La Ópera de la Ciudad de Nueva York al borde del cierre

“¡La New York City Opera necesita tu ayuda hoy!” exclama en su página web la compañía operística neoyorquina. “Necesitamos juntar siete millones de dólares antes de que termine septiembre”, continúan, antes de dirigir al usuario a una colecta en la página de crowdfunding Kickstarter.com.

Esta súplica tan directa de la segunda mayor compañía de Nueva York es el último episodio de una larga travesía en el desierto para la llamada Ópera del Pueblo por sus precios más asequibles que la elitista Metropolitan.

Pero la colecta de fondos no es la noticia. Aunque pueda chocar al lector europeo, la recaudación de fondos es en realidad el día a día de las entidades culturales en Estados Unidos. Lo que ha pillado por sorpresa a la comunidad cultural de la Gran Manzana es lo apremiante de la situación y el revuelo que se ha causado en los medios, después de que el Director General y Artístico, George Steel, reconociera que tendrán que cancelar parte de esta temporada y la siguiente si no consiguen recaudar 20 millones de dólares de aquí a finales de año.

¿Cómo se ha llegado a semejante ruina? Parte de los músicos culpan precisamente a Steel de la situación. “Los artistas hemos hecho enormes sacrificios para darle una oportunidad, y ha fallado. Es tiempo de que se marche y deje que otra visión tome las riendas” afirma a El Confidencial Gail Kruvand, contrabajista y presidenta del Comité de la Orquesta, que representa a los 47 músicos de la Ópera. “Aceptamos recortes importantes hace dos años (eliminación de la garantía de trabajo de cinco meses al año, y cobertura del seguro sanitario), hicimos esfuerzos, ¡y ahora nos dicen que la compañía no es viable! El director tiene que dimitir, él nos ha llevado a esto”.

George Steel fue nombrado en 2009. La compañía sufría entonces un déficit de 11 millones de dólares. En mayo de 2011 se anunció que la New York City Opera (NYCO) abandonaría su flamante sede en el Lincoln Center para ahorrar costes. Esto supuso el golpe definitivo al futuro de la Ópera, según el Comité. “No se pensó bien, desencantó a nuestros mecenas y a nuestra audiencia”, cuenta Kruvand. El plan de Steel suponía sanear la compañía representando en teatros menores y más baratos (El Museo del Barrio, New York City Center o BAM) en vez de en el flamante teatro David H. Koch del Lincoln Center. Los ingresos por tickets se reducirían a tan sólo un 10% de las necesidades financieras totales, frente al 30-40% habitual. “En la última temporada hemos ofrecido tan sólo 16 representaciones a un coste de 14 millones de dólares, mientras que en el Lincoln Center eran 100 con 32 millones. No se ve el ahorro por ninguna parte”, apunta Kruvand.

El Confidencial ha tratado sin éxito de obtener las reacciones de Steel a las peticiones de dimisión. La agencia de comunicación que representa a la compañía nos ha remitido a una nota de prensa en la que Steel asegura que la Ópera ha conseguido equilibrar su presupuesto desde la marcha del Lincoln Center y “ha sido aclamada por crítica y público por su programación”.  Reconocen que sin una inversión substancial, el futuro no está garantizado: “Estamos en una encrucijada. Por decirlo de forma sencilla, necesitamos capitalización, tanto para el resto de la temporada como para mirar al futuro con solidez financiera”. ¿Renunciará Steel a su puesto? El Consejo de dirección parece estar de su parte: “Tiene, y siempre ha tenido, el total apoyo del Consejo. Ha hecho un trabajo heroico”, asegura en un comunicado Chuck Wall, el presidente de la New York City Opera (NYCO).

Fundada en 1943, la NYCO pretendía hacer que las grandes representaciones operísticas estuvieran al alcance de todos los bolsillos. Tras unos años en el teatro de la ciudad New York City Center, en 1966 se asentó en el Lincoln Center, hasta su marcha en el 2011. En esas siete décadas se ha convertido en la segunda compañía de Nueva York, situando a la Gran Manzana a la altura de otras “super” ciudades operísticas como Londres o Berlín, que cuentan también con más de una compañía importante.  Por su escenario han pasado muchos de los grandes del género como Plácido Domingo, Renée Fleming, José Carreras, Shirley Verrett o Beverly Sills, entre otros. Junto a los clásicos europeos, la empresa ha mostrado especial interés en impulsar las representaciones de origen americano, como The Ballad of Baby Doe de Douglas Moore, Susannah de Carlisle Floyd o la opereta Candide de Leonard Bernstein.

 

Pero llegó la crisis. Y con ella, un descenso dramático en la caja. Se pasó de los casi 15 millones de dólares en venta de entradas de 2007 a estar por debajo de los 5 millones desde 2008.Tras renegociar con los músicos y cantantes, reduciendo los ingresos en muchos casos hasta el 80%, ahora la empresa tiene el presupuesto equilibrado, según fuentes oficiales. A cambio, sufren una severa falta de liquidez. “Ser demasiado pequeña está devastando a la compañía”, reconoce Steel. Lo peor es que varios de los principales donantes se han echado atrás esta temporada: De los más de diez millones necesarios para 2013-2014 sólo se habrían obtenido tres.

De momento, es seguro que el próximo 17 de septiembre se inaugurará la temporada con la premiere  en la Brooklyn Academy of Music de Anna Nicole, una ópera contemporánea con música de Mark-Anthony Turnage y libreto de Richard Thomas que trata de la suntuosa vida y extraña muerte de la modelo y conejita Playboy Anna Nicole Smith. En caso de que no se pueda recaudar lo previsto, amenaza el director de la NYCO, la temporada terminará ahí, y se cancelarán representaciones muy esperadas como Castillo de Barba Azul de Bartok, Las Bodas de Fígaro de Mozart o Endimione de Bach.  Tampoco se programaría, según este escenario, ninguna de las previstas para 2014-2015.

El objetivo parece imposible de lograr, sobre todo si se tiene en cuenta que los 20 millones de dólares que se dicen necesitar antes de que termine el año son casi el doble de lo recaudado el año pasado, y superior a lo recolectado en los buenos tiempos previos a la crisis, según el diario New York Times. Y la colecta social no va demasiado bien: De momento, a falta de 21 días, tan sólo llevan 18.000 dólares.

Así que la mejor oportunidad para la histórica compañía de ópera neoyorquina es que, con la publicación de sus problemas en los grandes medios nacionales, aparezca un sugar daddy, un donante generoso que solucione su futuro. Están en la ciudad adecuada, una de las que concentra a más multimillonarios del mundo. Pero nadie las tiene todas consigo. “Nosotros en la orquesta”, concluye la contrabajista Kruvand, “sólo podemos decir que estamos realmente desolados”.