La Orquesta de Cámara de Zurich en Buenos Aires

Orquesta de Cámara de Zurich. Foto: Enrico Fantoni
Orquesta de Cámara de Zurich. Foto: Enrico Fantoni
 

En un nuevo concierto del ciclo Nuova Harmonia en el Teatro Coliseo de Buenos Aires, tuvimos la oportunidad de apreciar la calidad y detallismo de la Zurich Chamber Orchestra – dirigida desde el primer violín por Willi Zimmermann – que sumó en la segunda parte del espectáculo al Swiss Piano Trio.

La función se inició con la Obertura Coriolano, obra que el genio beethoveniano compuso en relación al general romano y su torturada personalidad y que, para 1807 -año de estreno de la obra -, estaba muy presente en Viena a partir de una obra teatral de Heinrich von Collin.

Más allá de la clara puesta en música del drama humano de Coriolano en esta obra maestra sinfónica Beethoven es muy claro en su forma musical y sobre ella cimienta el equilibrio estructural de la obertura. La “forma Sonata” es un formato de arquitectura musical que fue profundamente desarrollada en el clasicismo y el primer romanticismo (la época de la composición de Coriolano) y que luego mantuvo su vigencia a lo largo de las décadas logrando una metamorfosis increíble de acuerdo a las necesidades musicales de los tiempos que siguieron. La forma Sonata (no confundir con la Sonata como pieza instrumental) es una estructura que tiene 3 grandes partes: Exposición, Desarrollo y Reexposición. A su vez en la Exposición se presentarán dos temas distintos (en diferentes tonos musicales) y en la Reexposición volverán a desfilar esos dos temas pero ya en el tono de toda la obra.

La forma Sonata es la elegida por Beethoven para esta obertura que, de la mano de la agrupación suiza, revivimos con fuerza, temperamento y mucho equilibrio sonoro y dinámico. El conjunto se maneja con una gran soltura y disfruta de la interpretación sin estar preocupado en ensamblar ya que sus integrantes dan muestra de conocerse y entenderse muy claramente en lo musical.

La segunda obra fue un encargo que la agrupación hizo al compositor suizo Fabian Müller y que tuvo su estreno en 2016. Se trata de Canto, para orquesta de cuerdas, obra grata al oído pero sin grandes ideas. Los climas fueron vertidos con sensibilidad por la orquesta; los breves momentos de los solistas de cada cuerda generaban casi una mini obra de cámara dentro de la textura amplia de la orquesta y los minutos transcurrieron sin sobresaltos.

La primera parte del concierto se cerró con la Sinfonía Nº38 “Praga” de Mozart y aquí pudimos presenciar lo que, a juicio de esta cronista, fue lo mejor de la noche. Desde el primer movimiento con su introducción lenta y su Allegro en forma Sonata, pasando por una estupenda versión del maravilloso Andante central – buen fraseo, delicado sonido, gracia y expresión – y culminando con el Presto final (forma Sonata una vez más) pudimos apreciar el excelente trabajo de flexibilidad, liviandad de sonido y ensamblado orquestal de la formación de cámara suiza.

Luego del intervalo nos esperaría otra obra del genio de Bonn, esta vez con tres solistas que se sumarían al conjunto zuriqués. Desde el primer momento impresionó gratamente el cellista Sacha Neustroev con un sonido cálido, envolvente y expresivo. No ocurrió lo mismo con la violinista Angela Golubeva, quien cumplió con el compromiso musical pero no resultó especialmente expresiva ni carismática. Correcto Martin Lucas Staub en la parte pianística. La orquesta acompañó con oficio y concentración a los requerimientos de la partitura.

Un cálido aplauso retribuyó lo brindado por los músicos quienes interpretaron un bis sorprendente teniendo en cuenta la “seriedad” del programa de la noche. Una pieza graciosa de ocasión – con cotillón incluído- de Florian Walser fue el cierre de este concierto de la Orquesta de Cámara de Zurich que llevó a buen puerto y con sobriedad y soltura toda la velada.

María Laura Del Pozzo