Il trovatore es una de las ópera más populares incluyendo a Traviata y Rigoletto de Verdi. Ninguna es fácil de cantar pero Il trovatore, sobre un texto imposible, requiere cuatro cantantes extraordinarios para que funcione debidamente. De no tenerlos es mejor no programarla.
Con la mejor voluntad la ópera de Oviedo la ha programado pero los resultados no han sido satisfactorio del todo.
El primer punto negativo es para la producción firmada por Joan Antón Rechi. Cuando se estrenó en el Liceo de Barcelona fue protestada. Aquí, con un público más benevolente, no pasó de alguna protesta. Esta ópera entra en el periodo rómántico y su historia de pasiones exacerbadas y profundos sentimientos, por lo que pretender encajarla en un contexto histórico con proyecciones de los grabados de Goya Los desastres de la guerra parece una incongruencia. La dirección de escena inexistente.
En cuanto a las voces pocas cosas buenas se pueden decir. Aquiles Machado es un magnífico tenor pero el rol de Manrico le viene muy grande y cantó al límite toda la ópera. La Leonora de Julianna di Giacomo carece de la voz exquisita y cristalina que requiere el personaje. Simone Piazzola como Conde de Luna carece de los medios y la voz necesaria para este musicalmente bello papel. En cuanto a la mezzo Luciana D’Intimo fue lo mejor del reparto especialmente por su registro grave pero tampoco fue extraordinaria.
Lo mejor vino por parte del coro, magnífico, y de la Orquesta Oviedo Filarmonía, cuidadosa y muy atenta a la magnífica dirección del maestro Ramón Tebar, el gran triunfador de la representación a pesar de que los cantantes iban a su aire desconectados del foso. Ramón Tebar es el gran director de ópera que tenemos en España y por fin empieza a ser conocido en teatros y auditorios de su país. Sólo por él ya merece la pena asisir a sus óperas y conciertos.
El público aplaudió con cierta desgana los números sueltos y al final con un poco más de entusiasmo.
Francisco García-Rosado