollará mucho más en su Idomeneo inmediatamente posterior.
Un quinteto de solistas desiguales fueron los encargados de poner voz y cuerpo a estos personajes sin mucha consistencia dramática aunque con arias de compleja ejecución y exigencia técnica. La obra está dividida en dos actos en los cuales cada uno de los solistas tiene sus dos respectivas arias más un dúo que acaba el acto primero y un quinteto que cierra la ópera.
Emiliano González interpretó un Agenore cuidado aunque esperemos que asegure algunas cuestiones técnicas que le permita enfrentarse a este repertorio con mejor éxito y mayor naturalidad escénica.
La Elisa de Regula Mühlemann fue interesante resolviendo bien sus dos arias y el dúo del final del primer acto con facilidad para las agilidades aunque su dicción del italiano fue difícil de seguir. Supo sacar partido sobre todo de su aria bitemática “Barbaro! Oh Dio mi vedi” de gran complejidad y longitud. La lástima es su poca proyección y volumen cuando ha de cantar notas por debajo del sol, no existiendo prácticamente registro medio ni grave.
La mezzo estadounidense Angela Brower cantó una Tamiri brillante con una elegancia de fraseo envidiable, una homogeneidad de registro y facilidad para las agilidades como demostró en su primera aria “Di tante sue procelle” y por otra parte una fuerte personalidad escénica en su segunda aria “Se tu di me fai dono”. Una suerte conocer en directo esta cantante que está en un momento ascendente.
Martina Janková es una de las cantantes estables del ensemble de Zurich en el repertorio mozartiano y tiene bien merecido su buen prestigio como demostró en el rol protagonista de Aminta que ya pude verlo interpretado hace unos meses en la nueva producción de la ópera estudio de Zurich y que aquí lo ha reafirmado. Destacar su aria del segundo acto “L’amerò, sarò constante” en forma de Rondeaux con el solo de violín de la concertino T.Troman con un gran respeto estilístico y originalidad en las variaciones y cadencias que exige esta aria bellamente resueltas.
El reclamo de este concierto era la presencia del tenor mexicano Rolando Villazón en su nuevo giro vocal a este repertorio clasicista con su reciente grabación de las arias de concierto de Mozart pero su participación en esta ópera donde cantó el rol de Allesandro fue tristemente decepcionante. Es conocido en el mundo de la ópera su vis cómica pero compensar sus carencias estilísticas y su penoso estado vocal actual con una caricatura bufonesca de un papel serio como representa Alejandro el Grande fue vergonzoso. Las arias a este personaje asignadas son de una complejidad y que otros grandes tenores como Luigi Alva, Peter Schreier, Jerry Hadley o Roberto Saccà o el ruso Alexei Grigoriev han dejado un buen testimonio en sus grabaciones pero que no se acercan ni de lejos de lo que ofreció el señor Villazón en el Palau. Aproximarse al repertorio mozartiano tras cantar Verdi, Puccini, y repertorio de vocalidad muy alejada es muy temerario pero cuando además sus facultades están mermadas (carencia de brillo, agudos abiertos, dificultad en las agilidades, etc…) se hace un flaco favor a su carrera y prestigio y una ofensa al genio de Salzburgo. Dicho cortésmente convocar al señor Villazón en un ciclo de Grandes voces en este momento no es lo que da prestigio a un ciclo que se quiere potenciar.
La gran estrella de la velada fue sin duda Les Arts Florissants y su fundador el canadiense William Christie que puso la excelsitud sobre el escenario. A veces podemos considerar un sonido un poco duro en ciertos ataques de las cuerdas o alguna estridencia de emisión en algún instrumento de viento pero su claridad, su brillo, su entrega y la seriedad estilística redondearon una velada de descubrimiento de una ópera o cantata escénica nada frecuente.
Es de agradecer la apuesta de los organizadores del Palau por acercarnos esta formación que podremos disfrutar nuevamente al final de la temporada con esa catedral del barroco que es la misa en si menor J.S.Bach.
Robert Benito
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