Muchos cantantes noveles me miran con asombro cuando les digo lo importante que es tener conciencia del paladar a la hora de cantar. Casi nadie habla de ello. Y es algo tan básico y necesario para el canto como la respiración.
Como ejercicio, les suelo pedir que se provoquen un bostezo para poder estudiar que es lo que sucede a nivel fisiológico durante el bostezo, y me encuentro con la sorpresa de que hay muchas personas que no pueden provocarse a si mismas un bostezo. En realidad es muy fácil, ni siquiera hay que abrir la boca para hacerlo, basta con elevar el paladar, abrir mucho las fosas nasales y bajar la lengua por la parte de atrás, abriendo internamente como cuando nos ponen la paleta de madera sobre la lengua para ver bien la cavidad de la garganta en el otorrino.
El bostezo tiene dos fases: en la primera, el paladar blando se eleva hasta un punto que nos hace lagrimear. En la segunda, el bostezo se «desborda», hay una sensación de caída, la sensación baja al arco de la campanilla, estirándolo y estira los músculos del cuello, mandíbula…. es como un “streching” facial. ¡Todo el mundo a bostezar para comprobarlo! ¡Y repetidlo todas las veces que sea necesario fijándoos bien para diferenciar las dos partes del bostezo!
Una vez que hayáis discriminado cual es cada parte os voy a pedir que hagáis un ejercicio que requiere bastante concentración, pues llevamos bostezando toda nuestra vida y nuestras neuronas se conectan para hacer este gesto desde nuestra etapa de feto, así que esas sinapsis son automáticas. Lo que vamos a hacer, pues, es sobretodo un ejercicio mental.
Vamos a provocarnos otro bostezo, pero esta vez no vamos a dejar que alcance la segunda fase, la de caída, vamos a obligar al paladar blando a seguir subiendo infinitamente hacia arriba, a mantener esa posición alta durante todo el tiempo que dura el bostezo. Hay que prestar un poco de atención, pero no es difícil conseguirlo. Repetidlo, ¡vamos!
El objeto de este ejercicio consiste en que nos demos cuenta de que existe un modo perfectamente natural de:
1. Mantener el paladar elevado en una posición mucho mas alta de lo que nos creemos capaces.
2. Abrir un espacio «nuevo» muy arriba, sin involucrar nunca la zona baja del cuello.
3. Y que ese espacio lo podemos repetir y recrear a voluntad. Incluso podemos ejercitarnos para que sea una posición natural en la vida cotidiana.
Ahora que hemos descubierto esta nueva posibilidad, no os sorprenderá que os diga que para una correcta proyección del sonido, para una correcta emisión, para una correcta colocación de la voz, es imprescindible tener el paladar blando bien alto, como en el ejercicio que acabo de explicar. Esta elevación del paladar extrema (ojo: que no forzada) implica abrir espacios atrás y arriba. Pero mucho cuidado: ¡en ningún momento quiere decir que el sonido tenga que estar ahí atrás, la única posición sana del sonido es delante, muy delante!.
Cuando digo sana, quiero decir que esta posición es la que garantiza una vida vocal longeva, sin afecciones en las cuerdas y sin sobrecarga muscular.
El sonido sano y bien impostado requiere que esté emplazado arriba, adelante, con el espacio y el apoyo justos. Ese sonido tendrá todos sus armónicos, será musical por definición y estará perfectamente afinado. Además, será increíblemente fácil de emitir (ningún tipo de esfuerzo físico es necesario mas allá del de elevar el paladar). Este puzzle que os propongo tiene muchas piezas y un equilibrio diabólicamente fácil una vez conseguido. Se necesita mucho trabajo, paciencia y mucha concentración para aprender a cantar reuniendo todos estos conceptos nuevos. Los resultados son excepcionales y merecen la pena.
¡Os dejo bostezando hasta el próximo ratito! Y mucha atención, nada de lo que hagáis puede ser realizado de forma forzada o extrema, nada en el canto lo es. Si os vienen arcadas (algunos alumnos me han escrito contándome este detalle) es que estáis bostezando sin liberar los músculos del cuello Estad atentos y disfrutad con las sensaciones!
Muchos cantantes noveles me miran con asombro cuando les digo lo importante que es tener conciencia del paladar a la hora de cantar. Casi nadie habla de ello. Y es algo tan básico y necesario para el canto como la respiración.
Como ejercicio, les suelo pedir que se provoquen un bostezo para poder estudiar que es lo que sucede a nivel fisiológico durante el bostezo, y me encuentro con la sorpresa de que hay muchas personas que no pueden provocarse a si mismas un bostezo. En realidad es muy fácil, ni siquiera hay que abrir la boca para hacerlo, basta con elevar el paladar, abrir mucho las fosas nasales y bajar la lengua por la parte de atrás, abriendo internamente como cuando nos ponen la paleta de madera sobre la lengua para ver bien la cavidad de la garganta en el otorrino.
El bostezo tiene dos fases: en la primera, el paladar blando se eleva hasta un punto que nos hace lagrimear. En la segunda, el bostezo se «desborda», hay una sensación de caída, la sensación baja al arco de la campanilla, estirándolo y estira los músculos del cuello, mandíbula…. es como un “streching” facial. ¡Todo el mundo a bostezar para comprobarlo! ¡Y repetidlo todas las veces que sea necesario fijándoos bien para diferenciar las dos partes del bostezo!
Una vez que hayáis discriminado cual es cada parte os voy a pedir que hagáis un ejercicio que requiere bastante concentración, pues llevamos bostezando toda nuestra vida y nuestras neuronas se conectan para hacer este gesto desde nuestra etapa de feto, así que esas sinapsis son automáticas. Lo que vamos a hacer, pues, es sobretodo un ejercicio mental.
Vamos a provocarnos otro bostezo, pero esta vez no vamos a dejar que alcance la segunda fase, la de caída, vamos a obligar al paladar blando a seguir subiendo infinitamente hacia arriba, a mantener esa posición alta durante todo el tiempo que dura el bostezo. Hay que prestar un poco de atención, pero no es difícil conseguirlo. Repetidlo, ¡vamos!
El objeto de este ejercicio consiste en que nos demos cuenta de que existe un modo perfectamente natural de:
1. Mantener el paladar elevado en una posición mucho mas alta de lo que nos creemos capaces.
2. Abrir un espacio «nuevo» muy arriba, sin involucrar nunca la zona baja del cuello.
3. Y que ese espacio lo podemos repetir y recrear a voluntad. Incluso podemos ejercitarnos para que sea una posición natural en la vida cotidiana.
Ahora que hemos descubierto esta nueva posibilidad, no os sorprenderá que os diga que para una correcta proyección del sonido, para una correcta emisión, para una correcta colocación de la voz, es imprescindible tener el paladar blando bien alto, como en el ejercicio que acabo de explicar. Esta elevación del paladar extrema (ojo: que no forzada) implica abrir espacios atrás y arriba. Pero mucho cuidado: ¡en ningún momento quiere decir que el sonido tenga que estar ahí atrás, la única posición sana del sonido es delante, muy delante!.
Cuando digo sana, quiero decir que esta posición es la que garantiza una vida vocal longeva, sin afecciones en las cuerdas y sin sobrecarga muscular.
El sonido sano y bien impostado requiere que esté emplazado arriba, adelante, con el espacio y el apoyo justos. Ese sonido tendrá todos sus armónicos, será musical por definición y estará perfectamente afinado. Además, será increíblemente fácil de emitir (ningún tipo de esfuerzo físico es necesario mas allá del de elevar el paladar). Este puzzle que os propongo tiene muchas piezas y un equilibrio diabólicamente fácil una vez conseguido. Se necesita mucho trabajo, paciencia y mucha concentración para aprender a cantar reuniendo todos estos conceptos nuevos. Los resultados son excepcionales y merecen la pena.
¡Os dejo bostezando hasta el próximo ratito! Y mucha atención, nada de lo que hagáis puede ser realizado de forma forzada o extrema, nada en el canto lo es. Si os vienen arcadas (algunos alumnos me han escrito contándome este detalle) es que estáis bostezando sin liberar los músculos del cuello Estad atentos y disfrutad con las sensaciones!
Isabel Rey
Soprano