La orquesta del Liceu y Colom en la temporada de la OBC

La orquesta del Liceu y Colom en la temporada de la OBC

Dentro de la sana política iniciada hace años entre las dos orquestas sinfónicas de la ciudad de Barcelona de intercambiarse escenario en algunas producciones de sus respectivas programaciones este domingo ha sido la orquesta del coliseo operístico la que se ha podido escuchar en el Auditori mientras la Orquesta de Barcelona durante tres funciones llevará a cabo el programa doble Montsalvagte-Poulenc del que se da cuenta en esta misma publicación en el teatro de ópera.

Para esta ocasión el director titular, Josep Pons ha ofrecido dos obras del romanticismo germánico y una tercera del nacionalismo español por excelencia.

Tras una breve obertura del oratorio que Schumann compuso inspirado en el Fausto de Goethe para ir entrando en calor con esta partitura un tanto inconexa y cuyo valor radica más en lo que se insinúa más que en lo que desarrolla se calentaron los motores de una orquesta que hoy estaba en estado de gracia.

Este concierto tenía muchos atractivos pero tal vez el mayor fuera el escuchar y ver a dos grandes amantes de la música española en la versión de la injustamente poco programada “Noches en los jardines de España” de Manuel de Falla. Y no defraudaron en absoluto.

Si de algo pueden pecar ciertas versiones de la música española y sobre todo la de Falla es la de dejarse llevar por una pasión desmesurada que enturbie con exceso de dinámica la claridad de líneas y el juego de texturas que contiene. Esto fue lo que ambos Joseps mostraron a lo largo de este tríptico del compositor Gaditano en positivo, el perfume impresionista francés pero bajo la inspiración más andaluza de Falla. Esas “impresiones sinfónicas” que evocan más que describen ambientes, fiestas, danzas, cantes, paisajes, que ni el mismo Falla conocía directamente ya que hasta mucho después de esta composición podría contemplar. Hablar de la delicadeza, de la musicalidad y sobretodo de la pulcritud de pulsación, de la paleta sonora que el maestro Josep Colom posee está fuera de toda duda. Cada uno de sus conciertos, sólo, en formación de cámara o con orquesta es una experiencia inolvidable. Y así nos lo regaló en esta interpretación de Falla donde supo destacar cada uno de los detalles melódicos de la partitura pero siempre dentro de una elegancia que pocos en este repertorio han conseguido.

La orquesta del Liceu y Colom en la temporada de la OBC

El ensamblaje entre solista y orquesta que Pons consiguió fue perfecto sin aristas, sin efectos de cara a la galería sino con la visión de quien respeta, conoce y ama este repertorio desde hace décadas resolviendo con sutileza las frases sin por ello perder el carácter danzable, la garra y el duende de los momentos más exaltados, y la delicadeza de los más íntimos como los dos pianísimos con que concluyen los movimientos extremos.

A modo de puente el maestro Josep Colom premió los largos y sentidos aplausos con sendas obras de Brahms, que mostraron las dos caras de este compositor: el virtuosismo y la sencillez como maneras de conseguir la belleza a través del piano.

La primera sinfonía de Brahms que ocupó toda la segunda parte del concierto fue compacta y bien construida con unos fraseos bien matizados en donde cada sección tuvo su momento de gloria destacando las cuerdas y la madera. Si esta sinfonía tuvo una génesis difícil y larga con grandes temores por parte del compositor se ha asentado como uno de los pilares del sinfonismo post-Beethoven, y así la lectura de Pons hace ese camino tortuoso desde una tonalidad oscura de do menor a la plenitud de un final épico en la misma tonalidad pero en modo mayor. Y así acabo este concierto con un espíritu rotundo y triunfal, donde la Orquesta Sinfónica del Gran Teatro del Liceu, la más antigua de España, ha alcanzado un éxito en “mayor”.

 

Nicolás Piquero