La música popular, la canción napolitana, la canción melódica ligera, todo ello supone un activo muy importante dentro de la música de siempre, de la música que se canta, se vive y se siente más con el corazón que con otra cosa. Es una música de emociones, sin demasiadas exigencias, pero que llega directamente al alma, que gusta y se escucha siempre y en todo lugar experimentando sentimientos que van desde la nostalgia, hasta el ansia de conocer y profundizar en el alma y en el espíritu popular italiano.
Prácticamente puede decirse que todos los tenores importantes han acometido la tarea de cantar estas hermosas, conocidas y populares melodías. Desde el mítico Caruso, pasando por quien fue uno de los más excepcionales cantantes de napolitanas, el también legendario Giuseppe Di Stéfano, hasta llegar en tiempos más actuales a otros nombres que brillaron entre los grandes de la ópera como Luciano Pavarotti o el catalán Carreras que tantos puntos de contacto tenía con el ya aludido Di Stéfano. Escuchar las napolitanas, las canciones populares e incluso las que han constituído repertorio destacado dentro del apartado de la canción ligera, es procurarse uno de esos momentos irrepetibles: saborear una música sencilla, delicada, auténticamente deliciosa.
Ahora le toca el turno a Juan Diego Flórez tenor de voz hermosa, de amplio registro, dotado de una musicalidad y un buen gusto que siempre se pone de manifiesto en sus interpretaciones. Flórez canta ahora a la Italia más popular, a la que nos evoca las calles napolitanas llenas de colorido y de intensa vida, las que nos llevan en alas de la nostalgia hasta Sicilia. O simplemente las que nos hacen evocar la ciudad de las ciudades, Roma, a la que siempre se quiere volver. Flórez ha escogido un variado repertorio en el que no faltan canciones tan significativas como Torna a Surriento, Marechiare, Mattinata, La Danza, Música proibita o el más que popular O sole mio.
Y las canta bien. Es cierto que encuentro un poco premiosa la versión que hace del Torna a Surriento, alejada de la intensidad que tienen las versiones de Di Stéfano, o que resulta un tanto premioso en la melancólica Arrivederci Roma. Pero claro, Flórez tiene una hermosísima voz y sabe cantar con un buen gusto, sobre todo en aquellas canciones donde la melodía se convierte en algo sutilmente melancólico. Me ha encantado su versión de algunas de estas canciones como La nova gelosia, o La canzone dell´amore o tantas otras donde la melodía es rica y puramente italiana. Ha cantado con fervor, con buen gusto, recreándose en muchos de los títulos y sorprendiéndonosgratamente con otros como el mítico Nel blu, dipinto di blu (Volare) que supo inmortalizar, en su momento, el irrepetible Doménico Modugno.
Ha contado Flórez con la buena colaboración de Carlo Tenan, dirigiendo a la Filarmónica Gioachino Rossini, amén del trabajo de acordeonista, mandolina y guitarrista. Todos ellos han contribuído a que escuchemos con agrado este disco y volvamos a sentir la nostalgia y la añoranza de la Italia eterna, a la que canta con convicción Juan Diego Flórez.
José Antonio Lacárcel