El pasado día 16, se representó este infrecuente título en Santiago de Compostela. Il Segreto di Susana es una ópera deliciosa, una comedia hilarante y amable, de un solo acto, estrenada en Munich en 1.909. El libreto es de Enrico Golisciani y la música de Ermanno Wolf-Ferrari, en la que se ve la influencia y gusto que el compositor tenía por las farsas teatrales de Goldoni.
Interesante y acertada la propuesta que nos ofreció la Asociación de Amigos de la Ópera de Santiago de Compostela, a quiénes no cabe sino felicitar por tan interesante iniciativa. Quiero señalar que, pese a la sencillez de la trama y la brevedad de la obra, Wolf-Ferrari dotó a la misma de una potente y chispeante orquestación que puede chocar con la “levedad” dramática de la misma. En este caso, y ante la ausencia de los necesarios medios económicos y del limitado espacio del Teatro Principal, se optó por la reducción orquestal de la partitura de la ópera, realizada por Guarnieri, para quinteto de cuerda y piano. Brilló en su cometido el Taller Atlántico Contemporáneo (quién contaba, para la ocasión, con la presencia de James Drahlgren, concertino de la Real Filharmonia de Galicia) en el difícil cometido de tocar la reducción de una obra que tiene una orquestación tan compleja, cuidada y minuciosa. ¡Y lo consiguieron! No se echó en falta la presencia de una orquesta sinfónica, pues tanto en la citada reducción orquestal, que yo desconocía, como en la ejemplar ejecución de la misma llevada a cabo por el grupo de cámara, estaban presentes todos los aspectos y melodías que ideó el compositor. Sin duda a esto ayudó, además de la calidad de sus intérpretes, la cuidada dirección musical de Diego García Rodríguez quién, ya desde la obertura, estuvo atento y al servicio de la partitura sacando la sonoridad, la musicalidad y el carácter que la obra requiere, estando en todo momento pendiente y marcando las entradas de los instrumentistas y cantantes. Magnífico concertador, estuvo siempre certero acompañando y respirando con los solistas.
En este último aspecto fue un torbellino, vocal y escénico, Javier Franco como el Conde Gil. Exhibió una voz bien colocada, dúctil, con un centro mullido, gran facilidad para abordar el registro alto y un bello color de timbre baritonal. Dominó el escenario, reflejando el carácter cómico de la ópera, como el celoso e histriónico marido de Susanna. Un acierto su elección como protagonista de esta ópera. A su lado, no desmereció Clara Jelihovschi Panas como esposa del anterior y “causante” de sus desventuras. La soprano es dueña de una voz cristalina, homogénea, sin problemas por arriba y con una cuidada técnica. Ambos brillaron en sus intervenciones destacando el dúo final: “Tutto e fumo a questo mondo …”.
A cargo de Cándido Pazó corrió la regia (sobre una sencilla y acertada escenografía de Carlos Alonso que representaba el salón dónde transcurría la acción), el rol del criado mudo y un inadecuado monólogo introductorio de la ópera que, al versar sobre la historia de Masetto di Lamporecchio de la tercera jornada del Decamerón, nada tenía que ver ni con el tono y carácter amable de la obra de Wolf-Ferrari ni con la historia de Gil y Susanna.
Con estos ingredientes el público que abarrotaba el Teatro Principal disfrutó de la velada, cuestión que acreditó con numerosas risas durante la función y gran cantidad de bravos y aplausos para premiar a los participantes en la representación. No hay duda que la iniciativa fue un éxito y animamos a los organizadores – y a los patrocinadores – a continuar poniendo en pie iniciativas como esta que son necesarias en la capital de Galicia.
Daniel Diz