La contagiosa alegría de El Barberillo de Lavapiés en Oviedo

El Barberillo de Lavapiés en Oviedo

El Festival de Teatro Lírico de Oviedo comienza su XXVII edición con la producción de El Barberillo de Lavapiés estrenada el año pasado en el Teatro de la Zarzuela. Un éxito rotundo con las voces principales de Borja Quiza, Cristina Faus, la dirección musical de Miquel Ortega y la escena de Alfredo Sanzol.

Con una escena limpia, basada en paneles móviles que crean los espacios donde se desarrolla la acción, Alfredo Sanzol propone una visión que bebe directamente de la iconografía goyesca, con bellísimo y colorido vestuario de Alejandro Andújar, pero que se actualiza con guiños actuales, sobre todo a través de determinadas evoluciones en las coreografías de Antonio Ruiz (llevadas a buen término por un excelente cuerpo de baile). La iluminación de Pedro Yagüe contribuye definitivamente a crear una riqueza visual, ampliar el escenario y convertir en exitosa la puesta en escena.

Sin duda la pareja Lamparilla/ Paloma (Borja Quiza y Cristina Faus) fueron los grandes triunfadores de la noche. Él con una emisión muy estable, una voz que corría sin problemas desde el registro más agudo (donde un barítono puede tener problemas a la hora de enfrentarse a este rol) hasta el grave, unido a una vis cómica que le hizo adueñarse de la escena desde su primera aparición, creando una fuerte complicidad con el público. Ambos, Quiza y Faus, desarrollaron sus declamados en verso con una naturalidad pasmosa, dominando las inflexiones de la voz y haciendo que el texto, en perfecta dicción, evolucionase de manera muy fluida.

Cristina Faus fue una Paloma de una voz más oscura que las sopranos líricas que suelen acometer el rol, y sin embargo esa característica aportó carnosidad a su voz y calidez al timbre, y, al igual que su compañero, demostró un dominio del personaje fuera de toda duda. La complicidad entre ambos fue evidente, y su manera de disfrutar en el escenario se contagiaba al patio de butacas, que estalló en una larguísima ovación tras el dúo-tirana del segundo acto.

El Barberillo de Lavapiés en Oviedo
El Barberillo de Lavapiés en Oviedo

La pareja de personajes nobles, encarnada por María Miró (Marquesita) y Javier Tomé (Don Luis) también defendieron sus papeles de forma satisfactoria, completando un cuarteto protagonista de enorme calidad. Miró, que debutaba en el Festival, mostró una Marquesita cándida, de bello timbre, mientras que Tomé, algo más forzado en el agudo, cantó un Don Luis que es poco agradecido (por la poca brillantez de su escritura) y que sin embargo es indispensable en los dúos, tríos y cuartetos en los que interviene.

Completan el elenco de voces un contundente David Sánchez como Don Juan de Peralta en un papel que se nos antojó corto para sus capacidades, y Abel García, más actor que cantante, con un divertido Don Pedro de Monforte.

Mención especial para la versión musical que en el foso propone Miquel Ortega, que mantiene en todo momento un pulso vivo para extraer toda la vitalidad de la partitura de Barbieri, y que nunca se habría podido llevar a cabo sin las excelentes capacidades de cantantes y orquesta para mantener el pulso en algunos números sin ningún tipo de descuadre. Ortega se beneficia de este punto para presentar un Barberillo vivaz y lleno de energía, apoyado en un sonido magnífico de la Oviedo Filarmonía y en la Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo, que esta temporada celebra sus 50 años de vida y 25 consecutivos como coro residente del Festival, demostrando hechura escénica y gran calidad vocal tanto en los números conjuntos como en los que se ven obligados a separarse por voces, con especial mención a un memorable Coro de Costureras por parte de las mujeres.

Alejandro G. Villalibre