La del manojo de rosas en Bogotá

La del manojo de rosas en Bogotá
La del manojo de rosas en Bogotá

La conocida y clásica propuesta escénica de Emilio Sagi llegó a Bogotá y conquistó al público. Sagi sabe jugar con la música, exprimirla a fondo hasta ofrecernos un trabajo muy pulido en los movimientos de cada uno de los que están en escena. Y siempre cuidando la belleza estética. Que nadie caiga en engaños, pues La del manojo de rosasa es una zarzuela muy compleja de apariencia sencilla, como todas las cosas que compuso Pablo Sorozábal. Pero Sagi y su equipo, crean un espectáculo que encandila desde que se alza el telón, con una maravillosa escenografía (Gerardo Trotti), el cuidado vestuario (Pepa Ojanguren), las oportunas coreografías (Goyo Montero) y el cuidado diseño de iluminación (Eduardo Bravo), aunque este último aspecto no tuviera la fineza completa con la que he visto esta producción en otros teatros. Y es que la propuesta ideada por Sagi, que data de 1989, se ha visto varias veces en el Teatro de la Zarzuela madrileño y en el ovetense Teatro Campoamor, además de pasearse por otras ciudades. En el foso se aplicó con entusiasmo José María Moreno, consiguiendo poner orden y sacar brillo a una partitura muy agradecida.

La del manojo de rosas en Bogotá
La del manojo de rosas en Bogotá

Desde la farruca hasta al fox-trot tuvieron el garbo y la alegría como señas de identidad. La Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia y el Coro de la Ópera de Colombia (preparado por Luis Díaz Hérodier) funcionaron con efectividad bajo su dirección. Entre el reparto vocal, cabe destacar el buen hacer de las sopranos Amparo Navarro y Ruth Iniesta. La primera una Ascención con cuerpo y hechuras vocales rotundas, que sabe decir y cantar de muy buena escuela. La segunda fue la contrapartida perfecta en una brillante Clarita, pizpireta en su actuar e intachable en lo vocal. Los galanes caballeros no mantuvieron el tipo, sin llegar al nivel de aquellas. El barítono David Menéndez (Julián) pareció reservarse para un gran final, sin llegar del todo al “desmelene” en un personaje que llegado el caso lo requiere. Su generoso caudal sonoro estuvo siempre ahí. Con la búsqueda de matices lograría redondear la figura del estudiante/obrero. El tenor Alexandre Guerrero (Ricardo) también fue parco escénicamente y cantó, usando variados y válidos recursos, con corrección. Carlos Crooke tiene tablas y el personaje de Capó le va como anillo al dedo. Una mejor proyección vocal le convertiría en un sensacional tenor cómico. El Espasa de Luis Varela tiene las decenas de modulaciones acordes al disparatado personaje. Vamos, que le da la vuelta al papel para seguir contándonos la misma historia. El barítono Nelson Sierra y la actriz Lucero Gómez, ambos colombianos, como Don Pedro y Doña Mariana respectivamente, también estuvieron a la altura general de esta muy disfrutable representación.

Federico Figueroa