«Il trittico» entusiasma al público del Liceu de Barcelona

 «Il trittico» Liceu de Barcelona Por Félix de la Fuente

Un momento en "Il trittico" / Foto: © David Ruano
Un momento en «Il trittico» / Foto: © David Ruano

El Liceu puede enorgullecerse de presentar una producción que expresa la ópera en todo su arte, ese que concita la música, el canto, el elenco, la dramaturgia y el concepto escénico en una complicidad plenaria. Esta propuesta escénica de Il Trittico de Lotte de Beer que ofrece el Liceu, solidariza no solo las tres piezas de Puccini tras más de tres décadas, sino sobre todo las distintas dimensiones creativas de la ópera como rara vez ocurre y, también, como rara vez han suscrito los vítores del público. «Il trittico» Liceu de Barcelona

Il tabarro / © David Ruano
Il tabarro / © David Ruano

Suele decirse que lo que une las historias del Trittico es que giran en torno a la muerte; aquí, literalmente, la muerte gira en torno a ellas. El tunelado escénográfico de Bernhard Hammer lo forman anillos metálicos que se suceden con un primer ámbito abocinado, propicio a la proyección vocal, donde se practican trampillas para actores y focos. Al fondo, una encrucijada y, entre ambos, un segundo anillo inerte y desapercibido hasta el crucial momento del asesinato, el suicidio o el fallecimiento, donde presenciamos una suerte de trascendencia rotatoria, un acceso que trastoca las reglas de la gravedad y la luz. «Il trittico» Liceu de Barcelona

 

Suor Angelica / © David Ruano
Suor Angelica / © David Ruano

La iluminación de Alex Brok es esencial para definir estas atmósferas que discurren entre lo natural, lo antinatural y lo sobrenatural. Luz y escenografía son un artefacto sensible todo él a la mecánica definitiva que es el instante de la muerte, cuando se desarticula como un desvarío mortuorio. Lo hace, además, con una acepción distinta en cada cuadro: en Il Tabarro como un lóbrego extrañamiento, en Suor Angelica como una catarsis mística y en Gianni Schichi como el desdoblamiento de alma y cuerpo. 

Gianni Schicchi / © David Ruano
Gianni Schicchi / © David Ruano

El juego de época que forman los enseres y el vestuario de Jrorine van Beek hace que el París decimonónico, el convento renacentista italiano y la Florencia del siglo XIII se acomoden sin rechinar a tan ajeno contexto. Por su parte, la directora Lotte de Beer pone en escena una dramaturgia detallada hasta la pura amenidad, que nos hace especular si incluso sería posible una representación corrida de Il trittico, sin intermedio, que hiciera valer el concepto unitario de Giacomo Puccini hasta sus últimas consecuencias.

A esa detallada dramaturgia se une musicalmente el brillantísimo detalle con el que la directora finlandesa Susanna Mälki debuta en el Liceu y hace de la orquestación de Puccini una elocuente manifestación de los distintos registros atmosféricos, que impregnan las escenas y el ánimo del espectador. «Il trittico» Liceu de Barcelona

Il tabarro / © David Ruano
Il tabarro / © David Ruano

En este Trittico del Liceu, las voces solistas pueden considerarse a su vez como un lujoso retablo interpretativo. En Il Tabarro, la lúcida Lise Davidsen interpretó una Giorgetta de voz suntuosa, de fraseo seguro y canto conmovedor, frente al más que digno Luigi de Brandon Jovanovich y al desencantamiento despechado con el que Ambrogio Maestri retrató a Michele. Grandes el resto de cantantes secundarios en un conjunto perfectamente homogéneo.

Suor Angelica / © David Ruano
Suor Angelica / © David Ruano

En Suor Angelica, Ermonenla Jaho empasta el canto con una interpretación actoral inolvidable de esta mujer desvencijada y despojada de cualquier atributo de sí misma salvo de su angustia, capaz por igual de dejar al público devastado en un aterrador silencio o de arrancarle una incontestable ovación tras «Senza mamma». La acompañaron una inspirada Mercedes Gancedo como Suor Genoveva, el perfecto retrato que Daniela Barcellona hace del personaje de Zia, con sus cruentos dictámenes morales, y un espléndido coro femenino, en un conjunto donde, de nuevo, los secundarios no rebajaron el listón en ningún momento. 

Gianni Schicchi / © David Ruano
Gianni Schicchi / © David Ruano

Finalmente, en la tercera historia, Ambrogio Maestri insufló a su Gianni Schichi las extravagancias cómicas de todo el tinglado argumental. Por una parte, memorables el Rinuccio del tenor peruano Iván Ayón-Rivas y su «Firenze è come un albero fiorito» y por otra, espléndidas la Lauretta de Ruth Iniesta y su «O mio babbino caro». Como cabía esperar, los demás roles secundaron sin fisuras las correrías de la familia por el apremiante testamento. 

Al otro lado del túnel, el público del Liceu asiste a Il trittico. «Ascensión al Empíreo», El Bosco, 1490.
Al otro lado del túnel, el público del Liceu asiste a Il trittico. «Ascensión al Empíreo», El Bosco, 1490.

Como decíamos, la directora Lotte de Beer escenifica las historias en un espacio tunelado que nos extirpa visualmente de todo contexto mundano. Pero este tunelado metálico no es en ningún caso un tránsito literal donde los personajes se vean llamados de una de sus bocas hacia la otra, sino una otredad en sí misma. La de un espacio mudo de estilo y tiempo al que se mudan en cada cuadro los correspondientes personajes con vestidos y enseres de época, de modo que ese fondo es el que los pone en sincronía. Esta sincronicidad impropia de nuestro mundo se vuelve explícita en el desenlace del Tríptico, cuando los habitantes de los tres relatos concurren en una multitud ajena al tiempo y las distancias y a esa muerte que sirve de sustrato a la ópera. 

Esa muerte, que sirve de fuerza motriz y trastoca visiblemente las reglas de la realidad en cada historia, esa muerte que, en fin, fuerza la suerte de sus habitantes, y que en el Liceu ofrece una suerte histórica a los espectadores, la de presenciar una genuina obra de arte que conjuga las diversas dimensiones de la ópera en un todo que las trasciende. «Il trittico» Liceu de Barcelona


Barcelona (Gran Teatre del Liceu), 27 de noviembre de 2022.

Ficha artística: Il Trittico (Giacomo Puccini). Ambrogio Maestri, Brandon Jovanovich, Pablo García-López, Valeriano Lanchas, Lise Davidsen, Mireia Pintó, Marc Sala, Ruth Iniesta, Iván Ayón-Rivas, Ermonela Jaho, Daniela Barcellona, María Luisa Corbacho, Marta Infante, Mercedes Gancedo, Carolina Fajardo, Berna Perles, Laura Vila, Mar Morán, Marc Sala, Berna Perles, Pau Armengol, Stefano Palatchi, David Oller, Luis López Navarro, Tomeu Bibiloni. Orquesta y coro del Gran Teatro del Liceo. Directora musical: Susanna Mälkki. Dirección de escena: Lotte de Beer.

OW