Imaginativa producción de Laurent Pelly para Les Contes d’Hoffmann de la Deutsche Oper

Les Contes d'Hoffmann de la Deutsche Oper
Les Contes d’Hoffmann de la Deutsche Oper. Fotos: B. Stöss 

Nuevo viaje a Alemania con destino Berlín y Dresde. El programa era y sigue siendo atractivo con 6 óperas interesantes en esta semana. Entre ellas estaba la Ariadne auf Naxos que dirige en Dresde Christian Thielemann y a la que no voy a poder acudir finalmente, aunque he tenido entradas desde hace meses. El problema es que el día 8 de Diciembre, que era mi día programado, hay una concentración ultra derechista en Dresde y el alojamiento se ha convertido en una especie de entelequia. 

Comienza, pues, mi viaje con esta representación de Les Contes d’Hoffmann en la Deutsche Oper, a la que seguirá Andrea Chenier, en la que estaba anunciado Roberto Alagna, aunque hasta ahora ha cancelado su actuación en el título. Supongo que seguirá la racha. 

Es bien sabido que esta obra de Jacques Offenbach se estrenó tras su muerte, viéndose acompañada de un gran éxito. Ambas circunstancias han hecho que a lo largo de los años los cambios y añadidos en esta ópera han sido numerosos, lo que ha hecho que nos encontremos con distintas versiones y varias ediciones distintas, de modo que es difícil encontrar dos versiones idénticas de la ópera. Aquí se ha ofrecido la edición integral que de esta ópera hicieron Michael Kaye y Jean Chistopher Keck en los años 90, cuyas novedades más importantes aparecen, como siempre, en el acto de Venecia, desapareciendo el septeto, aparte de algunos cambios musicales y de texto. Me temo que seguirán apareciendo nuevas ediciones, ya que al interés musicológico se une el económico en forma de derechos de autor. 

La Deutsche Oper ha ofrecido la conocida producción del francés Laurent Pelly, que es una coproducción de la Ópera de Lyon, el Liceu de Barcelona y la Ópera de San Francisco, habiéndose estrenado en la ciudad francesa en el año 2005, siendo ésta la primera vez que se ofrece esta producción en el teatro berlinés. 

La escenografía de Chantal Thomas ofrece una serie de paneles reversibles, cuya facilidad de movimientos consigue que los cambios de escena tengan una gran rapidez. De hecho, lo que ocurre es que la facilidad de movimientos de los decorados hace que los cambios de escena sean casi continuos. En general, son escenas de interior, con paredes cerradas, resultando particularmente bien conseguidos los actos de Olympia y Antonia, mientras que queda más en la sombra el acto de Venecia, en el que no hay ninguna referencia escenográfica a la ciudad de los canales. El vestuario se debe al propio Laurent Pelly y responde a la época del estreno de la ópera (1881) y no resulta muy atractivo. Lo más conseguido de la producción consiste en los movimientos de la muñeca Olympia, tanto en su arranque en una cesta de una gran grúa como en sus evoluciones posteriores, patinando en su dueto con Hoffmann. A esto habría que añadir el notable juego que saca Pelly a las apariciones sorpresivas del doctor Miracle en el acto de Antonia. Por el contrario, el Prólogo, Epílogo y, sobre todo, el acto de Giulietta, resultan menos interesantes. Finalmente, la iluminación de Joël Adam funciona bien, aprovechando el ambiente oscuro de toda la producción. No deja de ser una originalidad gratuita hacer que Hoffmann mate a Giulietta al final del acto de Venecia. 

La dirección musical estuvo encomendada al italiano Enrique Mazzola, cuya presencia no es muy rara en este teatro. Su lectura ha resultado adecuada, controlando bien el foso y apoyando a los cantantes, cuyas voces no eran excesivamente grandes. Buena la prestación de la Orchester der Deutschen Oper Berlín.

Les Contes d'Hoffmann de la Deutsche Oper. Fotos: B. Stöss 
Les Contes d’Hoffmann de la Deutsche Oper. Fotos: B. Stöss

El reparto vocal no ofrecía nombres de relumbrón, habiéndose optado por ofrecer las cuatro heroínas (Olympia, Antonia, Giulietta y Stella) interpretadas por la misma cantante. Es una decisión discutible siempre. No cabe duda de que tiene mucho sentido dramático, puesto que el propio Hoffmann las considera finalmente como 4 caras de la misma persona, pero las tesituras son demasiado dispares para ser interpretadas por una única soprano, funcionando mejor en términos vocales hacerlo con tres sopranos distintas o bien dos sopranos y una mezzo soprano. Comprendo que tiene esta última solución el problema del encarecimiento de la representación. 

Hoffmann fue interpretado por el tenor sueco Daniel Johansson, a quien veía por primera vez en escena. Su actuación no me ha resultado muy convincente. La voz no tiene mucha importancia ni en calidad ni en volumen, estando apretado en las notas altas. Tampoco puedo considerarle como un intérprete muy destacado. 

Como digo más arriba, hubo una única intérprete de los cuatro personajes objeto de los amores de Hoffmann. Se trata de la soprano rumana Cristina Pasaroiu, cuya voz responde a la de una soprano lírico-ligera. Me ha vuelto a producir la misma impresión que en las ocasiones anteriores que la había visto en escena. Es una soprano de voz atractiva, aunque no excesiva, y que va mejor en Olympia que en los otros personajes. Salva todavía bien la parte de Antonia, mientras que queda claramente corta en la de Giulietta, aunque aquí este personaje queda bastante recortado. 

Los cuatro Diablos (Lindorf, Coppelius, Dr. Miracle y Dapertutto) fueron bien cubiertos por el bajo-barítono italiano Alex Esposito. No es una interpretación de la que uno se vaya a acordar durante mucho tiempo, aunque cumplió con suficiencia. 

Nicklausse y la Musa fueron interpretadas por la mezzo soprano americana Irene Roberts, que me produjo una positiva impresión. La voz tiene calidad, aunque tampoco está muy sobrada de volumen. Lo mejor por su parte fue el aria del violín del acto de Antonia y la despedida de la Musa a Hoffmann en el Epílogo. 

En los personajes secundarios el tenor Gideon Poppe lo hizo bien en los 4 cameos (Andrès, Cochenille, Franz, y Pitichinaccio), cantando de manera adecuada su aria del acto de Antonia. Adecuado el Spalanzani de Jörg Schörner. Se puede considerar un lujo tener como Luther al bajo Tobias Kehrer. Correcto el Crespel de James Platt. Cumplidores Bryan Murray (Hermann), Byung Gil Kim (Schlemihl) y Ya-Chung Huang (Natanael). 

El teatro ofrecía una ocupación de alrededor del 80 % de su aforo, estando los mayores huecos en las localidades superiores. El público se mostró cálido con los artistas, siendo los mayores aplausos para Cristina Pasaroiu e Irene Roberts. 

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 3 horas y 46 minutos, incluyendo dos intermedios. Duración musical de 2 horas y 44 minutos. Siete minutos de aplausos. 

El precio de la localidad más cara era de 100 euros, habiendo butacas de platea desde 34 euros. La localidad más barata costaba 24 euros. 

José M. Irurzun