‘La mujer tigre’ de Manuel Busto y la virtud de conocerse a uno mismo

                                                              Mujer Tigre Manuel Busto Por María Ogueta

Gracias a la acertada apuesta en conjunto del Teatro de la Maestranza y el Lope de Vega de Sevilla, pudimos asistir a una estimulante obra de ‘lírica fusión’ de nueva creación que bebe de estructuras tradicionales como la tonadilla escénica o la ópera de cámara, y que combina la Voz y la Danza en clave de experimento removedor a través de diez artistas (cuatro personajes en escena y seis instrumentistas en el foso), todos ellos atrapados entre las garras de un concepto en común: “lo Tigre”. Esa tigrosidad, a pesar de que contó con el respaldo de una dirección actoral, una escenografía y un vestuario adecuados, no terminó de cristalizar como se nos había prometido. Si bien la propuesta musical de Manuel Busto, el compositor, resultó convincente, la crítica a una sociedad que se mueve por estereotipos quedó algo falta de desarrollo. Mujer Tigre Manuel Busto

El dramaturgo Julio León Rocha nos abre el apetito con un planteamiento aparentemente surrealista, como la historia de una mujer que una noche se duerme siendo mujer, y a la mañana siguiente se despierta tigre, que no tigresa. Ante esta señal inicial, extremadamente similar a la que plantea Kafka en la transformación de su Gregorio Samsa (La Metamosfosis, 1915), el espectador puede caer en la tentación de esperarse un texto que trabaje hacia aspectos internos y universales de la psique humana, ayudados de imágenes de tigres como el de Borges o Blake, por ejemplo. Pero no es este el caso. En La mujer tigre el texto deriva hacia una conexión con lo externo de la persona y lo que se encuentra en ese caminar social que tanto afecta a la psicología de masas y a la autoimagen que uno desarrolla a lo largo de su vida. Mujer Tigre Manuel Busto

La cantaora Reyes Carrasco
La cantaora Reyes Carrasco

La escenografía diseñada por Julia Rodríguez y Fran Pérez Román –responsable también de la puesta en escena– cumplió su función, mostrando sobre el escenario un juego “matrioskoide” compuesto por tres jaulas con forma de corsé que encajaban una dentro de la otra. Genial y simple metáfora. El vestuario corrió de la mano de Gloria Trenado, quien firma unos diseños sencillos, modernos y que mantienen una línea elegante y de fácil manejo para las necesidades de un movimiento escénico tan convulsivo como muscularmente eléctrico, muy bien reflejado en todas las tonalidades del Rojo que imperó en las tablas. Mujer Tigre Manuel Busto

En lo que respecta a lo vocal, sin embargo, el protagonismo excesivo del volumen sonoro artificial gestionado por Lauren Serrano hizo casi imposible valorar el verdadero equilibrio de armónicos y un empaste acústicamente real entre las voces y los instrumentistas. Tanto volumen sonoro dejó atrás la posibilidad de percibir matices e intenciones sutiles del cuerpo artístico, ya que todo llegaba con la misma intensidad, que era mucha de por sí. La convergencia de los dos mundos vocales entre la cantaora Reyes Carrasco, por un lado, y la soprano Natalia Labourdette, por otro, se vio distorsionada a mi modo de ver por esa injusta democratización que ejerce la amplificación artificial. Considero que el respetable oído del público es capaz de ambientarse a la acústica del espacio, más que adapto para estas dos interesantísimas y frescas gargantas.

La noche era sin duda de la arrolladora y jovencísima cumpleañera Reyes Carrasco, artista por derecho propio que convenció con su inteligencia escénica y su saber estar. La puesta en escena, de una complejidad considerable, requería de un instrumento sabio y controlado, tarea realmente compleja que Carrasco superó y con ello sentenció su puesto entre los grandes de su tiempo. Canta a garganta abierta y mandíbula relajada, con magistral control y gusto exquisito del fraseo. Vestida de rojo y con la melena al viento, la mujer tigre derrochó quejíos y lamentos de una belleza tímbrica que abruman. Con un espacio sonoro en armónicos de cabeza que reflejaban la tigre que llevaba dentro y al mismo tiempo una cavernosidad maternal en el registro de pecho, que ella requiebra con un rasgueo encantador elegantemente en cuerda. Un verdadero placer escucharla y verla.

La soprano Natalia Labourdette

Por su parte Natalia Labourdette demostró su gran valía artística defendiéndose en el papel de voz acusadora, en una partitura adapta a su instrumento y representada de manera muy loable, habida cuenta de su dificultad tanto técnica como actoral. Dotada de una bellísima voz ligera y flexible, logró desplegar un festival de control técnico que se apreció con placer sobre todo en el apartado agudo de su voz. Tal vez se hubiera podido profundizar algo más en la dicción e intención del texto, ya que en ocasiones resultaba algo monótono al ofrecer siempre el mismo color a las palabras expresadas.

El cuerpo de baile fue uno, el de la bailaora Paula Comitre, quien permaneció en continuo movimiento y expresión dramática, lo cual casaba perfectamente con la línea planteada desde el foso instrumental. Busto es gran conocedor del arte de la danza, y así pudimos valorar su actuación, genial y absolutamente entregada. Mujer Tigre Manuel Busto

El apartado instrumental corrió de la conjunción acertada entre el Trío Arbós, el Proyecto Lorca y la genial percusión de Agustín Diassera. Estos últimos, a modo de trío amenazante, subieron a la mesa que se encontraba en el escenario para protagonizar un fantástico duelo percusivo entre los nudillos y palmas de Diassera y Antonio Moreno versus los tacones poderosos de la genial Comitre. Realmente intenso.

Manuel Busto demostró más que sobradamente sus numerosas virtudes creativas, y quizá la más respetable de todas sea (por su grado de madurez) la capacidad de conocer sus límites y sus alcances, síntoma inequívoco de una personalidad artística con mayúsculas. Dominó la batuta con una seguridad técnica y un control emocional loables, provocando en la orquesta un océano sonoro magmático entre fluidos melódicos y explosiones percusivas muy bien conjugados. En consonancia a la propuesta creada, logró generar un impacto intestinal absolutamente acertado entre el público, indicio innegable de que la pieza operística no dejó indiferente a nadie. Buena señal. No me pareció asistir a un evento intelectualizante o entretenedor, sino a una obra removedora de entrañas, tanto física como socialmente.  Habría que preguntar al respetable cómo resultó esa digestión, aunque a juzgar por la cálida ovación que dispensó la mayoría del público, cabe desear que esta nueva ópera de cámara fusión sea el germen de nuevos tiempos de creación dentro del mismo espacio de siempre. Digamos que podríamos estar ante una nueva octava en construcción. Sólo el tiempo lo dirá. Mujer Tigre Manuel Busto

La bailaora Paula Comitre en acción

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Teatro Lope de Vega de Sevilla, 12 de marzo de 2022. La mujer tigre, con música de Manuel Busto y dramaturgia de Julio León Rocha. Dirección musical: Manuel Busto. Dirección de escena: Fran Pérez Román / Diseño de escenografía: Julia Rodríguez y Fran Pérez Román / Movimiento escénico: Silvia Balvín / Diseño de iluminación: Benito Jiménez / Diseño de vestuario: Gloria Trenado / Ingeniero de sonido: Lauren Serrano / Fotografías: Miguel Jiménez / Cantaora: Reyes Carrasco / Soprano: Natalia Labourdette / Bailaora: Paula Comitre / Voz actoral: Julio León Rocha / Trío Arbós: Ferdinando Trematore (violín), José Miguel Gómez(violonchelo) y Juan Carlos Garvayo (piano) / Proyecto Lorca: J.M. Jiménez (saxofón) y Antonio Moreno (percusiones) / Percusiones: Agustín Diassera. Coproducción del Teatro de la Maestranza y el Teatro Lope de Vega de Sevilla.

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