Julia Bullock, un nombre para recordar

Julia Bullock, un nombre para recordar
Julia Bullock, un nombre para recordar

Lo bueno si breve dos veces bueno dice el refrán y aunque breve, la actuación de Julia Bullock en la New World Symphony fue la feliz coincidencia como culminación del mes que celebra la historia afroamericana en los Estados Unidos. Sucede cada vez que sube a un escenario, esta vez regresa al de la New World Symphony en un concierto de cámara que tuvo como solista a la naciente estrella.

Desde su espléndido Somewhere en la grabación de West Side Story por Michael Tilson Thomas, el nombre Julia Bullock viene sonando y con razón. Alumna en Eastman, Bard y Juilliard y ganadora del premio Naumburg, la nativa de Saint-Louis desarrolla una carrera sólida pero atípica, es una voz diferente. Que ya se la disputen por sus condiciones vocales e histriónicas tampoco llama la atención, es la personalidad y el deseo de llegar a la esencia de lo que canta su marca de fábrica. Julia posee un aura de misterio tan natural como magnética, misterio que se transforma en calidez al conversar gracias a una dulzura y profundidad irresistibles. 

Creció con las canciones de los setenta y sesenta, el musical y el jazz pero sentía curiosidad y necesidad de expandirse. Un día escuchó el legendario registro de Régine Crespin en Las noches de estío de Berlioz y cambió su vida. “Arte puro” define con tierna devoción “regreso a ella cuando necesito estar conmigo misma, esté triste o contenta”.

A los 17 empezó a cantar repertorio clásico y hoy a los 29, Crespin sigue siendo su ídolo y uno de los motivos por su atracción y afinidad con el repertorio francés. Sus otros modelos son Lorraine Hunt Lieberson, Nina Simone, Sarah Vaughan, Amalia Rodrigues, Chavela Vargas y Billie Holiday, entre tantas voces únicas. Y de eso se trata para Julia Bullock, “De obtener una voz distintiva, de adentro hacia afuera, con el material totalmente asimilado” asevera “soy ambiciosa pero voy despacio, cuesta tanto esfuerzo formar un cantante y luego lidiar con presiones, exposición, viajes, estrés; cuesta tanto que la propia voz aparezca y florezca…. No nos enseñan a ser pacientes y deberían” rie con ganas “Paciencia es la virtud mas difícil de aprender, nadie la enseña. Por eso me gusta tomarme mi tiempo con cada ópera, una (a lo sumo dos) por año, necesito aprenderla, asimilarla, vivirla, gozarla y después recuperarme, quedo agotada”.

Julia fue Cendrillon de Massenet en Juilliard y la zorrita de Janacek, en Londres encarnó una Indian Queen de Purcell consagratoria dirigida por Peter Sellars y La pasión de Simone de Katia Saariaho en Berlin que volverá a cantar en el Festival de Ojai. Tiene en la mira The Rake Progress de Stravinsky y El niño de John Adams y planea dedicarse mas a la ópera que al recital que la absorbió por años. Ha cantado en Rusia, China, Madrid, Londres, Berlin y Estados Unidos. “Hay diferencia entre el público europeo y americano, en Europa hay mas oferta y costumbre, ir a un concierto es algo cotidiano y por ende mas distendido. Aqui tiende a ser mas acartonado, mas “de museo”, se hace menos natural algo que es totalmente natural”.  

“Es difícil atraer gente a la sala de concierto cuando se tienen disponibles todas las grandes versiones registradas, a veces puede ser una desilusión una función en vivo. Estoy convencida de que la música debe estar bien presentada, sin diluirla o atemperarla, sino como es, sin concesiones, y con la intimidad necesaria como para llegar, asi como la NWS lo hace. No se trata de hacerla mas accesible sino de exponer gente al producto genuino. Hoy contamos con mucha gente entrenada clásicamente brindando lecturas tan perfectas como impersonales. Debe presentarse la gran musica, con grandes intérpretes en lugares íntimos, es un arma poderosa para ganar nuevos publicos.”

“No puedo dedicarme todo lo que querría” refiriéndose a otra pasión, su tarea comunitaria “Trato de salir de la burbuja de la sala de conciertos, de esa zona de confort actuando en espacios alternativos, incorporando repertorio acorde, sean mujeres, marginados, adolescentes, carenciados, es la manera de atraerlos al repertorio clásico, incorporar la diversidad es la intención primordial.”

“En college pensé que tendría cierta negación con mi legado afroamericano, iba a cantar música escrita por blancos en un ambiente predominantemente blanco, temí limitarme. Ahora exploro con mayor libertad, incorporo músicos afroamericanos, esa liberación es parte de mi libertad, no se si hay un black sound pero hay diferencias entre una persona blanca y negra cantando, quizas sea una conexión mas profunda, mas visceral con el cuerpo. Todos los grandes cantantes clásicos comparten esa distinción, sólo que en los cantantes negros se ve mas rapido, es mas inmediato. He trabajado con Dawn Upshaw y no querría que me vieran como una “pequeña Dawn”, nuestro enfoque es opuesto… es… – y remata con una sonora carcajada – blanco y negro!”.

“Las escuelas de música nos entrenan extraordinariamente pero no incitan a la imaginación, no hacen hincapié en la individualidad sino en la precisión y eso conlleva un peligro inmenso tanto para el intérprete como para el público. Remo en contra de esa uniformidad, ese sonar bello pero igual. Mi meta? Sentirme libre en todo lo que hago sin dudas ni miedos”.

Sebastian Spreng