Israel Galván presenta «La consagración de la primavera» en el Condeduque de Madrid

Cristina Marinero

Todos los espectadores en pie, aplaudiendo y lanzando “bravos”. Israel Galván vuelve a embrujarnos con su arte único, con su personalidad dadaísta, surrealista y todo lo “ista” que quieran añadirle, siempre con ese basamento en las vanguardias históricas que le “da vida”. Es el bailaor y coreógrafo flamenco que mejor deconstruye este arte y vuelve a lanzarlo al espacio en forma de movimiento muy sólido. Galván tiene un mundo gestual propio con el que continúa trayéndonos a Nijinsky y a Vicente Escudero, a los atrevidos rusos y al también más atrevido bailarín español de principios del siglo XX.  Israel Galván «La consagración Madrid

Un momento de la coreografía / Foto: Filippo Manzini.

Eso sí, como Galván es rebelde, aunque el bailaor vallisoletano escribiera en su Decálogo para bailar como hombre que nada de movimiento de caderas, él le desobedece como acto de libertad. Y, aquí, con prendedor de diminutas rosas en el pelo, se enfunda hasta en una falda negra ligera –como la de Medea en su hechizo, en la famosa escena del ballet del mismo nombre- para subrayar el círculo, tan importante en el ballet que le inspira. Israel Galván «La consagración Madrid

Su versión de La consagración de la primavera, de Igor Stravinsky, ofrecida en el teatro del Centro de Cultura Contemporánea Condeduque de Madrid los días 7 y 8 de junio solamente (si le hubieran programado una semana, también habría agotado localidades), se concentra en lo que más le gusta, el ritmo, la percusión. 

Es a través de los sonidos más elementales desde donde Israel Galván eleva su arte. Si Nijinsky era ejemplo de bailarín clásico y con sus tres coreografías, L’aprés midi d’un faune (1912), Jeux (1913) y Le sacre du printemps (1913) (Preludio a la siesta de un fauno, Juegos y La consagración de la primavera) se fue a todo lo contrario, Galván era/es un gran bailaor flamenco clásico y con sus creaciones también ha roto esquemas y cómo.

A través de diferentes plataformas y piezas en el suelo, de madera, metal, con arena o cascabeles, su Consagración… es una fiesta de la percusión como origen y destino de su movimiento. La partitura está aquí interpretada por los dos pianistas que completan el reparto, Daria van den Bercken y Gerard Bouwhuis, con los que la complicidad es parte del montaje. Incluso, al final, como colofón “percusivo”, Galván termina con una de las sevillanas del siglo XVIII a ritmo de palillos, las pequeñas castañuelas de sonido tan metálico. Ni que decir que en los años 30 esas sevillanas se popularizaron por la grabación que realizaron Encarnación López La Argentinita, cantando, y Federico García Lorca, al piano, el cual pude ver en vivo en 1992, porque permanecía en casa de Pilar López, hermana de la mítica, en el edificio de General Arrando de Madrid, que pertenece a su heredero hoy (si no lo ha vendido).  

Israel Galvan en «La Consagracion de la primavera» / Foto: Jean Louis Duzert

Algunos apuntes sobre el estreno absoluto de Nijinsky

Diaghilev ya intuía que la recepción en París del ballet de Nijinsky y Stravinsky iba a levantar pasiones muy encontradas. El regidor de la compañía, Grigoriev, le había advertido del malestar entre los bailarines en los ensayos con el astro coreógrafo, ante una partitura llena de ritmos cambiantes, sin melodía, todo un estruendo en aquel año de 1913, mientras lo terminaban de completar entre sus actuaciones en Viena, Londres y Montecarlo.

El director de los Ballets Russes tenía un olfato exquisito para descubrir nuevos talentos y juntarlos en pro de la gran obra de arte perseguida con la danza. También para vislumbrar lo que sucedería aquel 29 de mayo de 1913 en el Théâtre des Champs Elysées. La batalla campal entre un público que reaccionó con virulencia ante el ballet La consagración de la primavera y los seguidores del modernismo del ruso fue destacado en los periódicos parisinos. La polémica fomentó la leyenda. 

Esta coreografía, sin embargo, se perdió porque, ya saben, si no se pone en escena a menudo y sus bailarines y repetidores, por ello, pueden continuar década tras década reproduciendo la obra para otras compañías, la danza, antes de la aparición de la posibilidad de filmación en cine y luego en video, desaparece. Es arte efímero y solamente tras la irrupción en los años 30 y 40 de equipos cinematográficos más ligeros, la posterior televisión y, como sabemos, la grabación en cinta de vídeo, pudo empezar a estar inmortalizada en un soporte distinto al papel y la notación dibujada. Israel Galván «La consagración Madrid

La coreografía de Nijinsky fue estrenada de nuevo el 30 de septiembre de 1987 por el Joffrey Ballet, tras la investigación de la exbailarina Millicent Hodson y el experto en Nicholas Roerich –diseñador de escenografía y vestuario de La consagración…Kenneth Archer.  Ambos expertos la reconstruyeron a partir de fotografías, documentos, cartas y el testimonio de los escasos testigos vivos, entre ellos Marie Rambert, ‘madre’ del ballet británico’, y contratada entonces por Diaghilev para ayudar a Nijinsky con los ritmos, ya que ella había sido alumna de Dalcroze, quien fomentaba su método eurithmycs. En 1989, la pudimos admirar en el Festival Internacional de Música y Danza de Granada, representada por el Joffrey en el Generalife, dentro del magnífico y esencial congreso España y los Ballets Rusos.


Israel Galván, coreógrafo e intérprete   /  La consagración de la primavera. Igor Stravinsky / Teatro del Centro de Cultura Contemporánea Condeduque / 8 de junio  OW