‘La bayadera’, del Ballet de la Opera de Múnich, en el Teatro Real

Por Cristina Marinero ‘La bayadera’ Ballet Teatro Real

La compañía alemana que dirige el antigua estrella de la Ópera de París, Laurent Hilaire, brilla en ‘El reino de las sombras’, el famoso segundo acto de esta creación coreográfica histórica (1877) de Marius Petipa.

‘El reino de las sombras’ (segundo acto de «La bayadera» / Foto: Javier del Real

Como inicio, antes de entrar en pormenores de este ballet, bravo por la apuesta de Joan Matabosch por los clásicos de la tradición del ballet y por traer al San Francisco Ballet que dirige Tamara Rojo con El lago de los cisnes para el inicio de la temporada 2024-2025. Es el primer teatro de Europa al que viene la compañía californiana tras ser nombrada la bailarina española su directora en enero de 2022. También, por programar en ella el Don Quijote que José Carlos Martínez –ahora director del Ballet de la Ópera de París- creó para la Compañía Nacional de Danza cuando era su responsable y que todos aplaudimos tanto por su estupenda factura. ‘La bayadera’ Ballet Teatro Real

Sobre todo, porque el anuncio de la no renovación de Joaquín de Luz como director de la formación estatal nos ha hecho temer lo peor, esto es, que nombren a alguien apegado a “lo contemporáneo” (espero equivocarme), porque a “algunos” les parece que eso es lo moderno y el ballet clásico no lo es. Con esas decisiones, se impediría que todo un legado y patrimonio bicentenario de este arte llegue a los escenarios con la compañía de todos los españoles. Pero, en el mundo de la danza en España, “como son lentejas”, no se ven movimientos frente a estas decisiones sin fundamento. ‘La bayadera’ Ballet Teatro Real

El ballet cumbre de Petipa y Minkus

Con La bayadera, estrenada en febrero de 1877 en el Mariinsky de San Petersburgo, Marius Petipa (1818-1910) creó el ballet que supondría un punto de inflexión en su carrera ofreciendo en su segundo acto, llamado El reino de las sombras, la coreografía más moderna del siglo XIX. Su compositor, el experto violinista y director de orquesta austriaco Ludwig Minkus (1826-1917), había sido ascendido a compositor oficial del ballet imperial ruso tras el éxito de Don Quijote (1869), el emblemático ballet también de Petipa inspirado en sus años contratado en Madrid y bailando por España. 

El vienés realizaría todavía seis ballets más hasta que los teatros imperiales quitaran el puesto de compositor oficial en 1886. Llegaría entonces la etapa de Tchaikovsky, desde el estreno de La bella durmiente (1890), seguido de El cascanueces (1892) y el póstumo El lago de los cisnes, compuesto por el genio entre 1875 y 1876, estrenado en 1877 sin mayor eco, que sí llegaría a tener –y cómo- con la versión de Petipa y Lev Ivanov (primer bailarín de La bayadera en su presentación original), de 1895.

Desde aquel estreno en la Rusia del zar Alejandro II, Occidente tendría que esperar más de un siglo para ver La bayadera. Fue la gran bailarina del Kirov, Natalia Makarova, en 1974, tras pedir asilo político en Reino Unido y quedarse a este lado del muro, quien pondría por primera vez en escena El reino de las sombras con el American Ballet Theatre (ABT) de Nueva York, y el ballet completo, también con el ABT, en 1980. 

Es desde entonces cuando este emblemático título, ambientado en la India, protagonizado por la bailarina del templo (denominada “bayadera”) Nikiya, su amor imposible, el príncipe Solor, y la también noble Gamzatti, empezó a extenderse poco a poco por las compañías de ballet asentadas en los teatro de ópera de América y Europa.

Maria Baranova (Gamzotti) y Osiel Gouneo (Solor) / Foto: Javier del Real

En el Teatro Real

Esta versión del Ballet de la Ópera de Múnich ofrecida en el Teatro Real del 30 de mayo al 2 de junio está firmada por Patrice Bart, en 1998, sobre la original de Marius Petipa. Normalmente, todas las versiones que se ven por compañías de ballet clásico siempre muestran lo que ha llegado hasta hoy (con más o menos precisión) del que fuera gran coreógrafo del Mariinsky, a lo que se añade o modifica aquello que, bajo sus criterios artísticos, desea quien la firma. Comandante de las Artes y las Letras y Caballero de la Legion de Honor francesa, entre otros galardones, Patrice Bart fue étoile del Ballet de la Opera de París desde su nombramiento en 1972, tras haber ido ascendiendo de rango tras su incorporación al cuerpo de baile en 1959, con solo catorce años. 

La aportación más evidente de Bart a esta Bayadera con escenografía y vestuario de Tomio Mohri e iluminación de Maurizio Montobbio es la parte final del segundo acto, donde se palpa una coreografía más alejada del idioma de Petipa, con más brío que encadenado cristalino de pasos y movimientos, lo más identitario del que fuera sesenta años nombre capital del Mariinsky de San Petersburgo.

La interpretación de las bailarinas del Ballet de la Ópera de Múnich de El reino de las sombras fue magnífica. Su descenso paulatino en arabesque ofreció la sensación de infinito y de entrar en un espacio hipnótico, propósito de su creador cuando ideó esta pieza coreográfica precedente absoluto del ballet neoclásico que vendría después. Este tipo de “acto blanco” en el que la acción se para y se pasa a un mundo de sueños o a un jardín, caso de Don Quijote, tuvo su culminación, menos de dos décadas después, en El lago de los cisnes, cuyo segundo acto –el “blanco”, con todos los cisnes- fue creado por su ayudante Ivanov, quien, como hemos visto, fue protagonista de La bayadera.

Con Osiel Gouneo como Solor –más acrobático que principesco- y Maria Baranova ofreciendo una deliciosa Gamzatti, Madison Young interpretó a su Nikiya de forma exquisita, acariciando cada movimiento, fuese un leve gesto con los brazos o la más técnica de las elevaciones de piernas a la segunda o en arabesque. ‘La bayadera’ Ballet Teatro Real

Madison Young (Nikiya) y Osiel Gouneo, (Solor). Foto: Javier del Real

La bayadera se caracteriza por sus movimientos y posiciones angulosas, dando sensación de danza hindú, y el attitude reina por todas partes. Young es ese tipo de bailarina muy delgada pero llena de calidez en sus variaciones y encabezó una velada de gran ballet clásico del Ballet de la Ópera de Múnich. António Casalinho, el joven astro de veinte años doblemente ganador del Prix de Lausanne 2021, sumó a todos ellos su perfección técnica y porte regio en su solo –que se hace muy corto- como Ídolo Dorado, en la parte final del segundo acto.

Desde el foso, Kevin Rhodes dirigió la Orquesta Titular del Teatro Real en este ballet donde escuchamos primero a un Minkus con más querencia por el ritmo y la estructura propia de los ballets del XIX, más de oficio, diríamos. Eso sí, su composición de El reino de las sombras, como pasa con la coreografía de Petipa, retroalimentadas ambas, son ya palabras mayores. Es bellísima, con el solo de violín abrazando delicadamente el paso a dos y transportándonos a un estrato de belleza y paz donde se paraliza el tiempo.


Teatro Real, 30 de mayo de 2024    La bayadera  Ballet de la Ópera de Múnich

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