La Grande Chapelle interpreta música sacra para el monasterio de la Encarnación de Antonio Rodríguez de Hita

                                            La Grande Chapelle música de Hita Por Carlos Orejas

En las interesantes notas al programa, Albert Recasens, director de La Grande Chapelle y transcriptor de mucha de la música por escuchar a lo largo de la velada, nos recuerda que “la producción sacra de Antonio Rodríguez de Hita está muy arraigada en la tradición hispana”. La obra de este importante compositor, que termina sus días con la Ilustración en pleno apogeo, es la protagonista de este concierto, dando una pasada por toda su producción, desde sus tiempos como maestro de capilla de la catedral de Palencia hasta su final como maestro de capilla en el monasterio de la Encarnación de Madrid bajo patronazgo real. La Grande Chapelle música de Hita

Albert Recasens dirigiendo a La Grande Chapelle en el Auditorio Nacional (c) Rafa Martín – CNDM 2022

El concierto nos presentó una interesante selección de música exclusivamente sacra de Rodríguez de Hita, ya que el director del conjunto vocal e instrumental dedicó su tesis a la música escénica de este compositor, cuyo mayor logro “fue el de haber iniciado y fijado el género de la zarzuela cómica”, género que andando el tiempo, y a través de la evolución, terminaría sus días convertido en el popular ‘género chico’. No obstante, a pesar de haber pasado  a la historia como reformador de nuestro teatro musical nacional, sólo una ínfima parte de la producción de Rodríguez de Hita fue de carácter profano. En cualquier caso, los tiempos del uso en exclusiva del contrapunto severo ya habían pasado a la historia y en las piezas seleccionadas pudimos sentir la invasión del gusto italiano en todo su colorido, por medio del uso de instrumentos y de texturas novedosas del entramado de las voces a lo largo del concierto, algo que difumina las fronteras entre la música teatral, de cámara y religiosa, y que es propio de la música sacra galante y del Clasicismo, de la que el compositor de hoy es un máximo exponente en la España de la época.

Comenzó este concierto en el Auditorio Nacional de Madrid con un Laudate Dominum a doble coro que el grupo, aún frío, interpretó con corrección, pero con falta de calor expresivo. La versión ofrecida careció de la fantasía que un fraseo con riqueza de inflexiones agógicas y dinámicas  habría permitido degustar delineando los distintos grados de tensión y distensión del contrapunto que traba las voces para generar direccionalidad. Tampoco ayudó una falta de sincronía en los momentos homófonos –allí donde todos los cantantes dicen el texto a la vez–, lo que redundó en una cierta falta de inteligibilidad, que es necesaria en los pasajes en los que la palabra es la protagonista, aquellos que son una especie de recitados polifónicos que entroncan con la vetusta práctica finisecular del fabordón y en los que la polifonía amplifica el poder de la palabra como si se tratase del uso de mayúsculas o de un lápiz fluorescente sobre un texto escrito.

Missus est Gabriel, de estilo italianizante y con profusión de ritornellos instrumentales, fue servido con una mayor brillantez, aunque la falta de continuidad entre las piezas que lo  componen debido a un tiempo de espera demasiado grande entre las mismas y la ejecución de los finales de cada una de ellas sin la tensión requerida lastró de alguna manera la interpretación del motete. La soprano Violaine Le Chenadec brilló en sus solos, como siguió haciéndolo a lo largo del concierto, mostrándose como un activo importante del ensemble y haciendo gala de una elegante línea de canto, a la que se le pudo achacar, si acaso, una pequeña falta de brillo y una dicción aún más clara. Hubo algunos desajustes en la cuerda y una cierta falta de equilibrio entre las voces y los instrumentos, que mejoró a medida que avanzó el concierto. La Grande Chapelle música de Hita

La Grande Chapelle en el Auditorio Nacional de Música de Madrid (c) Rafa Martín – CNDM 2022

De Credidi, con texto del salmo 105, se plasmó una versión expresiva, lográndose una buena gestión de la tensión interpretativa de los pasajes en valores largos que alternan disonancia y consonancia –durezze e ligature, aunque se concluyó la obra de manera precipitada, algo quizá evitable si se hubiera retenido un poco el tempo  en algunos momentos del final de la pieza. Las atmósferas galantes de la textura vocal e instrumental de Tenebrae factae sunt resultaron reforzadas con el bajo continuo del arpa; mediante el uso de ‘arpeados’ en la eficiente realización del bajo continuo de Manuel Vilas se consiguió el efecto de suspensión que esta música suscita.

Lamed, fragmento de una lamentación con texto del profeta Jeremías, fue otro  momento de lucimiento para Violaine Le Chenadec. La soprano hizo uso del arsenal vocal necesario para hacer brillar los momentos de coloratura y canto di sbalzo solicitados por el compositor, en una pieza con forma de aria para soprano con acompañamiento de dos violines –en ocasiones al unísono– y bajo, de estilo italianizante, en la que se desdibujan las fronteras entre música religiosa y teatral en un estilo totalmente renovador, demostrando cuánto atento estaba Rodríguez de Hita a las modas extranjeras. Un movimiento lento –el primero– de la Canción séptima en do menor a 3 articula de manera oficiosa en dos partes el programa, que se interpretó sin descanso. Se trata de una sonata da chiesa a trio de su primera época palentina y es una rareza compositiva en España, ya que aunque este género de piezas de música exclusivamente instrumental con uso religioso es habitual en el resto de Europa, contándose incluso Mozart entre los que escribieron para esta agrupación, es una excepción en el panorama nacional. Fue el momento de protagonismo de los dos oboístas del conjunto, que aunque tocaron con corrección y un precioso sonido, podrían haber cincelado de manera más exagerada con el claroscuro de su dinámica los mohínes y galanterías de las líneas melódicas, que a manera de arabesco de cornucopia necesitan un uso de la dinámica que los haga resaltar.

La versión de Illuminare Ierusalem, responsorio cuarto a 8 para el día de Reyes, volvió a adolecer de una buena gestión de los tiempos de espera entre las partes del motete, lo que produjo que el público aplaudiese antes del final de la pieza, desluciendo la buena interpretación que La Grande Chapelle de mano de Albert Recasens hizo de ella. Reseñable fue la intervención solista de la voz todavía juvenil del tenor del primer coro, a la que faltó un poco de cuerpo, pero que hizo gala de una interesante línea de canto. Salve Regina a 8 fue dirigida e interpretada de manera magistral con un fantástico empaste de las voces, resaltando las atmósferas generadas por el uso de armonías en valores largos en una obra ya tardía de 1775 totalmente inscrita en el Clasicismo, que nada tiene que envidiar a la música sacra de compositores extranjeros de altura como Michael Haydn, hermano menor de Franz Joseph Haydn. La Grande Chapelle música de Hita

Como colofón, el concierto dio término con Omnes de Saba, responsorio para el día de Reyes, que puso en la picota a la pareja de trompistas con sus toques de llamada característicos, al continuo de Jorge López-Escribano que se aventuró a improvisar un acompañamiento de carácter concertante a la altura de la suntuosidad del tema de la pieza y a la voz inestimable de Violaine Le Chenadec, todo bajo la dirección de Albert Recasens, que de manera muy generosa se encargó de hacer saludar al finalizar el concierto a cada uno de los músicos intervinientes, ofreciendo el público una larga ovación a todos ellos. La Grande Chapelle música de Hita

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Auditorio Nacional de Música de Madrid, ciclo Universo Barroco, 18 de enero de 2022. Piezas sacras de Antonio Rodríguez de Hita (1722-1787) para el monasterio de la Encarnación (Salmos, responsorios y antífonas a ocho voces). Intérpretes: La Grande Chapelle. Violaine Le Chenadec, soprano. Albert Recasens, director. Opera World