James Gaffigan Por Pedro Valbuena
Hoy domingo 12 de septiembre ha tenido lugar la presentación del nuevo director musical de Les Arts, el estadounidense James Gaffigan. La velada se había diseñado como colofón a la jornada de puertas abiertas, la cual incluía el libre acceso del público a las diferentes salas y espacios del Palau y sendas audiciones de los alumnos del Centro de Perfeccionamiento.
La estrategia ha sido bastante inteligente porque ha conseguido llenar la grada con un público cordial y predispuesto que, sin embargo, no parecía el habitual en este tipo de espectáculos, incluyendo bebés, abanicos y unboxing de caramelos varios. A pesar de ello el público no se mostró demasiado pródigo en aplausos y el segundo saludo del director vino algo ajustado.
El programa constaba de cuatro obras cuya conexión desconozco por completo y que incluía una fanfarria, una sinfonía y dos ballets; tres obras contemporáneas en medio de las cuales se insertó una pieza del más puro clasicismo dieciochesco. Es de suponer que esto se deba a que la Orquesta de la Comunitat Valenciana haya trabajado previamente este repertorio o bien que sea especialmente conocido por el director. En cualquier caso, generó un ir y venir de personas sobre el escenario bastante gracioso. Es lógico, en la primera obra sólo se necesitaba la mitad de la orquesta y en la tercera sobraba la otra mitad.
En el lapso de cinco minutos la megafonía anunció por tres veces que faltaban diez para que comenzase el espectáculo, lo que nos llevó a todos a un cálculo mental extenuante.
Las obras fueron anunciadas y brevemente comentadas por diferentes músicos que añadieron un toque de familiaridad a la velada.
El concierto se abría con la brillante Fanfare for the common Man, de Aaron Copland, interpretada con solvencia por la sección de metales y percusión, aunque quedó levemente deslucida por el desajuste de uno de los timbales, problema que fue solucionado rápidamente. A continuación, se incorporó el resto de la agrupación para interpretar la sinfonía núm. 1 de Prokofiev que, en mi opinión, fue lo mejor de la tarde. Se trata de una obra concebida con aparente sencillez pero que pone a la sección de madera contra las cuerdas (literalmente) en varios momentos. Era, al parecer, también la obra más conocida por el público, que agradeció el detalle con un tímido amago de tarareo.
Vino después un nuevo cambio de atriles y quedó configurada la plantilla para interpretar la maravillosa música compuesta por Mozart para la escena de danza de su Idomeneo. La orquesta leyó la partitura con corrección, pero la métrica se resintió en algún momento y la prístina belleza de esta música no acabó de hacerse presente. Tampoco resultaron convincentes algunos ritardando del tema principal que frenaban el discurso y conferían un aire de aparente repetición de recursos. Por suerte la jovialidad de Mozart vino a sumarse a la de los intérpretes y todos llegaron al acorde final sin más sobresaltos.
Por último, la orquesta, esta vez al completo y con refuerzos, se reposicionó en el escenario para abordar la última obra del programa. Se trataba de El pájaro de fuego, de Igor Stravinsky, una obra de proporciones considerables y llena de extravagancias que incluyen un piano con función casi ornamental, una tuba que debe colocar la sordina o pasajes escritos con siete bemoles.
El comienzo de la cuerda grave fue sencillamente perfecto y mantuvo el pulso durante buena parte de la obra, pero el esfuerzo anterior comenzó a notarse en el tercer tiempo, que no en vano recibe el título de Danza infernal. Finalmente se recuperó parte de la energía perdida, y la sección conclusiva de la obra comenzó a vibrar con intensidad. En general se trató de un concierto de gran calidad.
El maestro Gaffigan llega a Les arts precedido de una excelente reputación. Su labor al frente de orquestas como la sinfónica de Lucerna o la filarmónica de la Radio de los Países Bajos le ha confirmado como uno de los directores estadounidenses más relevantes actualmente. Gaffigan conoce muy bien el repertorio que ha elegido para esta presentación y por sus flexibles gestos parecía sentirse muy cómodo. Sin embargo, su estilo coreográfico y ampuloso a veces jugó en su contra y pareció despistar a los músicos respecto a la medida. Dirigió de memoria y fue capaz de indicar con precisión la práctica totalidad de las entradas, mantuvo los tempi con exactitud metronómica y se adecuó a las inconveniencias de cualquier interpretación en directo, transmitiendo a sus músicos seguridad y emoción a partes iguales, incluso durante los inquietantes segundos que duró el apagón del fondo del escenario. Se liberó de la mascarilla para que su expresión facial contribuyese a sacar de su orquesta el máximo provecho y tuvo la elegante deferencia de volver a colocársela cada vez que se volvía hacia el auditorio para agradecer los aplausos.
Quedaba así inaugurada la nueva temporada del Palau de les Arts. Por delante hay un largo y prometedor camino jalonado de montajes extraordinariamente atractivos que esperamos vayan acompañados de la vuelta del público a las salas. Desde aquí damos la enhorabuena y la bienvenida al maestro Gaffigan, esperando que fabrique para nosotros muchos momentos hermosos, que buena falta nos hacen.
Ficha artística
Valencia. Palau de Les Arts. 12 de septiembre de 2021. Concierto de la Orquesta de la Comunitat Valenciana dirigida por James Gaffigan. Obras de Copland, Prokófiev, Mozart y Stravinski.