Una nueva noche de éxito de público en el Festival por antonomasia del Ampurdá catalán con el concierto del tenor peruano Juan Diego Flórez en un nuevo repertorio, el fráncés, para una nueva vocalidad según ha declarado él mismo.
Junto con el Otello de Verdi, una producción redonda de este Festival de Peralada, este concierto de uno de los tenores de moda levantaba las mayores expectativas de la presente edición.
El acercamiento al repertorio francés del tenor peruano no es actual sino que ya viene de lejos con su grabación de la versión francesa del Orphée et Eurydice de Gluck o su muy exitosa versión de La Fill du Regiment de Donizetti que ha paseado y pasea por los principales teatros del mundo junto con la versión gala de Le Comte Ory de Rossini, otro de sus éxitos memorables.
Lo que hay de nuevo en este festival y en la grabación previa del cd “L’Amour” con estas arias es el acercamiento a una vocalidad más lírica y menos ligera.
En declaraciones del mismo cantante señala como su voz “ha evolucionado, lo que le ha hecho replantearse su técnica, y ha dado como fruto una voz con un registro central más amplio, con más volumen y redondez”.
Ojalá que esto se percibiera igual desde fuera con la suficiente entidad como para pensar en una evolución real y no en una justificación del paso del tiempo en una voz que va perdiendo frescura y facilidad en el registro más agudo y que necesita una acomodación en un repertorio más lírico pero en la que no encontramos ese volumen en el registro central que es tan necesario en este tipo de obras.
Por otra parte esperamos con ansia ver a este fabuloso cantante cuya musicalidad es envidiable y cuyo fraseo es magistral en la incorporación de nuevos títulos en escena, ya que no es lo mismo cantar un aria de una ópera que incorporar un rol entero en el repertorio de un artista. El tiempo nos confirmará nuestras dudas o las despejará a favor de las declaraciones del tenor.
En cuanto al concierto escuchado fueron trece partituras (cinco orquestales y ocho arias) más cuatro bises del cantante.
El programa se centró en el s.XIX francés si bien con cuatro arias de Donizetti, dos de La Favorite, y dos en su versión italiana una de la Lucia di Lammermoor, extraña decisión existiendo una versión francesa más acorde con la idea programática y otra de Lucrecia Borgia.
El concierto comenzó con la obertura de Le Toréador de A. Adams por la Orquesta de Cadaques bajo la batuta del peruano Espartaco Lavalle, de muy buen gesto pero con un resultado sonoro poco trabajado lleno de buenas ideas y fraseos pero de un sonido poco pulido que se evidenció en las intervenciones desafinadas de las trompas, que no mejoró mucho en su segunda intervención con una obertura de Carmen de G.Bizet correcta pero bastante impersonal, para acabar su intervención en la primera parte con la “Farandole” de la segunda suite de L’Arlesienne del mismo Bizet destacando la magnifica intervención del flauta solista.
Tras una interpretación un tanto fría de “Tombe degli avi miei” de Donizetti el tenor se inició en el repertorio francés con “Salut! Demeure chaste et pure” del Faust de Gounod excesivamente lenta y con una cuerda con problemas de afinación.
La primera parte finalizó con dos arias del Werther de Massenet, “O nature” en que se evidenció una cierta limitación de volumen del tenor que contrastó con los muy buenos solos de violín y celo, para acabar con “Pourquoi me réveiller” en el que mostró su gran capacidad interpretativa en cuanto al fraseo aunque nos hizo pensar en la versión magistral de Kraus en este personaje atormentado.
La segunda parte mejoró la calidad tanto de las prestaciones de la orquesta como del tenor con una mejor proyección y enfoque en “Un ange, une femme” de La Favorite que mejoró todavía mucho más en la interpretación de “T’amo qual s’ama un angelo” de la Lucrecia Borgia igualmente donizettiana mucho más adecuada a la vocalidad del tenor peruano.
Otro de los mejores momentos del concierto fue el aria de Romeo del drama shakespiriano musicado por Gounod en el que ratificó el peruano su gran capacidad de fraseo y su trabajada musicalidad consiguiendo uno de los momentos más altos de la velada.
El concierto finalizó con el humor de Offenbach en el relato de la manzana de la opereta La Belle Hélène en el que a parte de demostrar una adecuación perfecta a este tipo de repertorio en cuanto a la vocalidad y registro, el tenor supo jugar con el texto ofreciendo una interpretación clarividente de la parte teniendo en cuenta la carencia de los textos traducidos tanto en el programa como en una posible pantalla de sobretitulación.
El primer bis tuvo como dedicataria la gran mezzo Teresa Berganza que estaba en el palco central a quien el tenor piropeó y dedicó una versión acompañada por el mismo a la guitarra de la canción Malagueña, para pasar después a otros tres bises operísticos, los dos italianos hits “La donna e mobile” y “Una furtiva lagrima”, junto con una versión del aria de tenor de la ópera Jerusalem de Verdi.
Una velada en el que el tenor ratificó la admiración y fidelidad de sus seguidores, así como de un público absolutamente entregado desde el principio.
Robert Benito