Orlinski Teatro Real Por Rosario de la Guía
El pasado sábado 23 de abril, algunos privilegiados disfrutamos de un pedacino de «cielo» en el Teatro Real de Madrid. Sobre el escenario, Il Pomo d’Oro, una orquesta joven pero de gran prestigio internacional comandada por su director y clavecinista Francesco Corti. El protagonista: Jakub Joseph Orlinski, la encarnación de un ángel en la tierra… Nos elevó hasta sensaciones que mantuvieron el corazón en un puño, desafiando el éxtasis musical.
Su propuesta giró en torno a «Anima Aeterna«, el último trabajo discográfico que el cantante ha grabado bajo el sello Erato (Warner Classics). No obstante, la bella selección del repertorio pasó a un segundo plano desde el momento en que un Jakub «iluminado», en estado de gracia, pisó el escenario. Su semblante, su expresividad corporal, la musicalidad que corría como una corriente por sus miembros, vaticinaban un concierto único… y así lo fue. Fue uno de esos días en los que un artista se siente pletórico, sabe que domina el repertorio, el conjunto funciona, hay complicidad con el resto de músicos, se siente cómodo y feliz, muy feliz, la técnica está más que superada y entra en juego el corazón… Orlinski fue generoso, no podía ser de otra manera, se entregó al público en cuerpo y alma, mostrando toda su sensibilidad, sin filtros, sin contención… Ese es su modo de acercarse a la música, comprometido con la composición, dominando la articulación, la afinación, implicado en cada nota que se teñía de una expresividad y emoción que llegó a cada uno de los asistentes… Y es que quien disfruta lo que hace, hace felices a los demás.
Esa alegría desbordada pasó también a los instrumentistas del conjunto, todos ellos con cara de no haberse pasado mucho tiempo en la calle jugando al «escondite inglés», sino todo lo contrario. El joven director Francesco Corti supo entender el discurso de Orlinski y creó una energía contagiosa que fluía sin aristas ni sobresaltos… Todo en su sitio, armado arquitectónicamente cual el «olimpo de los dioses», donde el joven contratenor, se nos mostró como un semidiós. Orlinski Teatro Real
Cabe hacer una reflexión sobre el momento que estamos viviendo de altísimo nivel musical y de proliferación de grupos musicales especializados en el repertorio barroco, iniciado este camino por el único e inigualable Ton Koopmann y su Amsterdam Baroque Orchestra and Choir, precursor de esta corriente profesional, que nos conquistó y nos sigue dando el mayor nivel de excelencia de la música del corazón de Bach. No podemos olvidar la gran labor de Philippe Jaroussky, contratenor que rompió límites, desnudándose desde su afectividad en la música. Él también abrió camino para los nuevos intérpretes barrocos, una nueva generación que se está acercando a un público más joven.
Nos encontramos en un momento de «Gloria» para la música barroca, en el que gracias a su elevadísima preparación, los intérpretes no solo están recuperando a Maestros olvidados, sino que se pueden tomar la libertad (y la responsabilidad) de asumir las partituras hasta las últimas consecuencias. Desde el clasicismo los compositores mandan, escriben todo lo que necesitan del intérprete, pero en la música barroca el intérprete sigue siendo dueño de su» manera de decir», y eso es lo que hace genuina cada interpretación.
El discurso de Orlinski partía de la verdad, de la alegría, de la pulcritud musical… y las obras interpretadas nos ofrecieron nuevo repertorio rescatado, nuevas melodías con interesantes acompañamientos, finales impredecibles resueltos en intervalo cadencial de 4ª, arpegiados eléctricos, sutileza aterciopelada y todo ello como parte del desarrollo de la expresividad que bien le confieren el honor de pasar a formar parte del repertorio «aeterno». Orlinski Teatro Real
Comenzó con Davide Pérez, quien utilizó el latín como lengua vehicular en su «Gratias agimus tibi», y así lo sentimos, una aria de gran agradecimiento, de gran despliegue vocal. Orlinski no vino al Teatro Real a «reservarse», sino todo lo contrario, vino a disfrutar y a hacernos disfrutar, arriesgó y ganó al público desde su primera aria.
En su segunda aria «Non t´amo per il ciel», de J. J. Fux, más lenta y transparente en instrumentación, Orlinksy nos deleitó con ataques preciosos, variaciones bellísimas y un cierto toque de modernidad en sus cadencias, como no podía ser de otra manera.
El ritmo del concierto quedó algo interrumpido por la excesiva pausa que se tomaron los instrumentistas para afinar y tras ella interpretaron el «Concerto a 4 in C minor» de Baldassare Galupi, donde el ensemble demostró grandes contrastes en dinámicas y articulación precisa. Tan sólo se echó en falta mayor presencia de timbres graves en el sonido del conjunto. Hay que hacer especial mención a la fagotista por su excelente interpretación en alguna de las arias. Orlinski Teatro Real
En la cuarta pieza se nos presentó una acompañamiento que jugaba con dibujos a contratiempo que no alteraron en ningún momento las agilidades «bárbaras» que fluían con un inverosímil virtuosismo de la garganta de Orlinski, quien daba la apariencia de estar abordando una pieza sencilla. Llegó el recitativo y su «Aleluya» que elevó aún más el derroche de fuegos artificiales del todopoderoso contratenor.
La segunda parte nos trajo momentos en los que el público braveó sin esperar al final del concierto, embargado por el entusiasmo producido por una actuación sublime que nos elevó a todos hastatocar el cielo… Destacaron las arias «Giusto Dio» (La Giuditta, 1726, reestrenada en 1990) del compositor portugués Francisco Antonio de Almeida y el aria del compositor austriaco Georg Reutter «D´ogni colpa la colpa maggiore», que nos tatuaron en el oído notas largas en messa di voce desarrolladas en infinidad de matices y colores. El programa se cerró con el más conocido de los compositores, G. F. Handel, en concreto con un peculiar «Aleluya, Amen», aunque aquí no acabó el placer de la velada. Hasta cinco bises ofreció el dadivoso contratenor, algunos fuera del álbum «Anima Aeterna». La alegría de Orlinsky y la complicidad con el público le llevaron a hacer una pirueta estilo «break dance», donde parece encontrarse tan cómodo como en la música…. El público, al unísono, se alzó de sus butacas al grito de «Viva Polonia» y «Bravo». Fue verdaderamente una noche que no olvidaremos, donde nos sentimos flotar, cual ángeles del cielo.
* * *
Teatro Real de Madrid, 23 de abril de 2022. Conciertos y recitales “Anima Aeterna”, obras de Davide Pérez, Johann Joseph Fux, Baldassare Galuppi, Jan Dismas Zelenka, Francesco Bartolomeo Conti, Francisco Antonio de Almeida, Georg Reutter der Jüngere, Gaetano Maria Schiassi y G. F. Haendel. Jakub Józef Orliński (contratenor), Il Pomo d’Oro, Francesco Corti (clave y dirección). Opera World