Jaquelina Livieri: «resulta fundamental poder decir con el canto lo que el libretista quiso»

He tenido ocasión de seguir la inmensa gira de despedida del gran tenor José Carreras. Recorrió muchos países de América. Junto a él es imposible soslayar la vista y no observar la presencia de Jaquelina Livieri, la soprano argentina que lo acompañó. Los videos no mienten. Su amabilísima figura, siempre sonriente, aparece junto a la de Carreras. Cantó a dúo con él con la sencillez de quien lo sabe hacer. También y porque no podría ser de otra forma, cantó en esos viajes como solista. Basta acudir a las fuentes para escucharla, por ejemplo, en un “Oh, mio babbino caro” donde la picardía y el cariño se unen en esa aria plena de belleza.

Me he permitido llegar hasta la soprano Jaquelina Livieri. En sus alforjas de juventud no esconde un inmenso bagaje musical. En la Escuela de Humanidades y Arte de la Universidad de Rosario y en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón forjó su formación. Rosario es la ciudad natal de la soprano que tiempo después continuó sus estudios en Buenos Aires.

Me encuentro con Jaquelina Livieri y me permito expresarle que he tenido ocasión de conocer su repertorio y estoy verdaderamente asombrado al comprobar cómo una cantante muy joven ha podido cantar tantas óperas.

– ¿Posee buena memoria?

-Admito que tengo buena memoria y con el paso de los años y el estudio   se ha ido desarrollando cada vez más. Añado sin ufanarme, que ahora   cada vez me cuesta menos memorizar una nueva ópera.

– La he escuchado, entre otras operas, en “La traviata”, en “Rigoletto” y en “Lucía de Lammermoor”. En la temporada 2017 del teatro Colón de Buenos Aires, usted debutó con una Violetta de antología. Sin embargo, me asombré ante su obediencia a la dirección escénica que la llevó a cantar su gran aria del primer acto prácticamente recostada. ¿Sigue siempre lo que le indican?

– Suelo ser receptiva a las indicaciones de la dirección escénica. Me interesan también las nuevas propuestas e ideas. Por supuesto, hay momentos que tienen sus limitaciones. Entonces, si realmente necesito optar por otra posición para cantar solventemente la pido. De todos modos, los directores de escena suelen saber también en qué momentos pueden pedir algo.  Por el momento ninguno me pidió algún imposible. Lo de cantar acostada, en mi caso, resulta cómodo

 Creo que lo más osado que he hecho hasta ahora fue cantar colgada de una escalera en la cadencia de la escena de la locura de “Lucía”. Admito que no fue fácil y tuve que entrenar   con esfuerzo ante la demanda física y vocal.

-Usted debe estudiar muchas horas al día. ¿Cuántas?

-No tengo un número fijo de horas diarias. Trato de organizar mi estudio según lo que esté cantando o ensayando. A diferencia de otro intérprete   que podría estar seis u ocho horas diarias, la voz o al menos la mía, no permite algo similar. Por lo tanto, intento administrar mis recursos y energías más ordenadamente para no terminar cansada por abusar de mí misma. Hay excepciones por supuesto.

-Usted habla otros idiomas además del español. Eso le permite conocer bien lo que canta. ¿Es así?

– Debo advertir que no hablo ni perfectamente el español… Manejo todos los idiomas en los que canto como para poder pronunciar lo mejor posible. Sobre todo, me esfuerzo por saber exactamente cada palaba que digo. Para mí la ópera es teatro cantado y me resulta fundamental saber el texto y poder decir con el canto lo que el libretista quiso.

– Usted debutó en el teatro El Círculo de Rosario, una sala muy unida a la ópera en Argentina. Después lo hizo en el teatro Colón. ¿Sintió algo especial en esos momentos?

-Mi primer rol solista en El Circulo de Rosario, fue para cantar el paje de “Rigoletto”. Fue algo    cortito. Mi padre se mantuvo con la cámara de fotos preparada para enfocarme.  Sin embargo, fue tan breve mi paso que no alcanzó a accionarla.  En el Colón, en cambio, debuté como Papagena de “La flauta mágica”. Un papel no tan corto como el anterior. Recuerdo en ambas ocasiones, estar próxima a salir al escenario y tener esa sensación en el estómago similar a la de besar por primera vez a alguien. Esas “mariposas” como suelen llamarle, duraron lo que dura el amor. Luego se transforman en mero trabajo.

Las sensaciones hoy son diferentes, producen gran satisfacción, pero pasan por otros lugares. Esta es una carrera muy dura, preciosa, pero difícil. La comparo muchas veces con una película en la que la protagonista tiene una enfermedad en que cada día que despierta no recuerda quién es ni nada de lo vivido el día anterior y su pareja debe recordarle cada día quién es y por qué se enamoró de él. Pienso que esta carrera es como el hombre de la película, más allá de todo lo que hagamos, cada día es totalmente nuevo y cada vez que nos paramos en el escenario debemos demostrar por qué merecemos estar en él. Es difícil sostenerse en el tiempo, eso sí que no lo logra cualquiera. Por eso admiro a los cantantes que trascienden generación tras generación y va más allá de tener una “buena suerte o salud vocal ” que le permita seguir cantando a cualquier edad. Hablo de la fortaleza mental y psicológica para adaptarse y readaptarse día a día, año a año, década a década.

– ¿Tiene algún recuerdo de su paso por el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón?

– Me formé allí y tuve la suerte de contar con buenos maestros que me trasmitieron sus conocimientos. Mis años de estudio allí me llevaron a viajar desde Rosario a Buenos Aires. Fueron muchos cientos de kilómetros semanales en trayectos nocturnos. A la mañana siguiente debía participar en las clases del Instituto.

Dejo a Jaquelina Livieri. Para mí posee el encanto de una grande del canto de nuestros días. Durante los minutos de esta entrevista he estado con Violetta, con Lucía, con Musetta, con Papagena, con Gilda…  La he admirado también   en el escenario viviendo instante tras instante cada uno de los momentos de algunas óperas. Ella es la que sabe responder con firmeza a Giorgio Germont: ”Donna son io,signore, ed in mi casa”” y  también la que trasciende el tiempo e implora de Rigoletto el nombre de su madre: “fate ch’io sappia la madre mia”.  Personajes que en la voz de esta soprano cobran vida maravillosamente.

Roberto Sebastián Cava