L´elisir d´amore. Donizetti. Madrid. (3º reparto)

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Teatro Real de Madrid. 8 Diciembre 2013.

Estos comentarios corresponden al que podemos considerar tercer reparto de los ofrecidos, que en realidad es una mezcla de los repartos 1 y 2, ya que cambian Nemorino y Adina, mientras que Dulcamara y Belcore son los del primer reparto. También hay cambio en la dirección musical. Los mencionados cambios no han servido para mejorar el resultado artístico de las representaciones, como era de esperar. Lo curioso es que, a diferencia de los que hacen otros muchos teatros en el mundo, el Teatro Real aplica los mismos precios para todos los repartos. A juzgar por los resultados en taquilla, la política de precios no es errónea, por más que no sea fácil de entender por el aficionado.

Escena

Sobre la producción escénica de Daminao Michieletto tengo que rectificar lo escrito en los comentarios al primer reparto. Decía que Michieletto ha introducido algunos cambios, entre ellos el de no hacer cantar a Nemorino la Furtiva Lagrima desde el tejado del Bar Adina. Pues bien, parece que quien ha introducido el cambio ha sido Celso Albelo, ya que en la representación que nos ocupa se ha vuelto a la ubicación caprichosa y absurda de Nemorino en el tejado, cual si de un deshollinador se tratara.

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En esta representación la dirección musical estuvo en manos del valenciano Vicente Alberola, cuya actuación no ha mejorado la del titular Marc Piollet, sino más bien al contrario. Tiempos más lentos que los del francés y no faltaron algunos problemas de coordinación entre foso y escenario. Repetiré una vez más que esta ópera no la puede dirigir cualquiera, aunque nadie me haga caso. La Orquesta del Real no mejoró su prestación del día anterior y el Coro tuvo algunos desajustes con la batuta.

 

El tenor italiano Antonio Poli puede quedar bien cantando la parte de Fenton, como lo ha demostrado en algunas ocasiones, pero Nemorino le viene muy grande. La voz es la de un tenor ligero, que se queda corta en el personaje. Nemorino necesita más cuerpo que el de un puro ligero. Bueno será recordar que fue éste precisamente el último personaje que cantó Enrico Caruso en escena. Antonio Poli no está todavía maduro para enfrentarse a las exigencias del personaje, en una interpretación vocal y escénica insuficiente.

Eleonora Buratto comenzó de manera poco convincente su actuación en el relato del filtro de Isolda para ir mejorando a continuación, resultando su actuación muy convincente en el segundo acto. El timbre no es particularmente atractivo en el centro, pero se abre muy bien por arriba y canta con gusto y buenas dosis de expresividad. En el segundo acto no quedó por debajo de Nino Machaidze. Tuvo un detalle de escaso gusto, consistente en mantener el agudo en el concertante final varios compases después de que sus compañeros de reparto y el coro hubieran enmudecido. Lo suyo fue una exhibición de facultades, pero muy poco oportuna.

Repetía Erwin Schrott como Dulcamara y su actuación fue un calco de la del día anterior. Lo mismo puede decirse de Fabio Capitanucci como Belcore. También repetía Ruth Rosique como Giannetta.

El Teatro Real ofrecía bastantes huecos, con una entrada que no llegaría al 85 % de su aforo. El público fue cálido con los artistas. Siendo la mayores ovaciones para Erwin Schrott y Eleonora Buratto.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración total de 2 horas y 33 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 5 minutos, es decir 4 minutos más que la de Marc Piollet en el primer reparto. Cuatro minutos de aplausos.

El precio de la localidad más cara era de 213 euros. En los pisos superiores los precios oscilaban entre 179 y 90 euros. La entrada más barata con visibilidad plena costaba 34 euros. Las había más baratas con visibilidad reducida o nula. La relación precio-calidad resulta poco adecuada.

José M. Irurzun