La Filarmónica de Nueva York se gusta en su nuevo auditorio

Por Carlos Javier López Sánchez

El sonido de la Filarmónica de Nueva York va encontrando acomodo en la acústica del nuevo auditorio Wu Tsai. La Filarmónica de Nueva York en su nuevo auditorio

Jaap van Zweden con la Filarmonica de NY y Yefim Bronfman como solista. Foto: Fadi Kheir
Jaap van Zweden con la Filarmonica de NY y Yefim Bronfman como solista. Foto: Fadi Kheir

Tras las galas de inauguración, en las que los responsables de la Filarmónica de Nueva York agotaron sus esfuerzos recaudadores, y que sirvieron como colofón a las obras de renovación del nuevo auditorio, llegaba la hora de hacer música en serio.

La audiencia que acudió al Geffen Hall para escuchar el concierto para piano n.22 en mi bemol de Mozart con Yefim Bronfman y la Séptima Sinfonía de Bruckner, no estaban interesadas en desgravarse impuestos con donaciones millonarias ni en la alfombra roja. Querían escuchar buena música. Y a tal empeño se aplicó un Jaap Van Zweden serio, sereno y entregado. La Filarmónica de Nueva York en su nuevo auditorio

La artesanía musical del pianista ruso Yefim Bronfman, muy conocido en la ciudad de los rascacielos, lució con un brillo especial en el Wu Tsai. A la emoción de estar ante el primer concierto para piano del nuevo auditorio se le unía la impecable actuación del ruso al teclado. Bronfman dosifica su arte con una precisión matemática, como automatizada en algún recoveco de su cerebro, asignando a cada nota su parte alícuota de energía y arte, en un flujo controlado que permite una escucha cómoda y contemplativa. Es precisamente ese control absoluto del instrumento y de la partitura lo que permite que las manos de Bronfman sobrevuelen las teclas en una interpretación que alcanza el carácter de acontecimiento. A su lado, la Filarmónica se vio inspirada a alcanzar cotas singulares de pureza tonal, con un balance espléndido en las cuerdas y un viento metal más cuidado que hace tan solo unos días.

Maestro Jaap, Bruckner 7th. Photo: Fadi Kheir
Maestro Jaap Van Zweden en la Séptima de Bruckner . Foto: Fadi Kheir

Los acordes de la Sinfonía núm.7 de Anton Bruckner, con su halo de indisimulada espiritualidad, fueron los primeros que esta sala respiró allá por los meses de verano, cuando el conjunto de Van Zweden comenzó las pruebas de sonido orquestal. Escuchar esos acordes eternos en los chelos resonar por vez primera entre aquellas paredes esculpidas por la más moderna arquitectura acústica, habría de producir en los profesores de la Filarmónica la emoción única que sienten los artistas que están haciendo historia. Los que acudieron al concierto del pasado día 5 tuvieron lo que esperaban.

Los deseos de la Filarmónica se han hecho realidad. En efecto, la acústica del Wu Tai es lo mejor que se puede encontrar en Nueva York, muy por encima del Carnegie Hall en cuento a efectividad en la resonancia y la proyección del sonido. Las notas llegan sin un ápice de eco, limpias y amplificadas por la caja de resonancia, hasta el extremo de resultar por momentos apabullantes cuando se tocan fuerte. La sala disecciona el sonido orquestal en tantas capas como instrumentos tiene la orquesta, de modo que no hay donde esconderse, todo se escucha demasiado, y tanto los músicos como el director se ven avocados a buscar las mayores precisión y harmonía para conseguir un sonido unívoco y sinfónico.

Tanto Van Zweden como los músicos de la Filarmónica parecen aceptar el reto, y el resultado en la Séptima de Bruckner fueron muy satisfactorios, con un Scherzo impecable y un Finale grandioso, con la orquesta tocando feliz y desinhibida, con extraordinaria felxibilidad para replegarse en los cambios dinámicos del movimiento, sin perder el equilibrio en la línea orquestal. Los profesores del viento metal, los más perjudicados por la inmisericorde acústica de la sala, tocaron con valentía, como aceptando sus pequeños defectos como paso necesario para encontrar un discurso propio.

Esta orquesta no ha dicho su última palabra aún en esta temporada que apenas comienza, y en la que el público de Nueva York, entendido y exigente, requerirá mucho más de su orquesta que en pasadas ediciones. Todo indica que la Filarmónica está dispuesta a aceptar el reto. Buena suerte.

OW


David Geffen Hall, a 5 de noviembre de 2022. Orquesta Filarmónica de Nueva York, dirigida por Jaap Van Zweden. Yefim Bronfman, Piano