Jordi Savall debuta con la OBC

Jordi Savall debuta con la OBC
Jordi Savall debuta con la OBC

Este fin de semana se ha pagado una deuda artística que la OBC tenía pendiente con una de las figuras musicales más relevantes entre los intérpretes catalanes, el director y especialista en música antigua, Jordi Savall. Y esta deuda se ha convertido en un fin de semana de fiesta barroca a través de Bach, Geminiani y Haendel con el siempre bienvenido Mozart. Un éxito absoluto conseguido por todos, director, músicos, gerentes y un público absolutamente entregado.

No es la primera vez que la OBC (Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña) interpreta música barroca pero sí bajo la inspiración de un gurú como Savall.

Y para ello nos han deleitado con un recorrido por los diferentes barrocos europeos: el alemán afrancesado de Bach, el italiano de Geminiani y el inglés-germánico-francés de Haendel, con una broma final en el bis de un rondó operístico francés. El único pero que se puede poner a este recorrido es que, como siempre, la música patria queda excluida, ni un atisbo del rico acerbo del barroco ibérico, en cambio se coló fuera de contexto la Serenata Notturna en Re Mayor Kv239 que nos mostró la admiración a modo de broma del genio salzburgues hacia la forma del concertó grosso si bien ya con la estética del rococó y la elegancia en su tres movimientos desde la Marcia hasta el comedido minueto donde se dieron algunas imprecisiones de entrada del cuarteto solista y timbales que se disculpa entre el humor y la calidad interpretativa con que finalizó el Rondeau.

Si bien Mozart ocupó el segundo lugar en el programa, el primero no podía ser otro que el padre de la música, J.S.Bach con la tercera Suite para orquesta en la misma tonalidad de Re mayor BWV1068 donde ya nos ofrecieron un buen trabajo de sonido, claridad de líneas y planos musicales. Buenos los solistas del concertino y bien empastados el tutti del ripieno. Si algo habría que objetar eran los diferentes criterios de vibrato que se podían observar entre los instrumentistas de una misma sección de cuerda.

Tras la pausa nos deleitaron con una mixtura entre dos formas típicas del barroco, la del concertó grosso creado por Stradella y consagrado por Corelli y la de las variaciones que Geminiani compusó a partir del tema de la Follia de mismo Corelli. El trabajo y virtuosismo de los cuatro solistas (2 violines, viola y celo, más el bajo continuo del clave), tristemente no podemos decir los nombres porque desde hace algún tiempo el programa de los conciertos de la OBC no especifica quienes son los músicos que tocan, sino la plantilla en general con lo cual no ayuda a poder conocer y agradecer el esfuerzo personal de cada músico. Esperemos que esta política tan inútil como injusta se cambie en el futuro próximo.

La majestuosidad y pomposidad del barroco llegó con la última obra, la música para los Reales Fuegos Artificiales HWV 351 que compusiera el sajón Haendel para celebrar el final de la Guerra de Sucesión Austriaca y la firma del Tratado de Aquisgrán. Esta obra de encargo del rey inglés Jorge II contó con un dispositivo orquestal de dimensiones gigantescas para la época. En el Auditori pudimos escuchar la reducción que el mismo Haendel realizó para las posteriores interpretaciones que aún así destaca por su riqueza tímbrica (trompas, trompetas, fagots y contrafagot, oboes, timbales y caja, además de una nutrida sección de cuerda) y más en la disposición visual establecida por Savall en distintos espacios y planos.

La interpretación tuvo el nervio necesario desde la Obertura y hay que aplaudir las intervenciones de las secciones de viento y percusión por su calidad, equilibrio y musicalidad, así como la articulación en la sección de cuerda en un repertorio no tan habitual en esta orquesta.

Si hay un aspecto que caracteriza a Savall es su seriedad y sobriedad comunicativa, más allá de la música. Pero en los últimos tiempos que ya no tiene nada que demostrar ni ningún oído que alagar excepto el de los oyentes, realizó un pequeño discurso antes del bis con el que acabó el concierto denunciando la situación de violencia mundial, corrupción política, precariedad económica y laboral en el día de la fiesta del trabajo reclamando solidaridad a todas las instituciones y personas. Un aplauso cerrado siguieron a sus palabras que culminaron como no podía ser menos con un rondó barroco francés en el que implicó al público en un improvisado conjunto de percusión.

Toda una fiesta barroca que esperemos que se repita en el futuro con otras propuestas en las que se incluya el barroco hispánico.

Robert Benito

Los mejores alojamientos en Barcelona