La Biblioteca Nacional de la República Argentina ha lanzado a través de su sello editorial la versión en Cd de «La Ciudad Ausente» ópera de Gerardo Gandini y Ricardo Piglia, un registro tomado en vivo durante la última puesta de la obra en el Teatro Argentino de La Plata, durante la temporada 2011.
La publicación de estos Cds vienen a ocupar un lugar destacadísimo dentro de las novedades discográficas de nuestro medio dado lo exiguo del catálogo dedicado a la lírica nacional (sólo se editó comercialmente en nuestro país «Chasca» de Enrique Mario Casella hace unos años atrás en el sello Tradition, y una inhallable versión de fragmentos de «El Matrero» de Felipe Boero en legendarios discos de pasta allá por 1929)
El único reparo que podemos hacerle a este ponderable lanzamiento es lo limitado del estudio que acompaña a los discos y la falta del libreto, aunque como la obra se canta en castellano, puede ser seguida sin problemas por los hispano oyentes.
La riqueza del texto de Piglia, que narra una historia en la que el poeta Macedonio Fernandez encarga la creación de una máquina que preserve eternamente a su mujer Elena y la investigación que sobre esa creación lleva adelante el periodista Junior; y su estilística narrativa han hallado en la música de Gandini una aliada de primer orden ya que las afinidades en la concepción creadora de ambos artistas son más que trascendentes, lo que nos brinda un producto coherente y de espléndida factura. Tal vez el único reparo que se le podría hacer es el extender algunas escenas por demás en lo musical, lo que resiente la tensión dramática.
Los diversos planos de realidad, el onirismo, la polisignificación, y las citas intertextuales están a la orden del dia en esta obra compleja y a la par desafiante. Las exigencias para los cantantes son muchas y lo mismo puede decirse de lo que se espera de la orquesta , ampliada con dos pianos; La puesta en escena debe ser capaz de complementar el discurso musical creando una presentación visual que vuelva inteligibles las particularidades de esta historia que tiene su cuota de policial, su trasfondo de romanticismo, sus guiños neo clasicistas, y tanto más.
Las creaciones contemporáneas corren a veces el riesgo de volverse tan complejas que su comprensión queda reservada a una elite de iniciados y ese riesgo puede dejar a la propia obra condenada a un aislacionismo que es la antesala del olvido. Ese sutil límite entre lo destinado a los especialistas y lo destinado al público en general es tratado con infinito cuidado por Gandini quién nos ofrece una obra que puede apreciarse desde lo musical casi desde tantos planos como nos presenta el argumento.
Este preámbulo nos permite comprender la dimensión del desafío que encaró el Argentino al programar esta obra y el valor del logro alcanzado.
En lo referente a los intérpretes nos pareció logradísima la labor de Marisú Pavón que nuevamente dio prueba de su talento y de la riqueza de sus medios tanto escénicos como vocales. A una personificación muy comprometida de Elena le sumó un registro de gratísimo timbre, parejo en toda la tessitura, y de un caudal nada desdeñable que sabe manejar con inteligencia.
El Macedonio de Sebastián Sorarrain voló muy alto, mostrando una voz del gran aliento lírico y una interpretación llena de emoción. Conmovió y fue premiado con cerrados aplausos.
El Ingeniero Russo de Hernán Iturralde estuvo muy bien.
Muy efectiva resultó Eleonora Sancho como la Mujer-Pájaro, un rol rico en coloraturas que se adaptaron como un guante a los medios de la soprano.
Luciano Garay compuso un Junior más logrado en lo vocal que en lo escénico.Su voz corrió con soltura y lució un rico timbre, pero en lo dramático no logró superar algunos cliches perdiendo profundidad en un rol que tiene en lo actoral uno de sus pilares más trascendentes.
El Fuyita de Patricio Olivera no nos pareció muy logrado. Este personaje un tanto excéntrico, un tanto loco, un tanto caricaturesco, un tanto grotesco, no logró ser desentrañado y se presentó monótonamente, lo que le restó mucho de su riqueza sobre todo en lo escénico. Olivera tiene buena voz y esperamos que podamos disfrutarlo en próximas encarnaciones.
Muy interesante la Lucía Joyce de Eugenia Fuente así como la Ana de Alejandra Malvino.
Los restantes miembros del elenco cumplieron su cometido con dignidad.
La batuta del Mtro.Oña condujo con seguridad y eficiencia, creando climas y respondiendo a las exigencias de una sonoridad riquísima en matices.
La función que contó con la ovacionada presencia de los autores, resultó un nuevo logro para el Teatro Argentino y hoy, afortunadamente podemos disfrutarla en esta edición tan meritoria.
por el Prof. Christian Lauria