La Bohème en el Teatro Real, una apuesta segura

                                    La Bohème en el Teatro Real, una apuesta segura  Por María Pardo

Con el Teatro Real completo, salvo algunas butacas vacías de última hora de aquellos cuyas circunstancias les impidió llegar al evento, el pasado 20 de diciembre, tuvo lugar una más de las funciones de La Bohème que pueden verse estas navidades hasta el 3 de enero.

Imagen de la buhardilla de La Bohème en el Teatro Real
Imagen de la buhardilla de La Bohème en el Teatro Real

A pesar de ser una reposición de La Bohème que tuvo lugar cuatro años atrás, este título vuelve a llenar el teatro en estas fechas tan señaladas e, incluso, tan delicadas con las circunstancias COVID actuales.

El concepto escénico de Richard Jones es original, frenético a veces y, otras, resulta algo hueco. Con la nieve cayendo constantemente sobre el escenario en los tres primeros actos, remarca la austeridad y las carencias de la vida de estos jóvenes artistas expuestos a las inclemencias del invierno, en el primer y tercer acto, frente al espíritu navideño y el bullicio de gente henchida de alegría del segundo acto. En el cuarto acto, aparece de nuevo el extraño concepto de buhardilla, esta vez sin nieve. Los cuatro amigos aparecen de nuevo expuestos a la miseria de sus improductivas vidas y acaban comprendiendo que la vida no es un juego y que la muerte es implacable incluso con la juventud.

Ruth Iniesta como Musetta en La Bohème en el Teatro Real
Ruth Iniesta como Musetta en La Bohème en el Teatro

El decorado de Stewart Laing, imaginativo y versátil, impacta y describe perfectamente el entorno circunstancial de los protagonistas, aunque, a petición de Richard Jones, prescinde de algunos de los elementos protocolarios del libreto. En la representación de la buhardilla en el primer acto se omite voluntariamente el caballete de Marcello (de manera que pinta un cuadro imaginario al aire cuyo lienzo sería el público mismo), la mesa, los libros esparcidos, las pilas de papeles de Rodolfo (pues reducen su obra literaria a sacrificar en la chimenea a apenas una veintena de folios), las cuatro sillas sustituidas por un solo taburete o la ausencia de cama, haciendo que Mimí agonice en postura poco orgánica sobre una manta raída en el suelo.

Por otro lado, tenemos el exceso de detalles del segundo acto, tres calles comerciales de París llenas de gente y movimiento en el que los integrantes del coro del Teatro Real, dirigidos por Andrés Máspero, y el coro de Pequeños Cantores de la JORCAM a cargo de Ana González, se entregan a un estrepitoso desorden cuidadosamente dirigido y ejecutado gracias al buen trabajo de coreografía de Sarah Fahie. Me pareció una descortesía que no se les permitiera quedarse a recibir sus más que merecidos aplausos porque ya tienen completas sus horas de trabajo al tenerlos con ensayos simultáneos. Ameritan el pago de horas extras, si es necesario, y el reconocimiento del público y el Teatro Real.

Los cambios de escena se producen a telón levantado, acotando la acción en un marco en la que el resto de artificios y mecanismos del teatro quedan a la vista del espectador. Bajo mi punto de vista, aunque resulta “curioso”, no aporta riqueza a la trama. Por el contrario, creo que interrumpe la atención del público sobre el libreto. Sin embargo, la iluminación de Mimí Jordan Sherin es precisa y cómplice de las diferentes escenas.

Imagen del tercer acto de La bohème del Teatro Real
Imagen del tercer acto de La bohème del Teatro Real

La batuta y la Orquesta Titular del Teatro Real estuvieron a cargo del director Nicola Luisotti, habitual en esta casa desde el 2007 y director asociado desde 2017. Capitaneó con conocimiento y esmero a los músicos a través de las sutilezas vocales y escénicas dando soporte a cada inflexión, cada respiración y, casi, a cada mirada de los cantantes. Atento a los momentos más sensibles y uniéndose en un todo con el drama que se producía sobre el escenario.

El Rodolfo del tenor Michael Fabiano, se queda corto a nivel interpretativo en algunos momentos. Recuerda más a un trabajo técnico-dramático de clown por sus gestos y actitud mímica que se aleja de la biología del joven enamorado, impulsivo e inmaduro saliendo a golpes de la ignorancia cognitiva vital. Su voz, por el contrario, está en plena forma: no le traiciona en ningún momento. Generoso en agudos, matices y colores. El personaje se ajusta a su vocalidad como un traje hecho a medida.

Ermonela Jaho nos ofrece una Mimí afectada en exceso de cierto buenismo, así como momentos espléndidos de expansión vocal, aunque, a veces, a costa de cierta inconstancia de color en su tesitura. Destacó dramáticamente su aria del tercer acto “Donde lieta uscì” y dota de una vulnerabilidad mórbida todo el acto final. Delicada y acertada en los matices vocales.

Vuelve, después de 10 años, el barítono estadounidense Lucas Meachem en el papel de Marcello. Construyó su personaje con gallardía, dirección y expresividad, bien alineado con su compañera de reparto Ruth Iniesta en el rol de Musetta. Quizás sea este el personaje mejor elaborado: rotunda, con peso, mando y trayectoria definida a la comprensión pragmática del mundo que la rodea. Vocalmente impecable, flexible y brillante. Se adueñó del personaje y de la simpatía del público.

Joan Martín-Royo como Schaunard, el músico del grupo de compañeros bohemios que siempre comparte los alimentos y algo del dinero que consigue. Daba dinamismo al grupo aportando, con su interpretación vitalidad en las escenas más jocosas. Este barítono barcelonés ya formó parte de la producción de 2017. Su voz y actitud fueron claras y seguras, a la altura de sus compañeros de cast.

Colline vino de la mano del bajo polaco Krzysztof Baczyk. Es el papel más discreto del cuarteto bohemio al que dio brillo en su aria del cuarto acto “Vecchia zimarra”, aplaudida por el público.

Al Benoit de Vicenç Esteve, le faltó algo de senectud física para estar a la altura de su interpretación vocal, que fue creíble y bien interpretada. Lo mismo sucedió con Alcindoro, interpretado por el barítono italiano Roberto Accurso, al que no se veía tan viejo como sugiere el libreto y que fue correcto y discreto en su intervención.

Imagen del tercer acto de La bohème del Teatro Real
Imagen del tercer acto de La bohème del Teatro Real

En cualquier caso, la calidad de esta producción es plenamente satisfactoria, asegura la atención constante, el deleite auditivo y visual y los contrastes emocionales con final de “pañuelo discreto” para hacer desaparecer las lágrimas inconvenientes antes de que den la luz del patio de butacas.

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Teatro Real de Madrid, 20 de diciembre de 2021. La Bohème, música de Giacomo Puccini (1858-1924) y libreto de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, basado en la novela Scènes de la vie bohème (1851) de Henri Murger. Producción del Teatro Real, en coproducción con la Royal Opera House de Londres y la Lyric Opera de Chicago.

Director Musical: Nicola Luisotti. Director de Escena: Richard Jones. Escenógrafo y figurinista: Stewart Laing. Iluminadora: Mimí Jordan Sherin. Coreógrafa: Sarah Fahie. Director del coro: Andrés Máspero. Directora del coro de niños: Ana González. Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Pequeños Cantores de la JORCAM. Michael Fabiano (Rodolfo), Ermonela Jaho (Mimí), Lucas Meachem (Marcello), Joan Martín-Royo (Schaunard), Krzysztof Baczyk (Colline), Ruth Iniesta (Musetta), Vicenç Esteve (Benoit), Roberto Accurso (Alcindoro)