Desde Covent Garden y con Marianela Núñez y Vadim Muntagirov como figuras
Los primeros bailarines del Royal Ballet, Marianela Núñez y Vadim Muntagirov, protagonizan La bella durmiente que hoy martes 28 de febrero llega a escogidos cines de todo el mundo, en vivo desde la Royal Opera House en Covent Garden.
El famoso título celebra en esta temporada 2016-2017 el 70º aniversario de su estreno y se repone por ello la producción de 1946, en la reconstrucción de 2006 que su entonces directora, Monica Mason, encabezó junto a Christopher Newton, sobre la original de Marius Petipa y Piotr I. Tchaikovsky.
Los fabulosos diseños de escenografía y vestuario creados para la producción de 1946 por Oliver Messel fueron recuperados y actualizados en su 60º aniversario por Peter Farmer y se incorporó, también, coreografía de Anthony Dowell y Christopher Wheeldon.
La bella durmiente es uno de los títulos favoritos del público, desde que los Ballets Rusos de Diaghilev representaran su tercer acto (con el título de The Sleeping Princess) por primera vez en Occidente en 1921, precisamente en Londres. Se había estrenado en 1890 en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo y enseguida se consideró el emblema de la danza académica del siglo XIX.
Marius Petipa quiso ir más allá del cuento de Charles Perrault sobre la princesa que duerme durante 100 años tras pincharse con la aguja de un huso –el Hada de las Lilas cambia el maleficio de la bruja Carabosse para que no muera- y que despierta por el beso del Príncipe (Desirée o Florimund, según la versión), dotándole de un adicional sentido balletístico. Así, Petipa hizo con La bella durmiente todo un homenaje al inicio del ballet en los siglos XVII y XVIII, recreando con lujo la época de Luis XIV, el Rey Sol impulsor de la Academia Nacional de Danza francesa que dio origen al hoy Ballet de la Opera de París.
Para el Royal Ballet, La bella durmiente es, además, un ballet emblemático en su historia, ya que fue el elegido para inaugurar su nueva sede, tras la II Guerra Mundial. Con el economista John Maynard Keynes como principal impulsor (recordemos que se había casado con la bailarina de los Ballets Rusos, Lydia Lopokova), la compañía que fundó Ninette de Valois, y que tenía a Frederick Ashton como coreógrafo, dio un gran paso en su todavía entonces corta trayectoria y se trasladó del Sadler’s Wells Theatre a la Royal Opera House.
Como el fabuloso teatro de Covent Garden se había convertido en salón de baile durante la contienda, su reapertura constituyó toda una puesta a punto de la sala y la escena para iniciar la nueva temporada con este famoso título. Comenzaba así, además, una nueva era para la compañía porque, como el argumento del cuento y como el país, despertaban, al igual que la Princesa Aurora, de un intenso sueño. En 1956, recibiría el título oficial de “royal” por la corona británica y su nombre pasó a ser The Royal Ballet, con el que sigue haciendo Historia.
Cristina Marinero