Jean Maurice Mourat es un músico francés enamorado de Andalucía. Su fascinación por la Alhambra, tras su visita a Granada en 1976, fue, además del inicio de una historia de amor, el determinante catalizador para que el veterano compositor y guitarrista comenzase su periplo artístico por la música española en general y el folclore andaluz en particular. El presente álbum en Ibs Classical es quizá la mejor muestra de su producción para el instrumento rey, la guitarra, junto a otras combinaciones instrumentales, por lo que el compacto se convierte en un trabajo colectivo que cuenta con la participación de virtuosos colaboradores que harán las delicias del oyente que abra sus oídos a una música encantadora y evocadoramente hispánica.
La guitarra del joven y talentoso José Luis Morillas es el hilo conductor de este bello ramillete de obras que tiene precisamente a Granada como marco de grabación, pues el sello de Paco Moya realiza la inmensa mayoría de sus producciones en la ciudad andaluza, en este caso concretamente en el Auditorio Manuel de Falla y la Iglesia de los Agustinos. Dice Jean Maurice Mourat que la primera pieza incluida es todo un guiño a Jacques Ibert, pero conteniendo un absoluto sabor melódico. Iberiade hace rememorar inevitablemente la suite pianística de Albéniz, pese a ser una extrovertida y orientalizante composición para violín y guitarra, que cuenta con Atsuko Neriishi, que aquí también toca la embriagadora Soir d’été à Grenade (de las más hermosas y mejor escritas de toda esta selección, a juicio del que escribe), dos obras en las que la luminosa sonoridad del violín contrasta deliciosamente con el severo toque guitarrístico. La flauta de Javier Castiblanque en combinación con la guitarra de Morillas es otra de esas agradables y sugerentes mixturas a través de los arabescos, trinos y ritmos que impregnan la tripartita suite Al-Andalus (con su último fragmento, “Guadalquivir”, repleto de cadencias orientales para el solista de viento) o los Tres nocturnos de Granada.
Quizá por rememorar a Francisco Tárrega, pero poniendo la mirada en otra ciudad, la tacita de plata, le salió a Mourat el título de Recuerdos de Cádiz para la curiosa y oscura combinación de violonchelo y guitarra, con Mery Coronado como solista de esta concentrada e intimista pieza, la más extensa del disco, y cuyas nostálgicas y amorosas frases del chelo nos recuerdan el carácter de la música de Joaquín Turina. Por último, Mourat consigue de manera formidable casar en ritmo de copla la sonoridad del piano (interpretado por Héctor Eliel Márquez) con el instrumento de seis cuerdas en Anda-Lucía, una larga pieza de afirmativo comienzo y final y reflexiva parte central que juega con el nombre de la provincia y con la frase dirigida a una nieta del músico francés.
Por último, las múltiples posibilidades armónicas y melódicas de la guitarra se explotan a tres bandas en obras como la breve fantasía Paseo por Sevilla y el Trío Albolote, con José Luis Morillas junto a Joaquín Clerch y Eduardo Inestal, una obra en la que la mirada a Tárrega es más que manifiesta por los ritmos de danza que aquí se vierten. Asimismo, las guitarras a dúo se hacen presentes en Trois Aventures à deux, casi un homenaje íntegro a Málaga con un bello ritmo de habanera para su primera pieza, “De ida y vuelta”, y una briosa malagueña casi propiamente dicha en su postrera “Aires de Málaga”. Partituras todas ellas profundamente evocativas de la tierra a la que aluden y que dejan en el oyente la sensación de haber estado en contacto con las gentes, la claridad de la descripción paisajística y monumental o la impresión de haber paseado por las calles de las ciudades y comarcas andaluzas que reviven cantando estos pentagramas, herederos de una nostalgia y un anhelo mediterráneos, y en sentido más amplio de un nacionalismo musical español bien entendido y aprehendido, aunque estas notas no hayan sido alumbradas por un compatriota, sino por un autor de sangre francesa que se siente andaluz como el que más.
Germán García Tomás