La Pastorale del Malandain Ballet Biarritz Por Cristina Marinero
Teatro del Generalife. Granada, 10 de julio. Thierry Malandain creó el ballet La Pastorale en 2019 por encargo de la ciudad natal de Ludwig van Beethoven, Bonn (Alemania), como parte de las celebraciones por el 250º aniversario de su nacimiento (16 de diciembre de 1770).La Pastorale del Malandain Ballet Biarritz
Las restricciones consecuencia de la pandemia que todavía nos asola hizo imposible al Malandain Ballet Biarritz venir al Festival Internacional de Música y Danza de Granada, en 2020. El hecho de que este año sí haya podido presentarse en el escenario del Generalife ha sido una satisfacción, por verles entre los mágicos cipreses y porque es indicio de que la gravedad de la situación pandémica se mitiga.
Estrenado el 13 de diciembre de 2019 en el parisino Teatro de Chaillot, este encargo fue realizado mucho antes de la aparición del mortal virus extendido en todo el mundo. Por ello, es más curioso todavía pensar en el mensaje de esta Sexta sinfonía –estrenada en Viena, en 1808-, con la que el genio quiso plasmar esa vuelta a la naturaleza, a la vida en el campo, una purificación del ser humano, en definitiva, con ese regreso al origen, hacia el “ser natural”, en la línea de las teorías de Jean-Jacques Rousseau.
La impresión más poderosa al ver en el Teatro del Generalife esta creación, a la que el coreógrafo ha sumado otras dos piezas de Beethoven, la Cantata op. 112 y algunos motivos de Ruinas de Atenas, es su calidad coreográfica y la de los bailarines del Malandain Ballet Biarritz.
Es una de las obras más sólidas, en cuanto a movimiento y su diseño corporal y espacial, de Thierry Malandain, quien sigue firme en su empeño de continuar por la senda de la danza académica y sus composiciones neoclásicas, como único centro coreográfico de Francia que mantiene esa disciplina. La Pastorale del Malandain Ballet Biarritz
Para su primera parte, abrazada por la Cantata op. 112, el creador francés se ha inspirado en el famoso cuadrado SATOR y el escenario está presidido por un artefacto de acero inoxidable, a modo de las barras de ballet, estructurado como esa inscripción latina enigmática formada por palíndromos, con veinticinco cuadrados, ya que sus lados están compuestos por cinco cada uno.
SATOR AREPO TENET OPERA ROTAS son los cinco palíndromos, de cinco letras cada uno, que conforman el mágico cuadrado y que, recientemente, ha inspirado también a Christopher Nolan para su última película, Tenet. El 5, en numerología, es el número del cambio, de la acción, la libertad y el espíritu aventurero.
Entre las interpretaciones dadas por los científicos a la secuencia de palabras del cuadrado SATOR, hay una que se adapta bien al arte que nos ocupa, “el creador mantiene el mundo en movimiento”. También es una sentencia que sobrecoge si pensamos que durante el año pasado este movimiento que es base de la vida, del ser humano, de la naturaleza, tuvo que detenerse para frenar el contagio del covid-19. Y todavía hoy sigue parcialmente paralizado por el virus.
En esta primera parte, el bailarín principal y las dos parejas destacadas, así como el resto del elenco que va apareciendo en sucesivas secuencias, visten con túnicas de color gris oscuro, terminadas en forma de falda, muy en la línea cyberpunk de la película Matrix, de los hermanos Wachowski. Y es que ese cuadrado de cuadrados al modo del SATOR, por donde realizan las evoluciones es, ante todo, eso, una matrix. Desde esta grisácea y opresora vida que acota el movimiento y vestida de gris, Malandain pasa a la Sexta sinfonía que, subrayamos como dato a sumar en relación al entorno mágico del SATOR, tiene cinco movimientos, en lugar de los cuatro habituales del resto del compositor alemán…
Aquí los bailarines visten túnicas blancas con un diseño –de Véronique Murat– que estiliza las tradicionales vestimentas griegas y la matrix se despega del escenario para ascender y dejar el espacio libre donde los movimientos también lo son. De lo angosto de los cuadrados, con la coreografía realizada para el poco sitio que ocupa cada uno, ahora solistas y grupos se recrean con sus variaciones por todo el escenario. El círculo se convierte aquí en la figura principal y su significado prima: el ciclo de la vida fluye y se celebra. Al final, con maillots color beige claro a semejanza de los cuerpos desnudos, los seres humanos trascienden de su estado carnal al espiritual en esa constante y armónica rueda vital.
Protagonizado por el joven y excelente bailarín Hugo Layer, la calidad de los artistas de Malandain Ballet Biarritz, como decíamos, se subraya con la elegancia y belleza de La Pastorale. Sus cualidades técnicas se dejan ver perfectamente y admiramos la excelencia estética y artística de Irma Hoffren, Mickaël Conte, Claire Lonchampt y Raphaël Canet, en los principales roles, junto a Layer (todos, suman cinco…), como también al resto de la compañía.