«La Gioconda» vuelve al Teatro della Scala tras 25 años de ausencia

                                                                   La Gioconda la Scala Por Bernardo Gaitán

Una misteriosa y lúgubre Venecia es el decorado que ambienta la nueva producción del Teatro alla Scala de La Gioconda. El título muestra un cúmulo de estilos de su época: influencias fuertemente verdianas en las melodías, pasajes corales típicos de la música popular veneciana, soliloquios con pinceladas de Mussorgsky o Tchaikovsky, orquestaciones  wagnerianas, danzas y bailes característicos de la ópera francesa y un final meramente verista que dan como resultado una obra maestra sumamente compleja. «La Gioconda» Teatro della Scala

Saioa Hernández (Gioconda) y Anna Maria Chiuri (La Cieca) © Marco Brescia & Rudy Amisano
Saioa Hernández (Gioconda) y Anna Maria Chiuri (La Cieca) © Marco Brescia & Rudy Amisano

Un coupage lírico con tantas aristas es muy difícil de concertar, máxime porque esta cantidad de estilos se amalgaman durante más de tres horas de música. En esta ocasión, Frédéric Chaslin desde del foso de la orquesta no pudo resolver con maestría. El director parisino ofreció una versión sumamente monótona, sin emociones, sin matices ni dinamismo, aunada a una muy descuadrada interpretación por parte de las percusiones; en momentos como el coro inicial «Feste! Pane! Feste!» o en la parte final de la legendaria «Danza de las horas», los alientos y las cuerdas iban a un tiempo y las percusiones por otro. Lo que sí hay que aplaudirle es que siempre cuidó el volumen de la orquesta y jamás cubrió o incomodó a sus cantantes.

El temido rol de Gioconda originalmente fue encomendado a Sonya Yoncheva, quien por indisposición canceló su participación, siendo anunciadas para sustituirla Saioa Hernández e Irina Churilova. Las primeras dos funciones fueron para la soprano madrileña, quien demostró una vez más que está dentro del ránking de las mejores cantantes de la actualidad en su repertorio. La voz de Hernández es potente, corpulenta y majestuosa con excelentes armónicos que hacen lucir su bello color tanto en las partes dramáticas y obscuras como en las agudas. Además su pronunciación italiana es idónea. Sin duda lo mejor de la noche fue el dueto «A te questo rosario, che le preghiere aduna» de ella y Anna Maria Chiuri como La cieca, que llevó al teatro al éxtasis. La contralto italiana -como susurró alguien entre la platea tras su conmovedora «Voce di dona»- tiene la voz de un ángel. Su registro grave es sonoro y elegante, mientras el medio y agudo es mórbido y aterciopelado. Mención aparte merece su labor actoral, pues reacciones como si fuera verdaderamente invidente hicieron que se llevara las palmas en los aplausos finales.

Quien también merece una ovación fue el bajo-barítono Erwin Schrott, quien ofrece sin dudarlo un Alvise Badoèro de antología. La potencia vocal, siempre refinada y cavernosamente iluminada del cantante uruguayo unida al porte que imprime a su antagónico personaje son dignos de aplaudirse. Impecable su «Ombre di mia prosapia» así como el dueto «Qui chiamata m’averte? con Daniela Barcellona como su esposa Laura Adorno. La mezzosoprano triestina, siempre elegante y con una técnica vocal muy definida, fue celebrada en su aria «Stella del marinar».

Roberto Frontali (Barnaba) y Saioa Hernández (Gioconda) © Marco Brescia & Rudy Amisano
Roberto Frontali (Barnaba) y Saioa Hernández (Gioconda) © Marco Brescia & Rudy Amisano

Por su parte el Barnaba del barítono romano Roberto Frontali fue interpretado con carácter; su obscura pero potente voz dieron un tinte interesante a su maléfico personaje. Mientras que el tenor Stefano La Colla -supliendo a Fabio Sartori quien originalmente estaba programado como el príncipe genovés- no estuvo a la par de sus colegas. A pesar de tener una voz con mucho potencial, un registro central timbrado y caluroso, sus agudos por momentos engolados, aunados a su muy evidente nerviosismo escénico -al punto de olvidar la segunda parte del texto de la célebre aria «Cielo e mar», que sustituyó por la primera- evidenciaron el salto de nivel respecto de sus colegas.

El siempre emocionante Coro del Teatro alla Scala realizó una muy emocionante participación. Dirigidos por Alberto Malazzi siguieron las indicaciones de la partitura al pie de la letra. A ellos se sumó el Coro de voces blancas del mismo teatro bajo la dirección de Bruno Casoni. Sin pensarlo dos veces, el inicio del segundo acto, en especifico el coro «Pescator, affonda l’esca!» fue de lo mejor de la noche. Igualmente aplaudidos fueron los bailarines de la escuela de danza de la Scala para la «Danza de las horas». Aunque nos quedamos con la espina de no poder ver a los Etoiles del teatro, las jóvenes promesas hicieron un extraordinario papel.

Escena del Tercer Acto © Marco Brescia & Rudy Amisano
Escena del Tercer Acto © Marco Brescia & Rudy Amisano

El entorno creado para los personajes fue fruto de la inspiración de Davide Livermore, quien propuso una Venecia difuminada que recordaba a los cuadros de William Turner con los acostumbrados toques cinematográficos presentes en todas las propuestas del regista turinés. La escenografía del talentoso triunvirato Giò Forma reforzada con animaciones de altísima calidad de D-WOK lograron que un complejo título y hasta cierto punto repetitivo como La Gioconda emocionara al tradicionalista público milanés. Impresionaron al público la escena final del segundo acto cuando se quema la nave, la escena inicial del Palacio Ducal de Venecia o la Ca’ d’Oro en particular durante el dueto de Alvise y Laura, todas con una calidad extrema digna del teatro lombardo. «La Gioconda» Teatro della Scala

Esperamos que este abanico de géneros musicales con una extraordinaria ambientación y un elenco de primer nivel como el que presenta La Scala durante el mes de junio no tenga que esperar tantas décadas nuevamente para volver a ser aplaudido en la ciudad italiana.


Teatro alla Scala. 11 junio 2022. LA GIOCONDA
Libreto: Tobia Gorrio (Arrigo Boito). Música: Amilcare Ponchielli.

La Gioconda, Saioa Hernández. Laura Adorno, Daniela Barcellona. Alvise Badoèro, Erwin Schrott. La Cieca, Anna Maria Chiuri. Enzo Grimaldo, Stefano La Colla. Barnaba, Roberto Frontali. Zuàne, Fabrizio Beggi. Un cantore / Un pilota, Giorgio Valerio. Isèpo, Francesco Pittari. Un barnabotto, Guillermo Esteban Bussolini.

Orquesta y Coro del Teatro alla Scala. Coro di Voci Bianche dell’Accademia Teatro alla Scala. Alumnos de la Scuola di Ballo dell’Accademia Teatro alla Scala.

Director musical, Frédéric Chaslin. Maestro del Coro, Alberto Malazzi. Maestro del Coro di voci bianche, Bruno Casoni. Dirección escénica, Davide Livermore. Escenografía, Giò Forma. Vestuario, Mariana Fracasso. Iluminación, Antonio Castro. Video, D-WOK. Coreografía, Frédéric Olivieri. Nueva producción del Teatro alla Scala. OPERAWORLD