La reina (de los cisnes) del Ballet Nacional de Cuba

El Lago de los Cisnes (Viengsay Valdés). Foto: John Rowe
El Lago de los Cisnes (Viengsay Valdés). Foto: John Rowe
Viengsay Valdés estrena el clásico, junto a Dani Hernández, en la nueva temporada de la compañía en Teatros del Canal. Es su primera actuación en Madrid, tras ser nombrada en enero responsable artística de la compañía fundada por Alicia Alonso hace 70 años.
Cristina Marinero
Son ya casi tres décadas desde que el Ballet Nacional de Cuba comenzó a venir a la capital española de forma asidua a desplegar su arte. Es ya una tradición tenerla en nuestros escenarios. Inevitable recordar aquellas veladas en el Teatro Albéniz, que sigue debatiendo su futuro para volver a abrirse como el centro de artes escénicas, magnífico, que era dirigido por nuestra querida Teresa Vico.
Viengsay Valdés fue nombrada en enero subdirectora artística de la compañía, si bien, de facto, es quien ha tomado las riendas del Ballet Nacional de Cuba. Alicia Alonso tiene ya 98 años y medio, sigue siendo oficialmente su directora, pero la vida ejerce su desgaste hasta en los más fuertes y la sucesión tenía que llegar.
Junto al principesco Dani Hernández, Viengsay Valdés ha protagonizado el estreno de esta nueva temporada en Teatros del Canal, programados por «Escenario Clece», con lo que van «a taquilla», y no por la Comunidad de Madrid, ya que la directora nombrada por ésta en Canal, Natalia Alvarez Simó, sólo programa «contemporáneo», adjetivo muy amplio, y que nos da más de un susto.
El emblema del Ballet Nacional de Cuba siempre ha sido crecer desde una escuela férrea de la que han surgido sus artistas. Esto se ve en cuanto aparece el cuerpo de baile en el segundo acto, los estupendos cisnes que llevan la impronta de Lev Ivanov, ayudante de Marius Petipa, autores de la coreografía original, estrenada en 1895, en el Mariinsky, en homenaje al recién fallecido Piotr. I. Tchaikovsky.
Alicia Alonso firma esta versión de El lago de los cisnes, basada en los dos coreógrafos del ballet imperial de San Petersburgo, como han hecho la mayoría de creadores del siglo XX cuando han acometido su propia producción de este título. Por eso, en líneas generales, tanto los pasos a dos de Odette y Odile, los cisnes blanco y negro que interpreta la primera bailarina, como el dibujo coreográfico de las intérpretes de los ánades en ese níveo segundo acto, sigue siendo el testimonio de Ivanov y Petipa, absorvido por la Alonso desde sus años en Nueva York.
El Lago de los Cisnes. Foto: Carlos Quezada
El Lago de los Cisnes. Foto: Carlos Quezada
La Odette de Viengsay Valdés es lírica, de serena belleza, aunque menos asustadiza y doliente de lo que la muestran otras intérpretes. Su majestuosidad reside, precisamente, en no subrayar y en darle a las extensiones su justa medida. Dani Hernández, a su lado, es un Príncipe Sigfrido siempre elegante, con un buen trabajo de interpretación en lo expresivo y grandes saltos. Valdés se explayó en sus destaques cuando en el tercer acto ejecutó el paso a dos del cisne negro, ya convertida en la pérfida Odile. Aquí fue afilada en los arabesques y sibilina en mostrar al personaje, cuyas variaciones están diseñadas para ser el aroma hipnotizador que poco a poco hace caer rendido a sus pies a Sigfrido. Es una femme fatale de libro y así se comporta.
La compañía se aprecia muy joven, diseñada ya con Valdés para dar más oportunidad a los jóvenes que despuntan, tratando de que el talento fluya y no se vea «taponado», como en el pasado ha podido suceder. Entre ellos nos fijamos en Ginett Moncho y Claudia García, en el pas de trois del primer acto, o Ely Regina y Daniel Rittoles, en la danza española del tercero, acompañados en esta temporada por algunos de los nombres que ya reinan desde hace años junto a Viengsay Valdés, como es el caso de la excelente Anette Delgado, quien será la encargada de estrenar La cenicienta, título que estará en cartel del 26 al 30 de junio.