La Flauta Mágica.Ópera de Viena

 Hay historias a las que el tiempo no hace mella y que no pierden su magia por mucho que se cuenten. «La Flauta Mágica» de Mozart demuestra que sigue tan viva como cuando se estreno hace 222 años, con una renovada versión que sube hoy a escena en la Ópera de Viena.
Apenas a 600 metros del ya desaparecido teatro donde Pamino, Papageno y la Reina de la Noche se presentaron al público por primera vez, «La Flauta Mágica» estrena un nuevo montaje que se centra en el humor, la poesía y en el gozo de acudir al teatro.
«El espíritu de la obra es el de un teatro popular ajeno a las elites. Tiene que ser algo con un atractivo directo, lo que no significa superficial», cuenta a Efe Moshe Leiser, el director, junto a Patrice Caurier, de esta nueva «Die Zauberflöte».
Caurier matiza la categoría de «nueva», reconociendo que, al ser imposible conocer las múltiples puestas en escena que se han hecho de esta ópera, es difícil atreverse a decir que se ha creado algo nunca visto.
«Esta es nuestra lectura de la pieza, ahora, en este momento de nuestra vida», explica el director teatral francés, quien asegura que han tratado de estudiar a fondo la obra para poner en escena «lo que realmente está escrito».
Los dos responsables de este montaje recuerdan que en la obra con música de Mozart y libreto de Emanuel Schikaneder se funden el cuento de hadas, el mensaje filosófico, la sexualidad, la política, la antropología o la simbología masónica, sin que ningún elemento pueda separarse del resto.
«Tenemos que encontrar la forma de presentar la Flauta Mágica para que todos estos elementos razonen juntos y no cerrar el significado a un único aspecto», dice Leiser.
El viaje de Tamino y Pamina desde el caos y el instinto que representa la Reina de la Noche, hacia el orden y la razón que emana de Sarastro, es, para Leiser, la pérdida de la espontaneidad o del impulso que exige poder vivir en sociedad.
Pero pese a todo ese simbolismo, los dos directores reivindican en su montaje el elemento popular, la ligereza y el humor que subyace en el origen de la pieza.
Y, también esencial, que el público ponga su talento y su generosidad en juego para implicarse y profundizar en lo que pasa en el escenario, insiste Caurier.
«El desafío de presentar La Flauta Mágica es contar la historia de una forma que la imaginación del público cubra, esperamos, todas las diferentes capas que tiene la pieza», coincide Leiser.
Otro de los ejes esenciales de esta «Flauta Mágica» es el amor al teatro y como este arte «puede ser más fuerte que el más elaborado efecto especial de Hollywood», en palabras de Leiser.
«Lo que estamos tratando de decir es que con medios teatrales muy simples, un trampa que se abre, algo que vuela, una explosión, podemos crear la ilusión de todo lo que esta historia necesita», explica.
«La Flauta Mágica», la última ópera compuesta por Mozart, se estrenó en 1791 en el desaparecido Theater auf der Wieden, y es una de las obras líricas más famosas y representadas de la historia.
Sólo en la Ópera de Viena, esta pieza ha sido puesta en escena más de 1.000 veces.
El estreno hoy de la nueva producción tendrá en el atril a Christoph Eschenbach, mientras que Brindley Sherratt, Benjamin Bruns y Olga Pudova interpretarán los papeles de Sarastro, Tamino Olga Pudova y la Reina de la Noche, respectivamente.