La Galanía en Les Arts Por Pedro Valbuena
De locuras y tormentos es el título que ha escogido La Galanía para su último montaje. Se trata de una secuencia de arias y danzas del primer barroco, que va desde Monteverdi a Lully, pasando por obras anónimas o parcialmente reconstruidas.
Comenzó el concierto con mal pie, y es que en los tiempos que corren es difícil programar con seguridad una actuación, porque casi nadie se libra de confinamientos, contagios y precauciones varias. El conjunto se quedó sin percusión debido a una baja de última hora, la del excelente David Mayoral, que no fue posible sustituir, y ese vacío se evidenció de principio a fin. La disposición de los instrumentos de La Galanía ya es bastante particular, porque incluyen un solo instrumento melódico por tres de cuerda punteada, y la línea del bajo no está reforzada por uno grave del tipo del violón. Todo ello ya produce per se una sensación de cierto desequilibrio en las texturas, pero si además, se retira la parte rítmica, el resultado es ambiguo cuando menos. La Galanía en Les Arts
El repertorio elegido tampoco daba pie a la variedad, y algunas ruedas de acordes, como los típicos de la chacona, se escucharon demasiadas veces. Este programa había sido confeccionado de una forma un tanto particular. Se trataba de una selección de piezas hecha por los seguidores de la agrupación en las redes sociales, tal y como se explicó en la sala de viva voz, y que evidentemente incluían algunas piezas omnipresentes en este repertorio, como Si dolce è´l tormento, de Monteverdi o Se que me muero de amor, de Lully. Sin embargo, el buen oficio de los músicos de La Galanía fue suficiente como para crear el ambiente adecuado y mantener la atención del público. Sonaron compenetrados y sin problemas de afinación. Muy destacable fue la participación del arpa de Manuel Vilas, que acarició el instrumento hasta llevarlo a matices extraordinariamente sutiles, como por ejemplo, un diminuendo que finalmente se esfumó de forma imperceptible, dejando al público en atónito silencio. El catálogo de variaciones y adornos fue acertado y dentro del buen gusto y la contención, sin caer en los excesos propios del barroco tardío, que algunos intérpretes suministran, sin demasiado comedimiento, a obras anteriores, en las que el concepto de “virtuoso” aun no estaba plenamente desarrollado.
Raquel Andueza, verdadera y cofundadora, junto a Jesús Fernández Baena, de La Galanía, fue el centro de atención indiscutible, ya que a su papel como solista vino a unirse el de presentadora y guía del concierto, cosa que hizo con gracia, aunque se la percibió en todo momento algo nerviosa. Su evolución como cantante, en la búsqueda de una producción más natural de la voz, le ha hecho adentrarse en terrenos inciertos y vagamente explorados, con resultados no siempre convincentes pero si bastante interesantes. En la tarde de ayer, Andueza cantó con colores muy dispares, según se movía hacia el registro grave o agudo, y con una respiración un poco forzada, que le obligaba a tomar aire constantemente, interrumpiendo las frases. Pero su conocimiento del repertorio le permitió defenderlo con profesionalidad, y regaló momentos muy hermosos, como «Oblivion soave», de Monteverdi, o el bis que ofreció al entregado público, una hermosa chacona de Charpentier muy bien interpretada, tanto dramática como musicalmente.»
El Teatre Martín i Soler se encontraba, por desgracia, a poco más de la mitad de su aforo.
Concluye de esta manera el ciclo Les Arts es Barroc i música Antiga, un proyecto fascinante, que ahora necesita consolidarse para permanecer en el tiempo. Animamos desde aquí a la dirección del Palau de Les Arts a poner la energía que requiere una empresa de este calado. Es viable, es oportuna y sobre todo, es necesaria.
Valencia. 3 de diciembre de 2021. Les Arts. Teatre Martin i Soler. La Galanía. Raquel Andueza, soprano.
