El Auditorio Manuel de Falla de Granada acogió, en una muy agradable función, la zarzuela Clementina, del compositor italiano Luigi Boccherini. Se trata esta de una pieza estructurada en dos actos en los que el libreto, escrito por Ramón de la Cruz, transcurre de forma ágil y amena, provocando las sonrisas de los espectadores y que, sin duda, cuenta con la magistral mano de Boccherini para hacer una música realmente hermosa.
La Clementina de Boccherini es una obra de estética totalmente clásica, con unas melodías frescas y elegantes, unas arias que evocan perfectamente el lirismo de algunos momentos y el humor de otros y con unos concertantes deliciosos, realmente hermosos. En lo teatral, es una obra que se deja ver amablemente, entretenida y divertida, a pesar del enrevesado final, en la que los asuntos amorosos son el epicentro de la trama. Para que funcione en escena, la obra requiere que tanto los cantantes como los actores posean una vis cómica considerable y una buena capacidad escénica y, en esta ocasión, podemos afirmar que los personajes participantes en esta zarzuela cumplían con esos requisitos. La soprano Carmen Romeu fue la encargada de encarnar a Doña Clementina, cuyo papel desempeñó con eficacia, luciendo su bonito timbre y su buen gusto al cantar. Don Urbano estuvo interpretado por Juan Antonio Sanbria, un tenor ligero de hermoso registro medio que, si bien pareció sufrir en algunos momentos con los agudos, cantó a un muy buen nivel un complicado recitado poco antes de acabar la obra. La soprano Vanesa Goikoetxea y la mezzo-soprano Carol García interpretaron respectivamente los papeles de Doña Narcisa y Doña Damiana con eficacia en lo teatral y en lo musical mientras que los divertidos personajes de Cristeta y Don Lázaro corrieron a cargo de la soprano Beatriz Díaz y el bajo Tony Marsol, quienes no sólo fueron muy convincentes en escena sino que también lucieron ambos unas buenas voces compactas y agradables. Junto a ellos, los experimentados actores Manuel Galiana como Don Clemente y Xavier Capdet como Marqués de la Ballesta completaron el reparto, dándole el humor necesario a sus personajes, más estridente el de Capdet y más comedido el de Galiana, pero haciéndolos creíbles dentro del contexto de esta divertida y algo rocambolesca historia. Junto a todos ellos una Orquesta Ciudad de Granada, dirigida por su titular Andrea Marcon que, como de costumbre, estuvo eficaz, dando ese nivel que hace de la formación granadina una garantía de solvencia y seriedad.
Hay que decir que esta Clementina de Boccherini ha sido un poco especial, no porque los personajes fueran con ropas actuales en lugar de las propias de finales del siglo XVIII, sino porque el carácter festivo del evento, que ha celebrado la clausura de la temporada de la formación granadina en su vigesimoquinto aniversario, ha llevado a que se realicen algunos cambios en el texto, haciendo más de una referencia externa a la ciudad de la Alhambra e interaccionando en los diálogos el propio director de la orquesta.
En definitiva, esta Clementina de Boccherini ha sido un apropiado broche para la buena temporada de la Orquesta Ciudad de Granada, con una música muy hermosa (en opinión del aquí firmante de especial belleza han sido los números colectivos, la obertura y algunas de las arias) y de mucha calidad, que me hacen pensar en la pedantería de los que desprecian el género zarzuelístico antes de molestarse en conocerlo, y que ha tenido a unos protagonistas con unas voces muy agradables, de timbre hermoso en todos los casos, y de considerable eficacia en lo teatral, a los responsables de la buena acogida que esta obra ha tenido en Granada.
Emilio Lacárcel Vílchez