La Princesa China de Hielo y Muerte degüella Príncipes obnubilados en el Teatro Degollado de Guadalajara, Jalisco, MX.

Misha Kachman
Turandot en el Teatro Degollado. Foto: Misha Kachman

La historia de TURANDOT puesta en música por Giacomo Puccini es una de las horrendas y absurdas de aquellas no siempre, es más, casi nunca, razonables o cuerdas, dentro de aquellas que forman parte del repertorio internacional de este arte. Me parece absurdo como alguien se pueden enamorar verdaderamente de un ser tan cruel cuyo único gozo consiste en decapitar a todo aquel que la pretenda como esposa. Solo la ambición por reinar un Imperio tan rico e inmenso como la China milenaria y vivir de manera ostentosa y espectacular podría explicarlo. Algo morboso debe de tener no obstante la obra, pues ha sido puesta y repuesta, miles de veces, en todo el mundo desde que se estrenó el 25 de abril de 1926, inconclusa, en el Teatro Alla Scala de Milán, Italia, dirigida por el legendario maestro italiano Arturo Toscanini. Inconcebible. La última de las óperas que no llegó a terminar el último romántico en la tierra. Cuatro funciones se anunciaron de este título espectacular y atractivo con la Orquesta Filarmónica de Jalisco dirigida por su titular Marco Parisoto los días 24, 27, 29 de noviembre y el 1 de diciembre de 2018 en el Teatro Degollado de la capital jalisciense.

En esta ocasión el resultado hizo ponerse de pie a la mayoría de los asistentes al estreno al que asistimos con tal gozo, algarabía y pasión, como si estuvieran en un estadio de futbol, ovacionando al elenco. Para mi gusto la mayor estrella, luminaria, de la noche lo fue el director concertador Marco Parisoto y la orquesta a la que hizo llegar a grandes alturas con esa música impresionante que es el motivo por el cual resistimos tantas maldades de la severa y antipática protagonista principal. Inspirado, apasionado, en virtual estado de gracia, entregado a la obra como a la mujer amada, supo darle un ritmo y una agilidad suprema a la endiablada y difícil partitura. Desde las primeras notas la música hizo acto de presencia con vehemencia, rigor y emoción, salida de la batuta magistral de un ser iluminado. La orquesta lo seguía y sonaba como el se los pedía. La comunicación lograda entre el intérprete y su instrumento fue impresionante. Gran triunfo para esa dupla.

Foto: Manuel Yrízar

Había tela de donde cortar. El elenco estuvo encabezado por la soprano de Ucrania Oksana Kramareva, Turandot, una de las voces más dotadas que he escuchado en ese papel al que solo las más grandes le han hecho justicia. Poseedora de un timbre de gran belleza y color, tiene tanto poder y tan gran tamaño y proyección, que verdaderamente vuela por toda la sala y la llena totalmente. Galardonada en concursos internacionales como su segundo lugar en OPERALIA 2008 de Plácido Domingo esta haciendo una gran carrera internacional. Estuvo muy bien acompañada por su enamorado Calaf, el tenor italiano Riccardo Massi, de gran presencia escénica y una voz de tenor lírico spinto con emoción y riqueza interpretativa. la esclava Liu, el ser humano más conmovedor de toda la ópera, el más tierno y encantador ser amoroso, sacrificada y humilde, lo canto muy bien la soprano Nicole Heaston de quien se ha dicho tiene una “radiante voz de hermosa resonancia”. El bajo barítono ruso-estadounidense Grigory Soloviov nos brindo un destronado y sufriente Rey Timur sentido y cercano. Los Ministros del Verdugo Ping, Carlos López, barítono, y los tenores Pang, César Delgado, y Pong, Ángel Macías, dieron vida y voz a estos personajes sabios y ya hartos de tanta barbarie. Enrique Ángeles, siempre una garantía en todos los papeles que canta con bella voz de barítono oscuro abrió la obra con el Mandarín que anuncia las próximas víctimas a convertirse en “testa monda” como la blanca luna. Una sola palabra dice el Príncipe de Persia, Turandot, el tenor Alonso Pérez, antes de que la suya, su cabeza, caiga cortada de tajo por el Verdugo, Pu-Tin-Pao, el actor de impresionante presencia escénica Jorge Estrada Barajas. El Coro Municipal de Zapopan, con su director titular el maestro Timothy G. Ruff Welch, lució grandemente en todas sus intervenciones, que son muchas con gran actuación y profesionalismo. La dirección de escena del siempre talentoso artista Ragnar Conde fue espectacular y lucidora, como todas las suyas, en este año donde no dejado de dirigir, siempre profesional, una ópera tras otra. Con ésta se apunta nuevamente un gran éxito más.

Valió la pena realizar ese viaje a la Perla Tapatía, salimos el sábado, asistimos a la función ese mismo día, y regresamos el domingo en dos viajes de avión más largos que la función presenciada. A esas locuras nos lleva el escuchar esa música en una historia donde Calaf, convertido en un zombi vuelto loco, responde las preguntas enigmáticas y consigue a esa mujer horripilante abandonando a su padre y a su fiel enamorada. ¡Increíble pero cierto¡

Manuel Yrízar