La pianista Judith Jáuregui (San Sebastián, 1985) rinde homenaje a Claude Debussy en su nuevo disco, grabado en 2018, año del centenario del fallecimiento del compositor impresionista, en directo en el Imperial in Concert Series de Viena. Un recital inteligentemente diseñado que aunó piezas del propio Debussy junto a otras de compositores que tuvieron influencia en él, como Chopin y Liszt, y otros que se declararon deudores de su estilo, tal es el caso de Falla y Mompou. Como vuelve a poner de manifiesto ampliamente el presente trabajo, la pianista donostiarra se ha convertido ya en una de las más sobresalientes concertistas del panorama musical español, una intérprete definida por una profunda seriedad, madurez y refinamiento interpretativo, demostrando pleno conocimiento del repertorio que emprende.
“Pour le tombeau de Claude Debussy”, además de servir de título al compacto, editado por Ars Produktion, es el nombre de la primera obra que la intérprete vasca ofreció en este concierto, una brevísima pieza escrita en 1920 por el gaditano Manuel de Falla en forma de habanera y original para guitarra. Es un delicioso y ligero prólogo para el tour de force que viene a continuación, la Balada nº 2 de Franz Liszt, un compositor que abre un amplio universo de posibilidades armónicas y expresivas para la propia figura de Debussy. Jáuregui nos ofrece aquí una modélica lectura de la arriesgada pieza del húngaro, cuya ejecución oscila con entera fluidez y naturalidad entre las oscuras brumas y los pasajes más luminosos, todo ello en un ejercicio de brillante virtuosismo que es capaz de desentrañar idóneamente el complejo entramado de planos sonoros que la obra encierra. Una lectura, la que aquí regala Jáuregui, que penetra en lo más hondo del caudaloso pianismo lisztiano.
Nos llega luego el universo debussyano propiamente dicho con la serie de Estampes L100, donde el depurado ejercicio de exploración del color es notorio, con una pulsación que atiende al detalle y a la pincelada tímbrica, impregnando a las tres piezas de sonoridades evanescentes. Baste como ejemplo la límpida versión, de diáfana claridad, que realiza de Jardins sous la pluie. Tras su deliciosa lectura de la enigmática L’isle joyeuse, sigue la interpretación del Andante spianato y Gran Polonesa Brillante de Frédéric Chopin, que mantiene el ritmo y la continuidad discursiva del baile en todo momento. Judith Jáuregui completó este magnífico recital con una pequeña joya de Federico Mompou, Jeunes filles au jardin, del mismo año de la muerte de Debussy, 1918, que recupera el clima impresionista tan caro al catalán en la misma forma de habanera que había inspirado a Falla. El compacto, de una impecable toma de sonido, conserva los aplausos del público congregado en la sala y contiene en su interior unas muy notas explicativas firmadas por la propia pianista, a la que seguimos augurando una exitosa carrera en cualquier repertorio que, como el presente, desee adentrarse.
Germán García Tomás